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LAS GRANDES INCÓGNITAS PARA UNA INVESTIDURA

Por JOSÉ RAMÓN SAIZ

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Nunca imaginó Pedro Sánchez que el rey le encargaría la formación de Gobierno en España. Con poco más de la cuarta parte de los escaños del Congreso y la mitad de la mayoría absoluta, su empeño parece, a primera vista, imposible (o casi) ya que los acuerdos que necesita están condicionados por muchas incompatibilidades entre partidos y sus dirigentes. Como ir a elecciones anticipadas era -y sigue siendo- tanto como prolongar la inestabilidad, el Jefe del Estado ha tomado la decisión más lógica: encargar la formación de un Gobierno, aunque el elegido sea el líder del segundo partido en votos, hecho que ocurre por primera vez en la democracia española que va camino de cuatro décadas. Sánchez, con la fecha de su linchamiento ya señalada, se ofreció y el rey se lo aceptó.

A partir de hoy -y el candidato ha pedido nada menos que un mes-  precisa resolver un rompecabezas agravado con todas las zancadillas imaginables que, con seguridad, se encontrará en el tortuoso camino negociador que le espera. No seamos optimistas, sino mantengamos la ponderación y el equilibrio:  que la decisión real termine con un inquilino en la Moncloa que no sea (por el momento) Mariano Rajoy, no deja de ser un reto casi imposible ya que las dos fuerzas a las que puede acudir -Podemos y Ciudadanos- ya han mostrado su incompatibilidad para compartir tareas de gobierno.

En todo caso, algo se ha avanzado y es que el proceso de investidura previsto en la Constitución se ha puesto en marcha, vía por la que esperamos se imponga más cordura y los partidos se vean forzados a ponerse manos a la obra en lugar de seguir demorando lo que era su obligación desde las eleccioens del 20 de diciembre de 2015: negociar. De esa manera, hablando sobre programas (y también sillones), esperemos que  nuestros líderes políticos se pongan a la altura de las necesidades del país, hecho que pasa por mostrar capacidad para dialogar entre ellos. Justo lo contrario de lo que han hecho hasta hace unas horas, sin excepción.

Con la misma energía de su veto al PP, Pedro Sánchez deberá demostrar ahora que puede conseguir la cuadratura del círculo sin romper su promesa de no ser presidente a cualquier precio. A partir de hoy mismo, ya no sirven ni las declaraciones grandilocuentes ni los brindis al sol, porque algo más de cuatro millones de personas se encuentran en paro de acuerdo con las estadísticas oficiales, sin olvidar a todos los empobrecidos por la crisis y el enorme listado de problemas que nos esperan a la vuelta de la esquina.

Veremos si a partir de hoy existe un poco más de sentido de Estado, aunque Rajoy y Sánchez ya demostraron que les faltaba y que solo estaban lanzando desde la misma noche del 20-D buenas intenciones y palabras que sonaran bien.

Ante lo que nos espera -sin descartar elecciones allá para junio o después del verano- ya se dejan escuchar muchas opiniones de que los líderes políticos de la España del siglo XXI carecen de capacidad, valía, carisma y  valor, si tenemos en cuenta que no acaban de sacarnos del lío político en el que estamos. Para ello debieran superar este panorama complejo que a todos aprieta y que apunta a que Rajoy sigue reclamando un Gobierno de amplia base, pero ya lo fía todo a nuevas elecciones; Rivera, que tiene ese temor, lucha por evitar ir a las urnas y ya anuncia que hablará de todo con Sánchez (menos con Podemos);  Iglesias insiste en defender lo que él llama un Gobierno de cambio progresista, aunque su comportamiento hace sospechar que su principal objetivo pasa por otros comicios para darle el tiro de gracia a la izquierda tradicional, incluidos los socialistas; y Sánchez, con un PSOE dividido en canal, se empeña en conformar una mayoría imposible en las condiciones que le han impuesto sus barones, quienes esperan que fracase para laminarlo en el cercano congreso.

En este contexto esperamos resultados y antes de ir a las elecciones las salidas siguen pasando por el PSOE -ahora llamado a formar Gobierno- y por el PP para el que Rajoy reclama su legitimidad por ser la fuerza más votada. Esperemos a ver que ocurre en las próximas dos o tres semanas, aunque lo honesto desde hace un mes pasaba por un sacrificio de investidura e ir a nuevas elecciones. Mucho tendrían que cambiar las cosas para errar en esta apreciación que nos dice que los partidos -a la vista de lo que un día vemos y al siguiente también- se centran en la defensa de sus intereses y que la ciudadanía, los españoels en su conjunto, somos los tontos útiles a los que nos utilizan desde esa gran mentira de que les preocupa el país y sus problemas. 

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