Diario Digital controlado por OJD

CONVERSACIONES ENTRE DON QUIJOTE Y SANCHO PANZA (VIII)

Por JOAQUÍN CUETO OTÍ

Enviar a un amigo
CON LA VENIA DE MIGUEL

O EL QUIJOTE EN VERSO

JOAQUIN CUETO OTÍ

 

CONVERSACIONES ENTRE DON QUIJOTE Y SANCHO PANZA  (VIII)

(Después de salir mal parado en la batalla que mantuvo con el vizcaíno y los frailes que pasaban por allí, tras la aventura de los molinos de viento, no sin antes recordar a Dulcinea):

Ven a mí, preciosa mía

y dame un mucho de amor

para menguar el dolor,

que quizá el cielo me envía.

A punto de desangrarme,

estoy precisando un cura

y la noche es tan obscura,

que quisiera confesarme

para del fuego librarme

y sufrir, cual alma impura.

Ven a mí sin tardar,

porque puedo fenecer

y nunca volverte a ver

ni tus ojos admirar.

Ven, que te quiero besar

sensata y bella mujer

para poderte ofrecer

mi corazón por yantar.

D.Q. ._ ¡Ay, que paliza me dieron

dos militares sin grado

y un vizcaíno malhadado!

Ambos ojos me pusieron

como ellos mismos quisieron;

uno, lo llevo morado

y el otro tengo cerrado,

más los cobardes huyeron.

¡Perdón por rectificar!

A entrambos acorralé,

los vejé y los humillé

y los hice arrodillar.

A la hembra pude besar,

pero ¡quía!, no la besé

            que a Dulcinea, (pensé)

             no la puedo traicionar.

             ¡Dulcinea, hermosa mía!

Límpida luz del albor

cuyo nítido color,

siembra en el orbe alegría

porque empieza un nuevo día.

Toda ella es alabastrina

como un pájaro que trina.

Narrador._ Malherido y humillado

en tan desigual pelea

con gente de otra ralea

y sin sentirse ultrajado

Don Quijote cabalgó

y en sus adentros pensó

que un fraile había matado.

y Sancho Panza, detrás

de tan osado demente,

lleva agachada la frente

avergonzado quizás

de haber sido apaleado

por un cualesquier soldado

de vieja mochila atrás.

D. Q. ._ ¡Otra batalla ganada

y ya desfecho otro agravio!

S.P. ._ Sois caballero, muy sabio

y de alcurnia contrastada;

matáis sin resentimiento

y perdonáis al momento,

al muerto por estocada.

No quisiera importunarle,

Señor, entre los señores.

Sé que padecéis dolores,

tras grande paliza darle;

mas  yo quisiera besarle

y hacerlo con mil amores,

igual que besan las flores

al jardín, tras de pisarle.

D.Q. ._ Algo me vais a pedir

escudero y servidor

con tanto decir ¡Señor!

y “caballero” añadir.

S.P. ._ De ínsula, gobernador

me prometiste nombrar.

Ya es hora de gobernar

y demostrar mi valor,

porque llamarle Señor

no es para Vos humillar:

¡Es justicia recabar

sin mínimo resquemor!

D.Q. ._ Tened  paciencia, escudero,

que aventuras nos esperan

y si batirse quisieran

con tan noble caballero,

de un espadazo certero

les mando a la sepultura

sin sacristán y sin cura,

ni delegación del clero.

Lo visto, no fue batalla

que merezca ser escrita

porque ni nos da, ni nos quita

prestigio, nobleza y talla.

Si has de ser gobernador

de ínsula, con gran prestigio,

antes, aprende el oficio

para gobernar mejor.

S.P. ._ Suba vos a Rocinante

que yo montaré al jumento

y ya llegará el momento

en que usted, mi comandante,

me tome a mí juramento

y seré de ínsula mandante.

D.Q. ._ Tú serás gobernador

tras rajar a un caballero,

porque nombrarte primero

es cercenar nuestro honor.

¡Te llamarían traidor

y a mí, vulgar cicatero!

Narrador._ Tras lo dicho, picó espuela

a su famélico jaco

(significa decir flaco)

y por una callejuela

el penco, no corre, vuela

cual si fuese un pajarraco.

S.P. ._ No corráis tanto, Señor,

que mi jumento revienta

y aunque seguiros intenta

junto al galgo corredor,

le fatiga la calor

que en grados son unos treinta.

D.Q. ._ A un cura estoy divisando

muy cerca de aquel convento

y tengo un presentimiento:

Pronto estará preguntando

quienes somos y a do vamos.

Que a dos frailes humillamos

y dimos muerte a un soldado,

al clérigo le diremos

y después continuaremos

tras habernos saludado.

S.P.._ Pues mejor es confesarnos

y decirle la verdad

al inquisitivo abad:

“Un par de meses pasamos

sin mantas para abrigarnos

en prisión, de esta ciudad”

D.Q. ._ ¿Un caballero en prisión

junto a su fiel escudero?

¡Jamás hubo un caballero

que hiciera una sinrazón,

ni acusado de traición

en mazmorra prisionero!

