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DE LO QUE SUCEDIÓ AL INGENIOSO HIDALGO EN LA VENTA, QUE ÉL IMAGINABA SER UN CASTILLO. (XIV)

Por JOAQUÍN CUETO OTÍ

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DE LO QUE SUCEDIÓ AL INGENIOSO HIDALGO EN LA VENTA, QUE ÉL IMAGINABA SER UN CASTILLO. (XIV)

 

“CON LA VENIA DE MIGUEL”

O (EL QUIJOTE EN VERSO)

POR JOAQUÍN CUETO OTÍ

 

(Después de la aventura con los yangüeses, que dejaron a Rocinante magullado, D. Quijote continuó el viaje en el rucio de Sancho…)

Narrador._ Y concluyo, resumiendo,

Sancho acomodó cual pudo

sobre un vetusto felpudo,

(que parecía un remiendo)

a su dueño Don Quijote

quien señalando al cogote,

terminó al criado advirtiendo:

D.Q. ._ Coge al rucio del cabestro,

me montas en tu jumento

y sin perder un momento

(que pudiera ser siniestro)

llévame hacia algún convento

o a un castillo, si eres diestro.

¡Ay! ¡cuánto me duele! Sancho,

por adentro el corazón,

y mucho más la traición

de un yangüés ¡viejo y parrancho!

Con bastón demoledor,

un bastonazo certero

(parte arriba del trasero),

me dio aquel yangüés traidor

igual que a un can ratonero.

S.P. ._ Atisbo allá en lontananza

una venta, y una ventera

tan guapa y tan placentera,

que verla, inspira confianza;

palabra es de su escudero,

que de mujeres entiende,

más lo que con Vos aprende;

¡mi querido caballero!

D.Q. ._ No tiene nada de venta,

castillo es, y del ducado:

Sancho, te has equivocado,

en veces más de cuarenta

y aún el día no ha empezado.

Narrador._ sin duda alguna, era venta

y no un castillo ducal,

cual decía el caporal

que hasta a molinos se enfrenta.

Ventero._ ¿Vos montado en ruin jumento,

cabalgáis por estos pagos?

D.Q. ._ Paso por días aciagos

y hoy respiro ¡sufrimiento!

S.P. ._ ¡Callad Señor!, un momento

y permitidme un decir:

lo que usted llama sufrir,

no es para hacer testamento

porque aún tenéis aliento

y estáis lejos de morir.

El Señor se despeñó

y se brumó dos costillas,

que las tiene hechas astillas,

lo cual, atestiguo yo;

un fraile se las curó

pero nada más de paso

que no le hizo mucho caso,

pues ni vendarle intentó.

Narrador._ Dicho ventero, tenía

una mujer que era un cielo:

Sedoso y castaño pelo

de su cabeza pendía,

y su blanca dentadura

era un panal de dulzura,

que rica miel parecía.

Tan pronto vio al caballero

machacado y malherido,

dio recado a su marido

que le acercara un mortero,

varios ajos del ajero

y un cebollón bien cocido.

Su bel hija, (quinceañera)

doncella de gran prestancia

y orgullo de dicha estancia,

fue en curarle la primera,

sin un quejido siquiera

del valiente caballero.

Al servicio del ventero,

una robusta asturiana

de muy bien ganada fama

(a la mala me refiero)

encandiló al caballero

y éste, enamoró a la dama.

Maritornes se llamaba

la servicial asturiana,

lujuriosa y casquivana,

cuando con hombres trataba.

Lascivia era dicha criada

y su acentuada gordura

se atisbaba en la cintura,

que en verdad era abultada.

La fregona antes citada,

(Maritornes “La asturiana”)

aceptó de buena gana

ser de la ventera criada,

pues la vida regalada

le gustaba a la holgazana.

Desgracias de familiares,

desagradables sucesos

y otros falaces excesos,

o mejor dicho avatares;

la obligaron a servir,

pues no quería morir

de hambre, en aquellos lares.

Preparando cama o lecho

no era diestra la asturiana

que junto a su falaz ama,

jamás una, habían hecho.

¿Qué camastro ambas hicieron

al malherido Señor?

¡No se lo hicieron mejor,

que como hacerlo pudieron!

mas nunca como quisieron

hacer tan grande favor.

Contiguo a dicho camastro

en que a Quijote tumbaron,

a un arriero aposentaron

como si fuera hermanastro:

Le dieron festín sin tasa

a base de buen tocino,

más, costillas, pan y vino;

y rico queso de la casa.

