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PEPE IZAGUIRRE Y SU PASIÓN POR TORRELAVEGA

Por JOSÉ RAMÓN SAIZ

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El pasado 12 de noviembre en el Ayuntamiento de Torrelavega se hizo entrega del título de Hijo Predilecto de la Ciudad a don José Izaguirre Cobo, historiador de temas locales. Este es el ofrecimiento del homenaje al que di lectura ante el alcalde, corporacion e invitados al acto:

"No les oculto que mi deseo inicial era improvisar unas palabras en este homenaje a Pepe Izaguirre, pero siendo consciente de que estamos en un acto institucional y lo institucional siempre es o debe ser solemne, he preparado hace unas horas estos pensamientos sobre el acto al que asistimos y del que nos congratulamos por vivir y compartir el mismo en presencia física de nuestro homenajeado.

En primer lugar, dejo constancia de mi agradecimiento a Pepe y a su hijo por confiarme esta intervención en la que quiero evocar con el mejor acierto posible la dimensión humana de nuestro homenajeado y sus aportaciones en libros y artículos a la historia local, reconocimiento que ya está desde hace tiempo en nuestros corazones por su buen hacer como ciudadano y torrelaveguense. Por ello, expreso el agradecimiento de cuantas personas estamos hoy aquí en este noble Salón de Sesiones y de los ciudadanos en general, al Grupo Quercus por elevar la petición de reconocimiento para don José Izaguirre Cobo, así como a la Corporación que ha oficializado este gran honor de Hijo Predilecto.

Conocí a Pepe Izaguirre allá por la mitad de los setenta, cuando nos reuníamos en la tertulia de la esquina del Saja, entonces importante cafetería de la ciudad, heredera en parte de lo que en su día había sido El Cántabro, propiedad de la familia Fernández-Diestro. Pepe, que en ese tiempo ejercía la dirección de una empresa perteneciente a la primitiva Forjas de Buelna en la que se había iniciado como químico en 1948,  acudía siempre que estaba en Torrelavega. Al margen de valorar en su tiempo cosas pequeñas y grandes de la ciudad, aquella tertulia tenía el valor de lo histórico, ya que estuvo a caballo entre la decadencia del franquismo y los intentos a una transición hacia la democracia.

En homenaje a personas que ya no están entre nosotros citaré de aquella tertulia los nombres del odontólogo Hermenegildo Fernández-Abascal, padre de Berta Fernández-Abascal Teira, responsable de la Escuela de Arte Municipal Eduardo López Pisano; el presidente de la Cámara de Comercio, el boticario Juan José Cacho Fernandez-Regatillo, el empresario del comercio, Pepe Bolado; el gestor administrativo Ricardo Bueno, el abogado José María Campo; Paco Entrena, otro empresario destacado de la ciudad y el médico forense, José Monforte. Es posible que asistieran otros, pero no lo hacían a diario. De los que están afortunadamente entre nosotros, además de destacar a Pepe Izaguirre, cito al profesor del Instituto Marqués de Santillana, doctor en Ciencias Químicas, que fuera teniente de alcalde de este Ayuntamiento en la primera Corporación democrática, Gonzalo Sánchez Moreno.

Pepe Izaguirre no perdió su afición a las tertulias ya que a la que habitualmente mantuvo durante años con los miembros del Grupo 1900, en su sede de la Avenida Menéndez y Pelayo –Cándido Román, Ángel Montes, Manuel Quevedo y el propio Ricardo Bueno- hasta no hace mucho tiempo formó también parte de la de la Cafetería El Grano, en la Plaza Baldomero Iglesias, con tertulianos de relevante referencia torrelaveguense como Jaime Asensio, Alejandro Campo,  Antonio Pila, Pedro García Carmona, José Antonio Velarde y José Nicasio Gutiérrez, además del desaparecido y recordado Ricardo Bueno, Hijo Adoptivo de la Ciudad.  

Esta afición a las tertulias y a lo que se cuece en las mismas, es innata de los historiadores de fina intuición y amplios quehaceres ya que en ellas se evocan recuerdos y anécdotas de un pasado que se fue y del que debemos recoger todo aquello que merece ser relatado para futuras generaciones.

Por esta razón he querido manifestar esta afición de Pepe Izaguirre por las tertulias. Es probable que quienes acuden a las mismas no piensan en las claves del historiador, concediendo a este tipo de encuentros el estricto significado de convivencia y amistad que comparten unos amigos. Sin embargo, el historiador escucha y analiza lo que oye y lo lleva al contexto de su época. Para nosotros tiene ese valor de narración que el resto no siempre percibe.

Estas tertulias a las que me refiero son las auténticas y nada tienen que ver con aquellas que se llaman ostentosamente tertulias, tan en boga de las televisiones que las convierten, día a día, en  simples trincheras ideológicas. Solo con ver el logotipo de la cadena que aparece en pantalla, ya adivinamos casi sin esfuerzo de qué lado se va a decantar la opinión.

