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DE LO QUE SUCEDIÓ A DON QUIJOTE CON UNOS CABREROS

Por JOAQUÍN CUETO OTÍ

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DE LO QUE SUCEDIÓ A D. QUIJOTE CON UNOS CABREROS

          “CON LA VENIA DE MIGUEL”

O (EL QUIJOTE EN VERSO)

por Joaquín Cueto Otí

 

DE LO QUE SUCEDIÓ A D. QUIJOTE CON UNOS CABREROS  ( IX)

D.Q. ._ ¡Horas llevo sin reñir

que siglos me han parecido!

¿Dónde estáis y do habéis ido

que no queréis combatir?

Por allá  veo venir

a  un, desde siempre enemigo,

quizás a combatir conmigo

sin saber que va ¡a morir!

S.P. ._ ¡ Son dos vulgares cabreros

con un rebaño de cabras!

D.Q. ._ Pues retiro mis palabras.

Ante ellos quito el sombrero

porque mermaría mi honor,

si con pastores riñera;

pues reñir con un cualquiera,

que riña un cualquier pastor.

Acomoda a tu jumento

y asimismo a Rocinante.

Pon al can de vigilante

y tú, descansa un momento

o mejor dicho un instante.

S.P. ._ ¿Cómo quiere que dormite,

si con hambre jamás duermo?

¡y en este terruño yermo

nada hay que a comer invite!...

¡Cecina de cabra huelo

y de gusto me relamo!

¿Serán los cabreros, mi amo

o el olor saldrá del suelo?

D.Q. ._ ¡Que sean cabreros temo!

pues con tales alternar,

es para un hombre vulgar

o un infame blasfemo.

Jamás para un caballero

de jaco, brida y  espuela,

que va siguiendo la estela

que le dicta el noble fuero.

Tendré que hacer excepción

tan sólo un nimio día,

o alargaré mi agonía

como un mísero castrón.

S.P. ._ Piense vos, cuán nobles son

y con ellos confraterne,

para que tamaño alterne

no precise de perdón.

Comamos ambos castrón

Y después, si a mano viene,

a los cabreros cercene

el honor y el corazón.

D.Q. ._ ¡Bienvenidos, caballeros

de alta alcurnia y mejor rango!

Cabrero.- Usted la metió hasta el mango,

pues sólo somos ¡cabreros!

D.Q. ._ Perdonad tan grave error

seáis cabreros o no,

porque aquel que perdonó,

no mermó por tal su honor;

ni dio muestras de temor

perdonando a quien erró.

cabrero._ Tengamos en paz la fiesta

y comamos el guisado,

al que hoy estáis invitado

y tras comer, una siesta

echad en aqueste  prado.

S.P. ._ Servidle a mi buen Señor

tan suculento yantar:

de cabrito, el costillar

y morapio del mejor.

Para su fiel  servidor,

si no es mucho molestar,

pues servidle algo vulgar:

¡al completo, el asador!

Cabrero._ Sentaos sobre un dornajo,

noble caballero andante;

y su sin par Rocinante

puede degustar escajo,

helechos y algún yerbajo;

mientras el buen Sancho Panza,

come abundante pitanza.

D.Q. ._ Que un caballero cual yo,

se tenga que rebajar

ante un pastor de lanar,

que cabalgando topó

¡es para echarse a llorar!

S.P. ._ No se preocupe Vos,

¡pues crecerá su merced!

y mi barriga, tal vez

cobije el yantar de dos.

Cabrero._ Os serviré un cabro entero,

pues para humilde pastor

servir es muy grande honor,

si el servido es caballero.

D.Q. ._Me servirá mi escudero,

siempre humilde servidor

al servicio de un Señor,

que es invencible guerrero;

o servidme vos, cabrero,

tal como me habéis pedido

porque os digo convencido,

que seréis buen camarero.

Asimismo a mi escudero,

serviréis doble ración;

ya sea cabra, castrón

o el más rechoncho cordero.

Sentaos aquí, a mi lado

que no es para mí desdoro,

sino un honor que valoro

en más valor que un ducado.

S.P. ._ ¡Gracias! y muy merecidas

os doy con mi corazón:

Sois tan noble y bonachón,

que ya tenéis concedidas

 indulgencias desde el Cielo

y en lo referente al suelo,

aventuras desmedidas

ganadas con grande anhelo.

