CIUDAD LIMPIA Y ORDENADA, CIUDAD CULTA
Por Joaquín Díaz Rodríguez
PASEAR POR MI CIUDAD no siempre resulta agradable, Andando por mi ciudad descubro su aspecto dejado, desordenado y sucio.
El mantenimiento del llamado mobiliario urbano es inexistente. Puntos de luz rotos. Farolas plagadas de pegatinas y colgajos. Luminarias indefectiblemente apagadas, fundidas. Bancos sucios y pidiendo una mano de pintura o fregado a gritos. Contenedores malolientes. Paredes, monumentos, fachadas y cualquier espacio con posibilidades de ser manchado atacados por cenutrios analfabetos que dejan allí su mamarracho gráfico. Baldosas rotas y trozos de aceras y calles reparados con colores, modelos o materiales distintos a los originales a modo de remiendo deslucido y antiestético. Tapas de alcantarillado, de alumbrado, de saneamiento, de gas, de agua, de bocas de riego, de compañías de telefonía (cada una la suya). Tapas de diferentes tamaños y formas: grandes, pequeñas, medianas, cuadradas, redondas, rectangulares. Cientos de tapas en las aceras rompiendo la mínima estética exigida al paisaje urbano.
Suelos repugnantes llenos de churretones de meadas de mascotas y de no mascotas. Churretones junto a los contenedores de los lixiviados de las inmundas que reciclamos mal en ellos. Excrementos de perros. Pegotes indelebles de chicles. Colillas y papeles; muchos papeles. Cartones y bolsas de todo tipo de chucherías y plásticos de todas las medidas y colores. Botellas y botellines de plástico. De todo hay por los suelos que todos pisamos y paseamos.
Aceras tomadas por bicis, motos, señoras y señores con perros, contenedores, pivotes, bolardos, señales de tráfico, incontables señales informativas obsoletas e innecesarias (colocadas de cualquier forma y en cualquier lugar) habitáculos de aparejos para la ordenación de semáforos o iluminación cubiertos de pegatinas y carteles de anuncios y de información de todo tipo. Andamios, materiales de obras, terrazas, sillas y mesas invasoras.
Solares sin cuidar en pleno centro. Selvas urbanas de malas hierbas, ortigas y zarzas que son refugio y alimento de animales urbanos. Mingitorios de ciudadanos apurados y no tan apurados. Jardines, jardineras y zonas verdes descuidadamente cuidados y maltratados por arrancadores y arrancadoras de plantas y flores. Jóvenes y no tan jóvenes aficionados al botellón que se les olvida recoger los residuos de sus juergas y ensucian y estropean lo que los demás hemos puesto allí para su diversión: mesas, bancos y papeleras.
Pues bien, gran parte de toda esta situación se consigue merced a la acción y a los comportamientos ciudadanos (¿), es decir; de los vecinos y visitantes de esta ciudad. A la administración le cabe la gran responsabilidad de ordenar, organizar cuidar, evitar y corregir lo que todos debemos disfrutar, pero no hay administración que resista la actuación incívica de unos cuantos cientos de atolondrados vecinos que no tienen el mínimo respeto a lo público, a lo que pagamos, sufrimos y disfrutamos todos. La exigencia de mas barrenderos y barrenderas, de más maquinaria de limpieza, de más dinero, de más, y más de todo… no solucionará el trascendente problema de orden y limpieza de la ciudad. La cultura, la educación, la formación, la concienciación ciudadana es la respuesta y la necesaria herramienta de limpieza.
*JOAQUÍN DIAZ RODRÍGUEZ es miembro del Grupo Quercus.
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