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CIEN AÑOS DE TRÁFICO EN CANTABRIA

Por JOSÉ RAMÓN SAIZ

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El fenómeno del tráfico en Cantabria comenzó con la matriculación, en 1901, del coche S-0001 a nombre del ingeniero de Caminos, Alberto de Corral Alonso de la Puente (1861-1942), un personaje autor de proyectos de trascendencia para obras públicas, gran aficionado del automovilismo y descubridor de la segunda gruta de Altamira, toda una personalidad que aportó estilo a una época. Aquel automóvil Benz con las de Dion Buton, Panhard, Darracq, Serpoller… popularizaron las marcas de los inicios del automovilismo. Eran tiempos en los que la red de carreteras no era apta para el automóvil, provocando que los vehículos levantaran a su paso mucho polvo para protesta de los transeúntes.

En el desarrollo del automovilismo no faltaron en los primeros años circustancias curiosas, fruto en muchos casos de la ira de los lugareños, circunstancia que obligó a un gobernador, Gonzalo Cedrún de la Pedraja, a dictar un bando con fecha 16 de julio de 1907, en el que indicaba tener noticia de que en algunas carreteras venían colocándose grandes piedras para impedir el paso de automóviles, llegando al extremo de apedrear a sus conductores, lo que motivó que ordenara a los agentes que ejercieran la más activa vigilancia. Hay que tener en cuenta que para muchos lugareños la llegada de aquellos “artefactos” conducidos por señoritos, venía a alterar la paz de los pueblos. En aquel tiempo eran muchos los que pensaban que el coche era cosa de vanidades defendiendo que mientras en el mundo existieran caballos, seguirían circulando los carruajes, ya que nunca en un auto –pensaban- podrá presentarse una persona tan elegantemente como en un faetón de lujo tirado por briosa pareja de corceles.

En el discurrir de las últimas dos centurias, los problemas de Santander, la Montaña o Cantabria en cuanto a comunicaciones fueron constantes. En el siglo XIX uno de los problemas más sonrojantes se refería a la ría de Treto, lugar en el que se cortaba la carretera hacia la capital de Vizcaya, haciendo necesario para salvarla el uso de una pinaza, paso que era servido hasta finales del siglo XIX por la llamada Barca de Treto, que transportaba al otro extremo de la ría carros, cabalgaduras y gentes.

La existencia de la Barca de Treto –las primeras menciones corresponden al siglo XV- era motivo de rechifla contra Santander en el vecino territorio del Señorío de Vizcaya. Uno de los periodistas más afamados de la época –José Antonio del Río- escribió en 1875: Esta barca es una vergüenza para nuestros Gobiernos y para la provincia de Santander, que no tiene influencia para hacerla desaparecer”. En efecto, se trataba de un obstáculo que mortificaba a viajeros y empresas, un lugar por el que diariamente pasaban 400 personas, 12 coches-diligencias, 30 carros y unas 100 caballerías. Finalmente se construyó el puente de Colindres proyectado por el ingeniero cántabro Eduardo Miera y construido entre 1897 y 1905 en base a soluciones diseñadas por Gustave Eiffel.

El siglo XX simbolizó la centuria del automóvil como gran adelanto de la civilización para los traslados, hecho que obligó al Gobierno, en 1959, crear la Jefatura Central de Tráfico y la Agrupación de la Guardia Civil. Cuando estos dos organismos se pusieron en marcha, circulaban por las carreteras españolas cerca de un millón de vehículos. En la provincia de Santander se acababa de matricular el S-20.000, un Alfa Romeo propiedad del entonces presidente del Banco Santander, Emilio Botín Sanz de Sautuola. A esta información puntual, podemos añadir que el cuadro de sanciones preveía quinientas pesetas si se superaba el límite de velocidad o se adelantaba indebidamente. En todo este proceso destaca la primera mujer –Elsa Meade, en la imagen- que logró permiso para conducir un vehículo en 1920.

Pero también, a la par, fue el de otra causa de muertes. El primer accidente mortal por atropello ocurrió en 1906, afectando al calderero Andrés Palomera Cavada. Desde entonces –y durante muchos años- se repitieron mensajes como el que sigue: la plaga del siglo son los accidentes de tráfico. Una estadística con incremento del número de muertos que estaba directamente vinculada al aumento del parque de vehículos. Ya en la España de 1967 se produjeron 2.329 accidentes mortales y 22.643 con heridos. En total, los muertos ascendieron en carretera a 3.635 (diez muertos al día) y los heridos a 77.2o9. En la provincia de Santander, la estadística fue igualmente terrorífica en en 1967: 1.543 accidentes, sumados los de carretera y zonas urbanas, y 66 muertos (49 en carretera y 17 en casco urbano). Un año en el que el parque provincial ascendía a 45.882 vehículos.

En 1984 se produjeron en España entre 60 y 70.000 accidentes con víctimas que se cobraron el tremendo tributo de cuatro mil muertos, no existiendo en España ninguna causa de mortalidad no natural que alcanzara estos volúmenes. Ni el terrorismo, ni las cuestiones de seguridad ciudadana, ni los accidentes de trabajo arrojaban estos saldos.

Afortunadamente la caída en cuanto a número de víctimas en la carretera, sigue siendo una constante. Si en el periodo 2004-08 fue en Cantabria de un sesenta por ciento, en 2012 se registraron diez muertes, la cifra más baja desde que se creó la Jefatura Provincial de Tráfico hace cincuenta y cinco años. Si hasta los años cuarenta los fallecidos en carretera eran personas de la alta sociedad –que tenían posibilidad de adquirir un vehículo- desde el desarrollismo de los sesenta las muertes afectan a todas las clase sociales al popularizarse la compra de vehículos.

No se puede olvidar la fuerte presencia de la automoción en la industria cántabra. Desde los años cincuenta se fabricaron motores Renault en la factoría de Nueva Montaña Quijano de Los Corrales de Buelna, y más tarde –a mediados de los sesenta- los coches de la marca Morris de Authi. La crisis de esta empresa significó un duro golpe al anunciarse la rescisión de 2.100 contratos, lo que motivó que el 23 de diciembre de 1975 más de un millar de personas recorrieron a pie los cuarenta kilómetros que separan Los Corrales de Santander. Tardaron ocho horas. Llegaron ateridos de frío y con los pies ampollados. En los años noventa, comenzó la fabricación de elementos para la marca Nissan, que se mantiene al día de hoy. Por su parte, en Sámano se elaboran fabricados para autobuses, lo que en su conjunto representa una aportación importante al PIB regional.

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