Dicho esto, ya afirmo que Pepe Izaguirre tiene en las personas que nos consideramos sus discípulos, el valor y la importancia que siempre ha dado al Archivo Municipal. Sepan muchos de ustedes que Torrelavega creó su Archivo a partir de 1984 cuando los tres concejales del Grupo Comunista –Emilio de Mier, Pedro Lobeto y Jesús de Cos- presentaron ante el pleno una moción para que se creara el Archivo Municipal

Los concejales proponentes hicieron ver en su iniciativa "la paradoja que suponía el hecho de que un Ayuntamiento que dotaba un premio de investigación histórica, el "Ciudad de Torrelavega", careciera de un Archivo organizado", abordando en la referida moción la “imperiosa necesidad de que los fondos documentales y el patrimonio municipal sean conocidos, ordenados y controlados por la responsabilidad de funcionario competente”, instando al Consistorio a que procediera “de modo inmediato a la ubicación de un local para archivo y a la creación de la plaza de archivero”. Felizmente, el pleno aprobó aquella moción y en diciembre de 1985 se creaba la plaza correspondiente para dirigir y poner en marcha el archivo, hoy un patrimonio indiscutible de la ciudad.

De aquel hecho de gran importancia, han pasado treinta años y en este tiempo se ha logrado contar con un Archivo y Hemeroteca que está dotado de una magnífica sede y que permite a los investigadores en general la realización de su trabajo con la exigible dignidad. Pepe, obviamente, no ha podido disfrutar de estas modernas instalaciones, pero nosotros damos fe de lo dicho. Sin embargo, cuando él sumaba ya casi setenta años, tenía que subir muchos días las setenta escaleras que era necesario superar desde la calle para llegar al lugar, quizás un poco escondido y escasamente relevante, al que se había mandado el Archivo.

Pero aunque las condiciones no eran las óptimas –mejor dicho, eran escasamente alentadoras para el fin perseguido- Pepe Izaguirre nos obsequió con libros relevantes sobre la historia de la ciudad. Es decir, el trabajo era doble: investigar en un contexto que no era el mejor y elaborar posteriormente el trabajo de investigación, a través de antiguos medios que nada tienen que ver con las modernas tecnologías de la información.

Por todo ello, permítanme afirmar que tengo una gran devoción y respeto hacia las personas de las que se aprenden cosas. Pepe Izaguirre forma parte de ese grupo que representa un ejemplo en el servicio a la ciudad desde la historia. Narrar con rigor el pasado es una respuesta de ética que exige la sociedad de nuestro tiempo.

Además, yo definiría a Pepe Izaguirre, si tuviese que hacerlo con un frío titular periodístico, como un ejemplo, de los últimos, de “portugués” ejerciente de nuestra Ciudad. Esta referencia identitaria me recuerda uno de sus sabrosos comentarios en su libro sobre 22 Calles de la Ciudad en el que al referirse a Tuto Berrazueta, miembro destacado de una familia relevante de la calle Ancha, oficialmente José Felipe Quijano, nos indica que el personaje en cuestión cada vez que salía de Torrelavega expresaba por doquier su condición de torrelaveguense y sus querencias por su pueblo.

Tuto Berrazueta que viajó por toda España y que en todas en partes le gustaba proclamar, sobre todo, que era de Toreelavega escuchó siempre –como nos narra Pepe Izaguirre- una misma exclamación de asombro. Nuestro historiador vinculó la pérdida física de Tuto en 1984 a la progresiva desaparición del calificativo de “portugués”, afirmando a continuación –lo que también hacemos nuestro- “si es así, lo lamento”.

Termino, afirmando una vez más la vinculación de las investigaciones de Pepe Izaguirre al Archivo Municipal, fuente esencial para labrar historia local que en su caso se suma a su propio saber, conocer y vivir que esencialmente a lo largo del siglo XX ha protagonizado nuestro Hijo Predilecto. Es así como sus narraciones -en sus numerosos textos en libros y artículos- tienen el valor de esa suma de lo que dicen las fuentes documentales a las propias vivencias, tan ricas y de tanta trascendencia en su caso a la hora de pergeñar definitivamente esa historia que ha vivido y siente especialmente. 

Particularmente, quiero dejar aquí mi testimonio de agradecimiento por encontrarle en la mirada, con la que fue su esposa, María Jesús de la Osa, acto este del que es también partícipe, en presentaciones de mis libros que encuentran en su obra una referencia de inestimable valor.

Hoy, en nuestra sociedad, es necesario más que nunca el optimismo, como demuestra Pepe Izaguirre, que no ha dejado de trabajar y luchar por la necesaria dignificación del trabajo de investigador e historiador, a pesar de que su carrera profesional fue la de químico. Sabed todos que esa es una voluntad que recibimos de Pepe Izaguirre. Sin duda,  en el camino que nos aguarda nos espera una subida empinada. Puede que no lleguemos en varios años. Habrá percances y comienzos en falso. Pero llegaremos, porque mientras respiremos tenemos esperanza. Esa esperanza que Pepe nos inculca después de haber vivido y afrontado tiempos de bonanza y momentos críticos.

En definitiva, debemos trabajar con entusiasmo y constancia por una ciudad que merece un futuro necesariamente próspero y duradero. Pero debemos hacerlo –referencia inexcusable-  conociendo y amando nuestra historia y rindiendo tributo de amor y admiración a nuestros antepasados que nos legaron otro futuro mucho menos injusto que el presente que ellos vivieron.

En ese gran objetivo, querido Pepe, no podemos olvidar un principio esencial que también debe conducir nuestras vidas:

"Los pueblos que olvidan sus tradiciones pierden conciencia de sus destinos, y los que se apoyan sobre tumbas gloriosas son los que mejor preparan el porvenir".

Este debe ser nuestro reto y nuestra norma de conducta. Porque a pesar de vivir, hoy, en un mundo globalizado, no podemos perder la referencia local, la más próxima, en la que encontramos nuestras raíces y la huella perenne de nuestros antepasados a quienes en tu nombre rendimos tributo de recuerdo y reconocimiento en este acto. 

 

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