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OCHENTA AÑOS DE HISTORIA DE LA PEÑA BOLÍSTICA DE TORRELAVEGA

Por JOSÉ RAMÓN SAIZ

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La Bolística fue fundada por un grupo animoso de torrelaveguenses encabezados por Carmelo Alonso de la Sierra, entonces maestro de las escuelas del Oeste, segundo grupo escolar construido en la ciudad. Ya desde finales de 1933, siendo alcalde el primero de la II República, José Mazón Samperio, que en sus tiempos jóvenes había sido destacado jugador, en el bar del Mortuorio, que contaba con una de las boleras más frecuentadas de la época, comenzaron las reuniones para crear una peña de bolos, que poco más de un año después culminaron con la fundación y primera reunión constituyente. Allí, pues, en El Mortuorio, nombre identificado con tragedias por violentas disputas territoriales a espada y cuchillo, en el viejo solar de La Vega, nació la Bolística hace 80 años.

Fueron 28 los socios fundadores de la Peña Bolística que eligieron la primera junta directiva y como primer presidente a Carmelo Alonso de la Sierra que condicionó su nombramiento a que Severino Prieto fuera el socio número uno, a lo que accedieron los socios fundadores, algunos de ellos, como el propio Severino, fueron protagonistas en 1985 de las bodas de oro de la peña.

Así se puso en marcha teniendo como sede, inicialmente, la bolera del Mortuorio y la aportación de cuotas por parte de sus socios que variaban según sus posibilidades económicas: desde un real a una peseta al mes. Aquel puñado de torrelaveguenses que se unieron en torno a su peña no podían imaginarse el brillante palmarés bolístico que esperaba a la entidad torrelaveguense con el paso de los tiempos, pero sobre todo manteniendo el fuego sagrado de la afición en torno a los “corros” y a sus bolísticos más significativos.

Un paso adelante en la historia de la Bolística fue la construcción de su bolera en terrenos municipales, situados paralelamente a la plaza de Baldomero Iglesias; es decir, en pleno centro administrativo de la ciudad, con frontera marcada por el maloliente riachuelo Sorravides, entonces al descubierto, zona de bardales y zarzas en el corazón del Torrelavega de hoy, que reafirmó a la ciudad como adelantada en la organización bolística, como años antes había ocurrido con la fundación, también en Torrelavega, de la Federación Montañesa de Bolos.

Aconteció la inauguración el 22 de marzo de 1936, apenas cuatro meses antes de que sonaran los cañones de una dramática guerra para nuestra convivencia.

La primera bola del nuevo corro fue lanzada por el insigne Darío Gutiérrez, que abrió una competición ganada por el torrelaveguense Manolo Gándara. Y desde entonces, por la peña han pasado todos los grandes del deporte cántabro por excelencia, además de organizarse en su corro ediciones de aquellas grandes competiciones del Toluca, Osborne o el gran premio del Horno San José que según los entendidos representaron la época dorada de los bolos en Torrelavega.

Los años cuarenta y cincuenta significaron un relanzamiento de la Peña, una entidad bien organizada y dirigida, que comenzó a ser centro de inquietudes vernáculas y aficiones por lo nuestro. De aquél tiempo, destacaría estas anotaciones:


  • Una, que por jugar a los bolos había que pagar quince céntimos a la hora, emitiéndose por la Bolísica el correspondiente recibo de pago y autorización.

  • Los días de bolos de altura, la Bolística editaba una pequeña revista con el título El Emboque, que se vendía entre los aficionados. Hasta ahora, no ha sido posible recuperar un número para que figure en el Archivo Municipal.


  • Por último, al no existir red de aguas en la bolera, muchas tardes cuando Severino Prieto salía de su trabajo en la General, se organizaba una cadena juvenil para con calderos recoger agua del Sorravides que permitiera regar el corro. En este sentido, el sacrificio de aficionados y directivos fue una constante en la historia de la Bolística y en todos sus éxitos.


De esos sacrificios y necesaria entrega, recurro a unas declaraciones del primer presidente, quien al hacer balance de sus 23 años de primer responsable, confesó que pasaba en las instalaciones de la peña en torno a las cinco horas diarias y que no sólo sacaba los bolos, sino que también los recogía, llevando las funciones de cajero y el cobro de los recibos de los socios. El presupuesto había pasado de 1.506 pesetas en 1936, a 2.960 diez años después, existiendo un superávit de algo más de novecientas pesetas.

De los libros de la historia interna de la Bolística, sabemos que en 1946 contaba con unos setenta jugadores federados en las tres categorías y alrededor de doscientos cincuenta socios, que permitían que la situación económica de la peña fuera positiva al cerrar todos los años con efectivo en caja.

De la crónica y del contexto de los bolos quiero destacar otras dos notas. En el corro de la Bolística, en 1949, se celebró el primer Campeonato de España que acogía la entidad y estuvo, sin duda, a la altura histórica de este hecho.

El Zurdo de Bielva se proclamó campeón de España frente a Ramiro González. Cuentan las crónicas que Ramiro tenía 18 años y Rogelio, 52, lo que significaba que muchas opciones estaban a favor de El Chaval de Casar, entonces jugador de la casa. Sin embargo, desde los dieciseisavos hasta la final, El Zurdo de Bielva obtuvo nada menos que trece emboques. Y de estos 13, 7 los logró con su fina puntería en la semifinal y final, después de que el gran Ramiro le llevara una ventaja de 25 bolos.

