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INFINITAMENTE MAS FACIL

Por RAFAEL SEBRANGO

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Recientemente los sindicatos del sector ferroviario, lanzaron en Cantabria la idea de la conveniencia de la apertura de un debate pausado sobre la conveniencia o no del AVE.
Me temo que seamos los de LA UNION los únicos que nos apuntemos al debate, aunque ojalá seamos simplemente los primeros en contestar.
No vamos ahora a repasar los años de promesas dobles de líneas, mientras la catenaria se nos caía encima. Desde hace más de un año hay un nuevo Gobierno en Cantabria. Y ante la pregunta sobre ¿qué planea, qué piensa? este nuevo equipo, la respuesta es tan desoladora como las anteriores falsas promesas: La nada.
Como el Gobierno no tiene ningún planteamiento estratégico para Cantabria, salvo el improbable objetivo de hacerla viable financieramente, la propuesta sindical resulta muy atinada, porque todo es posible, ya que partimos de cero.
La línea Madrid-Valladolid, en servicio desde el año 2007, costó construirla 24 millones de euros por cada uno de sus 180 kms.
La Córdoba-Málaga, 19,1 millones por cada uno de sus 155 kms, y la Madrid-Barcelona, 14,2 millones de euros por cada uno de sus 621 kms.
Además de su coste de construcción, hay que computar, aproximadamente, la friolera de 1 millón de euros por cada kilómetro, al año, para mantener en funcionamiento la línea.
La rentabilidad social de una línea de AVE, de 500 kms de longitud, exige que desde el primer año, transporte entre 8 y 10 millones de pasajeros.  La de mayor tráfico en España, la Madrid-Barcelona, sólo transporta 5 millones al año.
Los números para una línea de AVE a Cantabria, como se ve, podrían ser patéticos.
Sólo si España fuera un país realmente rico, de esos que no saben ya qué hacer con tanto dinero, sería posible una línea de alta velocidad a Cantabria.
Un país normal, y un país pobre, no ha de tener ninguna duda entre elegir construir 10 kms de AVE o un hospital para 150.000 personas, pues es ésa la equivalencia de costes.
Por tanto, la conclusión es clara: enterremos definitivamente la idea de un AVE a Cantabria, porque, además, tenemos mejores opciones.
El principal interés económico, estratégico, y social del ferrocarril es el transporte de mercancías, no el de pasajeros.
Un buen transporte de mercancías por ferrocarril, seguro, fiable, con independencia de su velocidad, reduce el impacto ambiental, la siniestralidad, la congestión de carreteras, y sobre todo, abarata costes de distribución, y es positivo para los precios que pagan los consumidores.
En definitiva, contribuye poderosamente a la productividad de nuestra economía y al bienestar social.
Mientras el AVE tiene un efecto irrelevante sobre las actividades industriales, el tren de mercancías es fundamental para su desarrollo.
Como todo, todo tiene su tiempo y su lugar.  Por eso, probablemente no tenga sentido una línea de mercancías entre Resconorio y Corconte, pero sí entre un Puerto marítimo y las zonas más ricas e industriales del país.
Y he aquí que Cantabria, y esto es algo que se olvida frecuentemente, tiene Puerto de mar, el de Santander, que además es la empresa que más aporta a su economía.
Cambiemos pues el AVE que nunca tendremos por una línea de mercancías a Burgos, pues de ahí accederemos al valle del Ebro, y por alcance al Mediterráneo.
Conservemos la otra línea, que nos conecta a Palencia y Valladolid y dejémonos de tonterías.
Este es un buen objetivo sustitutorio del AVE, y mucho más útil, pues podremos competir con País Vasco y Asturias, y será infinitamente más fácil convencer al Ministerio de Fomento para que invierta en esta olvidada Cantabria en un línea ferroviaria, 20 veces más barata de construir, 10 veces más barata de mantener, y 100 veces más rentable, social, industrial, y económicamente.
Esperamos respuesta.
Rafael Sebrango es Portavoz de la Comisión Gestora de LA UNION (LU)

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