Narrador._ Sancho comió como un chon

y después echó la siesta.

La panzada le molesta

y le jeringa el riñón.

Se le indigesta el castrón

y para aguarle la fiesta,

le picó ruin arañón

en el centro de la testa.

S.P. ._ Gran merced me concediste

don Quijote idolatrado:

Jamás me dijiste “criado”

ni bramando me reñiste,

ni hiciste mi vida triste

vejándome cual malvado.

Por mi honor, os juraría

que comer juntos los dos,

es cual bendición de Dios

al alba de un nuevo día.

Es disfrutar de placer,

comer juntos el yantar

y asimismo, cabalgar

al lado de su merced,

es cual agua de beber

para las sedes saciar.

Prefiero un cacho de pan

en su compaña comido,

que buen guisado, servido

por miserable patán

y regado con champán

del sur de Francia traído.

D.Q. ._ No os humilléis cual servil

aunque seáis escudero,

pues lo sois de un caballero

tan honrado y tan gentil

que de damas, más de cien mil

me dijeron: “yo te quiero”:

¡Sois buen Sancho, mi escudero,

mas no os sintáis humillado

por ser de hidalgo, su criado!

S.P. ._  No me siento tal, Señor,

porque es para mí, un honor

servirle como empleado

pues me siento afortunado

sólo con su compañía,

su bondad y su hidalguía.

Cabrero._( ¿Estarán locos de atar

éstos, nuestros invitados,

que parecen albergados

cual cabra en un palomar?

Sancho Panza es un glotón

y su dueño un esperpento

que desde su nacimiento,

no comió lo de un gorrión.

Tan flaco está el caballero

que se parece a un silbido

de un bacalao, salido

y en anzuelo prisionero.)

D.Q. ._ ¿Es que el postre no servís

detrás del cochino asado?

Cabrero._ Bellotas de roble ajado

es lo que Vos me pedís

para postre del banquete,

y ¡os lo serviré en un brete

si otra cosa no decís!

D.Q. ._ Dichosa la golosina

que Vos, cabrero ofrecéis

y apañada en monte habéis

bajo una robusta encina.

Y dichoso aquel antaño,

en que un enhiesto castaño

quitaba el hambre de encima.

Aquello era libertad

para comer y beber;

lo primero sin temor

al dueño de la heredad

y lo segundo en la fuente

de cualquier terrateniente,

de más o menos edad.

Cabrero._ Siendo cual soy su anfitrión,

con mucho orgullo, le digo:

En breve, vendrá un amigo    

a cantarle una canción

y de cuya ejecución

será usted, cabal testigo.

Lo mismo canta al amor,

que a doncella desdichada;

a una flor recién regada,

o a la escarcha del albor.

Canta como un ruiseñor

y además, no cobra nada.

D.Q. ._ ¡Buen cantante tiene que ser

quien canta por divertir,

sin ruin soldada pedir

ni una dádiva querer!

Cabrero._ Es que canta por placer

y el cántico es su vivir.

Además sabe escribir

y con los dedos, sumar.

Y tiene tan diestra mano,

como quien yendo a cazar

sin apenas apuntar,

mata de un tiro al milano.

Por eso en este lugar

no podríamos dormir,

ni siquiera dormitar

sin tal mozo, aquí venir.

Pronto le veréis llegar

con su artesanal rabel

y no hay ninguno cual él,

en todo aqueste lugar.

Narrador.- Para ser torpes cabreros,

(dijo a su amo el escudero)

se burlan del mundo entero;

son sabios, cual ingenieros,

posiblemente cuatreros

y a nada ponen un pero.

D.Q. ._ Mofarse de un caballero,

con la muerte se castiga

rajándole la barriga;

o cortándole el garguero

con navaja de un barbero,

tras colgarle de una viga.

Narrador._ No más, pasado un momento   

los retingles de un violín,

se oyeron desde el confín

cual rebuzno de jumento,

llevado allí por el viento

sobre alas de un serafín.

Un rabel, ( quise decir)

no violín de profesor,

pues sabemos que un pastor

toca para divertir

a quien sólo quiera oír

un rabel o un mal tambor.