Ni tampoco un carcelero

de apresados, cuidador,

con suficiente valor

para arrestar caballero,

por matar a un bandolero

o un soldado zapador.

S.P. ._ Con la iglesia hemos topado

y nos puede castigar

e igualmente perdonar,

tras habernos confesado

de tan funesto pecado

como es, a un fraile vejar.

D.Q. ._ Medroso eres, e ignorante

cual corresponde a un lacayo,

que muy lejos de ser gallo

sólo es cobarde viandante.

Mas un caballero andante

de acerada espada armado,

no puede ser arrestado

por guarda insignificante.

Y si un fraile nos delata

ante la Santa Hermandad,

que no me pida piedad

ni venga dando la lata

porque Quijote le mata,

para que descanse en paz

junto al diablo Satanás

ardiendo en vivaz fogata.

Por cierto, fiel escudero,

contesta con claridad

a mi pregunta sagaz:

¿Viste tú, algún caballero

tan valiente y tan activo,

noble, prudente y altivo

y al mismo tiempo señero

como este bravo guerrero?

S.P. ._ ¡Pues la verdad le diré!

Nunca otro más diestro vi

a pesar del frenesí 

que en mi Señor atisbé.

Tampoco más aguerrido

y ni vagando conmigo

ni tratando al enemigo,

soberbia nunca observé

en  vuestra merced, amigo.

Hazañas contáis por miles

y por miles los amigos;

estos pueden ser testigos

de que mató sólo a viles,

y nunca jamás civiles

fueron de Vos, enemigos.

D.Q. ._ A mi Dulcinea debo

todo cuanto tuve y tengo,

y aunque de nobleza vengo

de su roja sangre bebo;

mas ni soñar ni dormir

ni mucho menos vivir,

puedo sin su compañía

porque muerto acabaría.

¡Ay, Dulcinea querida!

¡para quererte nací,

            siempre amándote viví,

y por ti ofrezco mi vida

porque no vivo sin ti!

S.P. ._ Bien decís y cuerdo estáis

mi querido Don Quijote

pues Vos sacasteis a flote

la barca con la que remáis,

el honor que blasonáis

y vuestro glorioso mote.

Y no fueron por millares

los matados por villanos,

pues sus soberanas manos

mataron de militares

a tantos miles de pares,

como en tierra hay de manzanos.

D.Q. ._ Con el respeto debido

te revoco tal errata:

Don Quijote sólo mata,

al inefable bandido

que sintiéndose ofendido,

cretino él, le da la “lata”.

Así mismo, al burlador

de  damas nobles y honradas,

(solteras o desposadas)

y al repugnante traidor

que sólo siembra dolor

dando viles puñaladas.

Narrador._ Sancho Panza, mil lisonjas

a Don Quijote endilgaba,

y con pavor le miraba

las orejas medio rojas,

pues por entrambas sangraba.

S.P. ._ Un alto hagamos Señor

y sus heridas curemos

pues si no, nos exponemos

a que aumente su dolor,

que ya palpable sentimos.

Sangrando estáis por un pie

y por la oreja derecha;

la izquierda tenéis maltrecha,

según yo mismo doy fe

y no me gusta esta fecha

para encomendarle a Dios.

D.Q. ._ ¿Y por dónde sangráis Vos

mi escudero y servidor?

S.P. ._ ¡por el corazón, mi Señor,

sangrando estamos los dos!

D.Q. ._ De romero, un ungüento

llevo bajo mi montura

y con  yerbajos se cura,

la más nefasta sutura.

S.P. ._ A gobernador renuncio

de la ínsula ya ofertada,

otro sí a llevar espada

y desde ahora os anuncio

que nunca os pediré nada.

Mas pongo una condición,

para al cargo renunciar;

el brebaje de curar

la herida del corazón,

me tenéis que revelar.

D.Q. ._ Muy fácil me lo ponéis

mas soy gustoso en cumplirlo.

Presto podéis escribirlo

para que no lo olvidéis:

S.P. ._ Digo un tanto pensativo

que no tomé lapicero,

ni una pluma, ni un tintero

y por lo tanto, no escribo;

mas tengo bonísimo oído,

¡habladme pues caballero!

que escucha vuestro escudero,

lo que le habéis prometido.

D.Q. ._ Si me rajaran de un tajo

la barriga por mitad,

en vez de pedir piedad

coge un cacho de tasajo

y friccióname enseguida.

Sana quedará la herida

y sin cicatriz ninguna.

S.P. ._ Pues nunca mayor fortuna

Don Quijote, podéis darme.

La pócima venderé,

mucho dinero ganaré

que de oro voy a forrarme.

D.Q. ._ Mas ni bálsamo le cura,

ni pócima resucita;

pues si la muerte le invita,

puede abrir la sepultura.

“Se curará su locura

e irá Vos con Santa Rita.

S.P. ._ Sin embargo, ¡cuán disfruto

sirviéndole de escudero,

de arlequín, o de loquero!

pues jamás con Vos discuto

y aunque me tildéis de bruto,

de verdad, ¡igual os quiero.

Continuará…

Otros artículos: