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“País culo del mundo”

Por Alfonso del Amo Benaite

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Parece que el pesimismo de los noventayochistas continua presente. Escuchar quejas, protestas o grupos apocalípticos del más variado pelaje anunciando que estamos ante el fin de los tiempos, además de los grupos extraparlamentarios, parlamentarios recientes amigos de Varufakis y dirigentes de organizaciones políticas centenarias desarrollando la falacia de “País culo del mundo”.

El inconveniente que tiene esta panoplia de apóstoles del fin del mundo es cuando la realidad, la tozuda realidad, nos muestra que España es una Nación del primer mundo, con derecho de propiedad, libertad de iniciativa, que se sitúa como una de las trece primeras potencias económicas del mundo, una renta per cápita situada en el entorno de los 25.000 €, democrática con separación de poderes, con plenas libertades civiles en donde los derechos humanos se respetan, situación que desgraciadamente no se produce en otros muchos Países que significativamente son admirados por las levas de quejumbrosos.

Esta realidad es la que permite ver que España dispone de un sistema de salud más que notable, que yo aunque ideológicamente no comparta, no niego de su carácter universal  y  funcionamiento profesional que es observado con consideración por otros. La teoría “País culo del mundo” que estos profesionales de la catástrofe quieren  imponer en el imaginario colectivo no se compadece con la realidad de un País que dispone de un sistema de pensiones, que igualmente que el lo referido a la sanidad  rechazo ideológicamente, pero que está posibilitando la función estabilizadora de una parte relevante de la población, lo mismo que no puede aplicarse la citada teoría para una Nación en donde la esperanza de vida es de ochenta y tres años, junto con Japón la más elevada del mundo.

Esta es la realidad. Cual el inconveniente …? el inconveniente reside en la población española, acomodada ella, mansurrona y acobardada que está asistiendo al espectáculo del matonismo político, la mentira conceptual y el desguace institucional en completo silencio, propiciando que la mentira virtual acabe imponiéndose para que luego cuando esto no tenga solución el Ministerio de la Verdad nos marque el camino.

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