El retingle se acercaba,

nítido se percibía

y Don Quijote decía

a Sancho, que ya roncaba:

“¡despiértate, vida mía!”

D.Q. ._ ¡Pórtate con gallardía,

que ya se acerca el cantante

y no sería elegante

roncar, mientras canta Usía!

Narrador._ No concluyó el caballero

su corta disertación,

cuando una bella canción

(cantada por buen coplero)

irrumpió en aquel mesón:

Era el mentado cantante

y con el mismo instrumento

que dijera hace un momento,

el cabrerillo al Andante.

Quien tan buen rabel tañía

y que romances cantaba,

era un mozo que asombraba

por su briosa gallardía.

Con pizca de picardía

que a las cabreras gustaba,

una copla recitaba

que de memoria sabía;

y al recitarla intuía

que a  damas enamoraba. 

D.Q. ._ ¡Cual los ángeles cantáis!

y la gloria merecéis:

que mil versos recitéis,

por lo muy bien que lo hacéis,

los romances que sabéis…

Cabrero._ En honor del caballero,

cantaréis hasta morir

lo que a él, le plazca pedir.

Cantaréis como un jilguero

trina en el florido abril.

Narrador._ ¿Cenaste Antonio querido?

(los cabreros preguntaron

y ellos mismos respondieron)

Cabrero._ Si por casual no has comido,

híncale el diente al guisado

que es de tierno recental,

aderezado con sal

y perejil bien picado.

Narrador._ Sació Antonio el apetito

y complació a la cabrera

que actuó de cocinera,

guisando el dicho cabrito:

Antonio._ Vos preparáis el refrito,

para los dedos chuparse

y las manos, ¡no lavarse!

¡rico, está rico, (repito)!

y pues, me pedís que cante

en honor de estos señores;

cantaré con mil amores

para el caballero  andante

y su criado rozagante.

Tras hacerles los honores,

paliarán sus sinsabores

y dirán: ¡sois gran cantante!

D.Q. ._ La balada que prefiero

no es un cántico vulgar

para un cualquiera escuchar.

Lo que yo escucharte quiero

es de nuestro refranero,

coplas que hagan sollozar.

Antonio._ Pues no tendréis que esperar:

Os cantaré una tonada

que además de ser balada,

quizás os haga llorar.

D.Q. ._ ¡Cantad ya, que me impaciento

y desenvaino mi espada!

Cantad de amor la tonada

en este mismo momento;

mas no cantéis cual jumento

¡asido a una cabezada!

Narrador._ Sin hacerse de rogar

sobre encina desmochada

se sentó para cantar

la más bonita tonada

que nadie pudo escuchar.

Antonio._ Escuchad con atención

que ya recitando estoy

y por doquiera que voy,

apreciada es mi canción.

Así que ¡silencio Señor!

que en el aire está el cantar

y cual podréis comprobar

es una canción de amor:   

 

A OLALLA

¡Bien sé yo, bella Olalla que me adoras;

aunque por rubor, no me lo insinuaste!

Lo mucho que me quieres, ¡lo callaste!

pero sé que te pasas luengos días

sollozando, cual plañideras pías

lloran tras el cadáver del difunto;

tales lágrimas y llantos, barrunto

que son amores, que llorando imploras.

¡No calles más, habla, querida Olalla

porque con tu silencio me entristeces

y a tus sentimientos desobedeces!

No es más prudente quien medrosa calla,

que aquella que saltándose la raya

consigue querer, sin sufrir reveses;

pues el amor, te lo diré mil veces,

si se busca con ahínco, siempre se halla.

Si el amor sólo fuera cortesía,

sería fraude o repugnante engaño

y causaría al amor tanto daño

que de la congoja se moriría

tras  larguísima y penosa agonía.

Nunca des la espalda al amor sincero

ni le digas al querer: “no te quiero”

mi amada Olalla, pues te pesaría.

El querer es un peatón que no anda

ni tan siquiera parlamentar quiere,

pero maldice y repudia a quien le hiere;

si aqueste, tras torcerse se desmanda.

Por lo aquí expuesto, mi querida Olalla

si el amor en derechura viniere,

detenlo antes de que volar hiciere

y tras de otro querer, volando vaya

D.Q. ._ Si la gentil Dulcinea te oyera,

sin duda de ti se enamoraría

y tus bellas canciones cantaría,

como dama alguna, cantar hiciera.

¡Sancho Panza! Llamad  a la ventera

y que nos sirva una azumbre de vino,

tasajo del mejor y buen tocino

y que Antonio cante, ¡la noche entera!

Seguid amigo cantando y bebiendo,

que aquesta noche D. Quijote invita

y feliz canción que las penas quita,

haciendo al corazón, seguir latiendo.

Si Dulcinea te estuviese oyendo

disfrutando entre mis ilustres brazos,

se fortalecerían nuestros lazos

y amorosa, concluiría asistiendo

a mis ruegos, ¡con mil besos y abrazos!

Narrador._ Continua Antonio:

Para el ciego amor, mil mercedes pido

y las pido para el amor sincero;

pues éste, no entiende de ruin dinero

en alacena y por rufián metido.

Solamente entiende de amor querido

y que sea límpido y verdadero.

¡Mi querida Olalla! ¡Cuánto te quiero!

¡Antes me muero, que de ti me olvido!

Tres coyundas tiene una reina santa,

para amarrar mujeres insensatas

que nos aniquilan con sus bravatas

y que el hombre con paciencia aguanta.

Con la más áspera, su lengua amarra

mas ésta, con los dientes la desgarra

y ya suelta, cual si cotorra canta.

Con otra da en su frente una lazada

y cuelga de la misma sinrazones

que siempre son malignas intenciones.

¡No entiendo de razones ni de nada,

porque llevo puesta una cabezada

que sólo quito, en raras ocasiones!

¿Qué hará la bruja con la otra coyunda?

¡A ti bella Olalla, atará sin duda

con quien te ofrezca por querer ayuda!

mas nunca al pícaro que tanto abunda

y con su picaresca al orbe inunda.

Narrador._ Con tal romance cantado

por el cantante cabrero,

éste dio por terminado

aquel recital roquero,

que el auditorio embebido,

aplaudió, largo y tendido.

 Su tío, “El beneficiado”

dicha tonada compuso

y a penas la hubo cantado,

Don Quijote, otro discurso

les endilgó entusiasmado:

D.Q. ._ Quien bien recita, bien canta

y quien bien canta, es cantante

que se lleva por delante

con su límpida garganta,

más que en carga Rocinante.

 ¡Seguid cantando tenor,

que anonadado os escucho!

y creo escuchar a un chucho

o birriagas  de pastor,

bellas canciones de amor;

¡que me gustan mucho!

Seguid cantando, os sugiero,

que oíros cantar preciso

y sin hacer nimio inciso,

por favor: ¡cantad cabrero!

Narrador._ Don quijote no se duerme,

las armas está velando

y al mismo tiempo soñando

con algo que le concierne:

Sueña con su Dulcinea,

y en su delirio la llama

y hasta al Santo Cielo clama

el concluir de la odisea.

D.Q. ._ ¡Santos del Cielo! ¡Enviad

a Dulcinea mi aliento!

y que sea el fresco viento

quien lo lleve a mi beldad.

“¡Dulcinea! ¡Yo te quiero

como la noche al lucero

en la negra obscuridad!

¡Como el río quiere al mar

y la cigüeña a su nido!

¡Cual la mujer al marido

y el famélico el yantar!

¡Déjame mi amor amarte!

como aman los caballeros

a la luz de los luceros;

porque me place besarte,

viendo tus ojos señeros.”

Cabrero._ ¿Sois poeta, por ventura

según acabo de ver,

o quizás un mercader

con tan escasa cultura,

que tales versos procura

con disimulo aprender?

D. Q. ._ ¡Soy poeta y caballero!

y los versos que recito

a ruin cabrero, no admito

ponerlos en candelero;

porque dudar, considero

vil afrenta de un maldito.

Narrador._ para zanjar la cuestión,

uno de los dos pastores

le calmó con mil amores,

y hasta le pidió perdón

que aceptó de corazón,

aquel señor de señores.

