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Meapilas y santurrones

Por Alfonso del Amo Benaite

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El pasado 20 de Noviembre de 2015 se celebraron en España Elecciones Generales, del resultado de las mismas se generó un Pandemónium de tal calibre que obligó a celebrar unas segundas Elecciones el 26 de junio de 2016, que aunque ha aclarado algo más el panorama tampoco puede decirse que la situación sea lo suficientemente diáfana como  para adivinar el futuro político de nuestra Nación.

Es decir, son ocho meses de incertidumbre, ocho meses en los que no ha sido posible formar gobierno impidiendo con ello la más que necesaria agenda reformista que España necesita desde la Constitución de 1978.

Nos encontramos precisamente desde las constituyentes y la primera legislatura de 1979 con una situación desconocida para los españoles, por primera vez el Partido ganador no puede formar gobierno por lo insuficiente de su victoria.

Esta ignorada situación hasta el momento ha permitido que toda una pléyade de opinadores se lanzasen a ocupar espacio en los medios, ya fuese este el papel de los diarios, en la prensa digital, como en la radio o las televisiones, apareciendo unos como profetas de hipótesis no contrastadas, otros elucubraciones de teorías insostenibles, algunos defensores, más o menos disimulados, de las posiciones de partidos políticos, bastantes indocumentados sin el más mínimo pudor y los menos, muchos menos, aportando reflexión y criterio fundado.

Entre toda esta marea opinadora aparece también la bípeda fauna de los meapilas y los santurrones, individuos de alma siniestra y espíritu totalitario cuya máxima aspiración es obligar a la sociedad a pasar por las horcas caudinas de sus anhelos y ambiciones.

Aprovechando la situación política no han tenido el más mínimo pudor en anunciar el fin del mundo político, el relativismo, no contrastado, de la sociedad, la falta de valores, los suyos, para disfrutando del totum revolotum actual condenar a todo aquel que no se somete a sus deseos.

No obstante, lo mejor de todo es el nulo caso, la inexistente influencia que ejercen sobre las personas formadas, aunque indudablemente es necesario denunciarlo públicamente para situarles ante el espejo de su impostura.

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