Tan afortunado arriero,

se tapó con sendas mantas

que quizá serían blancas,

cuando las vendió el tendero;

pero hoy, tan negras estaban

como la piel de un minero.

Con visos de acaudalado,

llevaba regio sombrero

que le tapaba el alero,

por los años arrugado;

un bigote, bien cuidado,

también lucía el arriero

y fumaba un habanero

que en Cuba había comprado.

De mulos, una docena

sobriamente enjaezados,

con arneses plateados

degustaban parca cena:

Atados, y bien estaban

con una gruesa cadena

y rascaban la melena,

pues las pulgas les picaban

para amargarles la cena.

Hubo pacto, entre el arriero

y Maritornes, la criada,

que sin él pedirla nada

ofreció al acemilero,

amor tierno y verdadero

sobre una misma almohada:

Criada._ Cuando ya estén acostados

mis amos, y estén dormidos,

nosotros, en cama unidos

como dos enamorados;

estaremos abrazados

y a casarnos decididos.

Narrador._ Tal criada tenía fama

de su palabra cumplir:

Dar, al tiempo de pedir.

Acostada ya en la cama

y con premura reclama,

lo que yo debo omitir.

(De Ricamonte Tablante,

comentan que fue su autor

y era tan buen escritor,

como hombre de mal talante).

No protestó el arriero

a las hembras que vagaban,

a la vera del ventero

y tras decirles “¡les quiero!”   

vio cuando éstas se acostaban.

D.Q. ._ Sobre el suelo dormiré

como un caballero duerme,

porque a villanos concierne

(según a alguien escuché)

dormir en camastro blando.

Preciso es, estar velando

las armas con luenga fe,

porque anoche no velé

y estuve, (a mi ver) pecando.

Ventera._ Con esta colcha taparos

Don Quijote, señor mío,

no durmáis en lecho frío

que podéis acatarraros,

y coger ruin pulmonía;

pues la noche es larga y fría

y el diablo puede llamaros.

Hechas con cuero de adarga

son mis mantas, Don Quijote,

y dormir al despelote

es una experiencia amarga,

que no incluirla le aconsejo

en su repertorio añejo,

que con tanto celo guarda.

D.Q. ._ Son consejos de mujer,

a quien contrariar, no quiero

porque soy tan caballero

que más no lo puedo ser:

Cuanto os digo, no es mal juego,

porque las armas juré

y el tal juramento fue

por mí, rubricado luego.

Conque sobre esta tarima,

mis huesos reposarán

y os juro que sanarán

si buen ungüento le arrima.

Narrador._ Entre la gentil ventera

y su precioso retoño,

cogieron  cual, si un coloño

al demente calavera;

ni mal quejido exhaló

cuando a la cama lo echaron,

entrambas le desnudaron

y el Quijote se relajó.

La pulcra y cándida criada,

con un candil alumbró

el cuarto en que aposentó

al Señor y a su embajada,

y mirando el bizmado, vio

en Don Quijote, chichones

y muy gruesos moratones;

por lo cual le preguntó:

¿Algún traidor le zurró

con vil fusta, sus riñones?

S.P. ._ Fue golpeado, ventera,

por Peña de Tropezones,

quien machacó sus riñones

y su ¡dignidad señera!

Por eso, la posadera

la tiene hecha ¡mil jirones!

Curadle los moratones

con ungüento o medicina,

porque si pronto camina,

les pagaré ¡cien doblones!

Prestas, procurad sanarle,

que es recio como la encina

y lleva al demonio encima,

para en apuros, rezarle.

Ventera._ ¡Bien se ve que le queréis!

pues le tratáis cual familia,

según decís en la homilía

que enunciarme ha poco habéis.

S.P. ._ Tan sólo soy su escudero,

más por íntimo le tengo

y tras de su estela vengo,

por amor, no por dinero.

Le curaréis, de manera

que algunas estopas queden,

pues sus ungüentos se venden

cual si plata de ley fuera.

Mas también yo estoy molido,

de chichones estoy lleno

y al alba habré ¡fenecido!

Ventera._ Pues según os explicáis,

¡también usted se cayó,

cuando al dueño socorrió!

S.P. ._ ¡Ventera! ¡os equivocáis

con tan burda afirmación!

¡Nunca estuve malherido,

ni del jumento he caído

ni jamás me hice un chichón!

Ventera._ bien podéis tener razón,

Sancho Panza de mi vida:

Yo estuve muy malherida,

pues me caí de un peñón

en donde estaba subida.