Narrador._ Quijote rogó al cantante

por favor, otra balada,

mas Sancho que dormitaba

en un aposento aparte,

riñó al caballero andante

por las órdenes que daba:

S.P. ._ ¡Don Quijote! No procede

que pida más su merced,

ya que lleva entonadas diez

y aunque se lo pida usted,

yo pediré que no cante

porque si canta, “pardiez”

a Sancho, no hay quien aguante.

Con mi barriga vacía,

vivo cual un desahuciado

que va a ser ajusticiado,

y penando en cárcel fría;

espera el albor del día

para al fin ser ¡ajusticiado!

Mas saciado el apetito,

¡váyase al infierno el canto!

pues a mí, me importa un pito,

que cante un clérigo santo

o el pícaro “Gorgorito”,

chulo de cualquier garito.

Narrador._ ¡Querido Sancho! ¡te entiendo!

(Don Quijote respondió):

El jumento rebuznó

después que estuvo paciendo

y tras pacer, se tumbó

en el prado donde pació

y allí debe estar durmiendo.

S.P. ._ Me ofusca su comparanza

¡caballero   Don Quijote!

Comparáis (mas de rebote),

a vuestro fiel Sancho Panza

con un jumento manchego

cojo, belfo y burriciego,

que con lentitud avanza.

¡Duerma y descanse, Señor!

Cúrese la grande herida

que le infligió ruin pastor

para quitarle la vida,

y que se calle el tenor,

a quien su merced convida

con la más cara bebida

que haya bebido un cantor.

D.Q. ._ ¡Descansa tú, mi escudero

como descansa un cabrero,

la señora del ventero

y el cura, tras almorzar;

que yo tengo que velar,

sin dormir ni descansar.

y mientras las armas velo,

pienso en al pueblo volver

y los pleitos defender,

de quizás algún abuelo

que peina canoso pelo,

alguna viuda ofendida

en sus carnes agredida;

o miro al bendito cielo

pidiendo a Dios larga vida.

S.P. ._ Por la oreja está sangrando,

y oreja es de caballero

que nació para guerrero

y matar de vez en cuando,

con pulso firme y certero.

Debiera curar la herida

por si pudiera infectarse

y de este mundo largarse.

Piense en su bel prometida

pues va a quitarle la vida,

si se muere sin casarse.

D.Q. ._ ¡Dormid Sancho descuidado!

que yo seguiré velando,

bajo este cielo entoldado

¡con ábrego y lloviznando!

Cabrero._ No tengáis ninguna pena

porque yo puedo curarle,

sin apenas molestarle:

Bien guardada en la alacena

tengo una yerba tan buena,

que si le froto con ella

su oreja, queda más bella

que la bendita patena.

Narrador._ sin esperar su respuesta,

mano echó de un almirez

y con hierbas, ocho o diez,

a Don Quijote le apuesta

que en concluyendo la fiesta,

no habrá una muesca en su tez.

El lóbulo le frotó

con las yerbas el cabrero

y cual probo curandero

al caballero curó.

Éste, mil gracias le dio

y con la oreja curada

escuchó nueva tonada

que el dicho Antonio cantó.

Sancho Panza, aquella noche

cenó como un carretero,

sin considerar derroche

comer un pernil entero

y cual si fuese un ratero,

se aposentó en una alcoba

y pasó toda la noche

roncando, dicho escudero.

La luna en cuarto creciente

al noble quijote alumbra,

mas éste, en semi-penumbra

para que nadie le afrente;

vela cual buen caballero

por si soltera o casada,

precisa ser ayudada

en el momento postrero.

También duerme Rocinante

como asimismo, el jumento

y el galgo olfatea al viento

porque presiente el tunante,

que el buen caballero andante

sin esperar un momento,

mañana ordenará: ¡Avante!

continuará…

 

 

 

 

 

 

 

¡OJO!

 

 Así concluyó el cabrero

romance tan singular

y aunque quiso continuar,

al enclenque caballero

le sugirió su escudero,

que le mandara callar

D.Q. ._ Tenéis razón escudero,

pues precisáis descansar

y digerir el yantar,

obsequio de este cabrero.

Mañana cabalgaremos

quizás, tras de algún ladrón,

que si no pide perdón,

el alma le rajaremos

y asimismo el corazón.

Continuará…

 

 

 

 

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