Fue, según testigos presenciales, una tarde apoteósica en la que ganaron los bolos en general. Con Rogelio González a hombros por la bolera como los grandes toreros que triunfan en una feria, un aficionado anónimo se quitó el sombrero y comenzó a recaudar dinero para el campeón. Fue una generosa suscripción de los aficionados en la que se vieron billetes poco frecuentes de cincuenta y cien pesetas.

La otra nota se refiere a la rivalidad con la Peña Telesforo Mallavia en recuerdo del fundador de la saga que tanto promocionó los bolos desde que en 1893 compró dos boleras en la entonces Villa. Una Peña que, entre otros, tuvo de presidente a José Collado Soto, que a su entrega a estas causas unió la elección de un seudónimo periodístico envidiable para un torrelaveguense: Juan Portugués.

Fue una rivalidad entre Bolística y Mallavia positiva y enriquecedora para los bolos. La fiebre bolística estaba en pleno auge y los aficionados neutrales no existían. O se estaba con la Bolistica o con la Mallavia. Aquella rivalidad se traducía en desafíos que se sucedían en los dos corros entre sus figuras más sobresalientes.

Quizás de aquellos desafíos, el más sobresaliente fue el que disputaron a dos partidos y con cinco mil pesetas en juego la pareja Federico Mallavia y Manolo Gándara, por Mallavia, y Manuel Leñero, barman del café Cántabro, y Emiliano Guillén, jugador de la Bolística de gran futuro cortado por un accidente laboral en Sniace.

Ganaron los bolísticos de la Mallavia en dos finales disputadísimas en los dos corros de Torrelavega cargados de emociones y rivalidades pero también compromisos como el organizar, los pares la Bolística y los impares la Mallavia, el Trofeo de la Patrona, cuya primera edición se había iniciado nada menos que en 1896.

A esta tradición de los desafíos se refirió José María de Pereda en su obra El Sabor de la Tierruca que se disputaban “entre mozos del lugar y otros tantos forasteros”, cita que nos permite señalar que nada sabemos a ciencia cierta del origen de los bolos ya que si preguntamos al más viejo del lugar nos contestará una vez más lo que sabiamente le contaron sus padres: que se juega de toda la vida.

Cuando en 1960 se conmemoraron las bodas de plata con el homenaje de todas las peñas bolísticas de la ciudad –entonces Mallavia, Sniace y Solvay- el corro ganaba una nueva grada y estaba a punto de comenzar una época dorada en triunfos. Un cuarto siglo después, se celebraron con brillantez las bodas de oro de una peña ya cimentada en el éxito de toda clase de competiciones, año además, en el que repartió 170 millones de pesetas entre aficionados al resultar premiado el número jugado en el sorteo de Navidad.

En la galería de grandes campeones que llevaron en el momento de sus éxitos el escudo de la Bolística, destacamos a quienes inscribieron su nombre como ganadores del Campeonato de España individual: Ramiro González, Fidel Linares, Lucas Arenal y Benito Fernández, no siendo posible incluir la larga relación de los resonantes éxitos en el Torneo Diputación campeonatos de España por parejas o en los tan reñidos provinciales, sin olvidar el Mundial oficioso celebrado en Buenos Aires que ganó Ingelmo y, por supuesto, lo que significó el Campeonato de España de 1969 celebrado en Nueva Ciudad en cuanto a sentar las bases, entre Ayuntamiento y Federación con el aliento de la Bolística, para la construcción de la bolera cubierta del Malecón.

En todo caso, sí debo dejar constancia que del grupo de extraordinarios bolísticos que han pasado por su corro, admirando, dicho sea de paso, las filigranas de Severino Prieto para dejar la caja tan perfecta como si se tratara de un tapete de billar, sobresalen los nombres de Fidel Linares y Juan José Ingelmo que representan el gran referente de las aficiones que vienen alentando la historia de la Peña Bolística.

Me permito, por último, señalar esta pequeña guinda sobre el futuro de la Bolística, sobre el que puedo decir como vecino de sus instalaciones, que está en buenas manos. Debo felicitar, en este sentido, a la anterior directiva encabezada por el gran bolístico Juan José Ingelmo con Fito García de vicepresidente, que antes de cesar buscaron el mejor recambio que personaliza Luis Ángel Mosquera, que tan dentro lleva el espíritu de este deporte vernáculo y que es garantía de un futuro próspero en vida bolística para la histórica y veterana peña torrelaveguense.

En ocasiones, no solo has trayectorias se valoran por lo hecho, sino por los cimientos asentados cara al futuro y ese gran valor logró el relevo del equipo de Ingelmo al dejar el futuro de la Bolística en buenas manos, jóvenes y seguras, de Mosquera.

Un futuro, si quieren, que ya está representado en el arte que desde hace varios meses impregnan las paredes del viejo corro, en una iniciativa que merece ser aplaudida porque no solo explica historia de ciudad, sino que embellece el entorno de su centro.

Termino. Desde el reconocimiento a la afición, como a sus directivas y presidentes que ejercieron con sus mejores entusiasmos en estos ochenta años- acudo a una cita de Pepe Hierro, el Poeta de Cantabria, para recordar “que sobre la bolera, ordenados y panzudos, troncos de árboles desnudos, esperan la primavera”. Sin duda, se alzará de nuevo el telón para que suenen los bolos tan presentes y necesarios para la identidad de nuestra tierra.


Nota. Intervención del autor en la entrega del III Premio Muslera a la Peña Bolística de Torrelavega, acto celebrado en la sala Bretón de El Astillero el 15 de noviembre de 2014.

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