Durante larguísimo año

viví un tanto derrengada

con una pierna tronchada,

muy malherido el Carcaño,

astillado el costillar

y ni miento ni le engaño,

vil dolor en la lumbar.

S.P. ._ ¡Ahí voy a parar, señora!

Un servidor, sin soñar

se quedó sin un molar,

al despertar de la aurora:

Aquí tengo un cardenal,

en sala parte un chichón,

un dolor en el riñón

y en verdad, me encuentro mal.

Narrador._ ¿Cuál se llama, caballero?

(Maritornes preguntaba

y Sancho así contestaba)

“¡yo, tan sólo soy escudero!”

El caballero, es el otro,

famoso en el mundo entero

por ser temible guerrero

y dueño de noble potro.

Él, es un aventurero

que va desfaciendo entuertos,

por miles cuenta los muertos

y sus fracasos son cero.

Con la espada en candelero,

jamás conoció derrota,

peleando no se agota

y bien paga a su escudero.

Maritornes._ ¿Caballero y aventurero,

es tan apuesto Señor

y tiene tanto valor

como el más bravo guerrero?

S.P. ._ ¡Jamás habló Vos mejor,

servidora del ventero!

¡Con las armas es certero,

con las hembras, predador

y referente al honor;

el más grande caballero!

Maritornes._ ¡Palabrejas que no entiendo!

de caballo, caballero;

de aventura, aventurero;

y según aquí estoy viendo,

tiene muy guapo escudero.

S.P. ._ ¡Sois chiquilla, tan novata,

y sabéis tan poca cosa,

que parecéis mariposa

en las fauces de una rata!

Maritornes._ ¡Soy como marchita rosa

que está esperando a que llueva!

y en sus alforjas no lleva

más que ignorancia y pobreza,

que a mí ver, ¡no es ruin bajeza!

S.P. ._ ¡Sois más tierna, que una breva!

Tanta ignorancia lamento,

mas os informo con gusto:

Mi señor, es noble y justo

y jamás montó un jumento,

ni descansó ruin momento

en confortable colchón;

¡le bastó un nimio rincón

del más humilde convento!

Llegará a gobernador,

coronel o general,

de gran rancho, caporal

y llegará a emperador

porque le sobra valor

y es un hombre muy cabal.

Hoy puede ser desdichado,

mañana tener corona

y ser señorial persona

por príncipes saludado,

y si fuera algo ambicioso,

podría ser regio esposo

con bella reina casado.

Ventera._ Y siendo Vos, su escudero,

hombre de total confianza

que controla su finanza,

¿Cómo dicho caballero,

mi querido Sancho Panza,

no le nombra su ordenanza

en algún reino extranjero?

S.P. ._ Pronto seré de un condado

mandante, cual caporal

y Capitán General,

de un ejército mandado

por mi Don Quijote amado,

de quien siempre fui leal.

Temprano es para pedir

cien títulos de grandeza,

mas nuestra aventura empieza

y no me gusta mentir

cuando logremos batir

a un general de Su Alteza.

Y a gusto, renunciaría

a cien títulos y a mil,

y seguir siendo alguacil,

si mi señor curaría;

pues con locura le quiero

y ser de él, fiel escudero,

ni por rey lo cambiaría.

Narrador.- Las pláticas del criado,

su Señor las escuchaba

y al escucharlas lloraba

sobre la cama tumbado,

sollozaba emocionado

además de enternecido,

pues jamás habría creído

que tan noble era su criado.

Levantose muy despacio

y se sentó sobre el lecho,

pues se encontraba deshecho

y con ingente cansancio;

apenas si respiraba,

estaba descolorido

y cualquiera habría creído

que alimento precisaba.

Se lo ofreció la ventera

con infinita ternura,

pues la angelical criatura

era diestra cocinera.

Flor de la primavera,

igual a bella escultura,

nítida, límpida y pura,

era la ¡gentil ventera!

Por el brazo la cogió

Don Quijote con ternura

y en aras de su cultura

a la ventera espetó:

D.Q. ._ Os digo, princesa mía

que en verdad sois venturosa,

más bonita que una rosa

y perdonad mi osadía;

ni el Sol que alumbra de día

y al anochecer reposa,

igualan a tan bella esposa

como Vos, ¡paloma mía!

Dais cobijo a un caballero

(en vuestro regio castillo)

que aunque parece sencillo,

es un diablo aventurero

que va desfaciendo entuertos,

sembrando el orbe de muertos

y de heridos el sendero.

Si la alabanza envilece,

la modestia y la humildad

no responden a la verdad,

pues la humildad obedece

a falsedad y mentira;

que poco a poco se estira

y en un lodazal se mece.

Mi fiel escudero es fiel testigo

de mis hazañas vividas,

tropelías cometidas

que merecen un castigo,

y por confianza te digo

que di miles de batidas;

y las piezas abatidas

ya pasaron al olvido.

En cambio, soy agradecido,

agradezco de verdad,

pues me acogisteis herido

y a punto de fenecer;

¡plácemes, gentil mujer

por lo bien que me heis tratado!

Ventera._ Gustosa estuve a su lado,

y curarle, ¡fue un placer!

D.Q. ._ Tendré escrito en mi memoria

cuanto habéis hecho por mí:

cuando herido llegué aquí

vuestra ayuda, decisoria

fue para este caballero,

valiente, noble y austero;

cubierto siempre de gloria.

Ventera._ Servidora le agradece

su presencia en esta venta,

y si a Vos me muestro atenta,

dicha atención obedece

a que usted, ¡se lo merece!

D.Q. ._ ¡Se lo tendremos en cuenta!

Ventera._ Vuestra fama es infinita

como espadachín y amante:

Con las damas sois galante,

si una señora os invita

a soñar en daque quinta,

se lo aceptáis al instante.

Y pues que sois caballero,

invitado estáis por mí

y no es loco frenesí:

Es Quijote porque ,¡os quiero!

D.Q. . ¡Jamás a hembra di desplante!

mas estoy comprometido,

y a mi mismo me prohíbo

mostrarme con Vos ¡galante!

Sepa Vos que nunca miento,

y palabra di a Doncella

¡como las flores, de bella!

¡Tanto amor por ella siento!

que empleo mi pensamiento,

tan sólo en pensar en ¡ella!

 

VERSOS A DULCINEA:

¡Bel Dulcinea! del sin par Toboso.

Sois candor e inocencia angelical

tierna, como cordero recental

y sin embargo, falta de un esposo:

Cuídate, de que éste, sea juicioso,

que valora el bien y cercene el mal;

y que vaya siempre, tras tu ramal,

sin mostrar cansancio, o pedir reposo.

¿Y dónde, mejor esposo que yo,

si mi amor por Vos es casi locura?

Sois, sin duda, primorosa criatura

que en este pícaro mundo nació

y ningún artista hizo escultura,

como quien tu ¡bello rostro esculpió!

Narrador._ La ventera está confusa,

su vástago, anonadada

y se santigua la criada

que escucha patidifusa,

lo que recita a su musa

el señor que no la amaba.

Ventera._ ¿Estará comprometido

con recatada doncella

y desdeña la querella?

y de nos se habrá reído

con tanta, “mi dama bella”.

Criada._ ¡Sin duda, está enamorado!

de algún querubín del Cielo,

de rubio y rizoso pelo

por limpias manos peinado,

pues le veo ensimismado

y pensando en su señuelo.

Dichosa tiene que ser

la por aquéste escogida,

porque se juega la vida

defendiendo a tal mujer,

y sólo sabe beber,

del querer como bebida.

Narrador._ Las tres mujeres dejaron

 al Señor en su aposento,

mas con harto sentimiento,

pues  convencidas quedaron

de que al jinete que ansiaron,

le importaban un pimiento.

D.Q. ._ ¡En establo he de dormir!

duro, apocado y estrecho

que Don Quijote a su lecho

lo quiere cual de faquir,

tan sólo para sufrir,

pues un noble caballero

debe ser en todo austero

y ni un día sin reñir.

Junto a pesebre mular

yerba seca esparciré,

y sobre ella dormiré,

tras oraciones rezar.

Un vaso de agua por cena

porque ya anoche cené

y las armas velaré

al son de la Luna llena.

S.P. ._ Dormiré junto al Señor

en aquesta pesebrera

que es, como dormir afuera,

viendo llegar el albor,

cuando el pájaro cantor

le canta a la primavera

y en la venta, la ventera

despacha querer y amor.

Ventera._ Señor: Quedaros dos noches

en esta venta conmigo,

pues necesitáis abrigo,

sin hacer vanos derroches

tanto Vos, como su amigo.

D.Q. ._ No es amigo, es escudero

y es merced que le engrandece

porque tiene regio jefe,

y un noble por compañero;

y otrosí añado: Ser criado

del Quijote justiciero

es también, ser caballero

y espadachín de un condado.

Narrador._ Día de asueto en la venta

pues Don Quijote aceptó

lo que la dama rogó,

y sin cobrarle más renta

que las historias que cuenta

y que la dueña creyó

cual honesta cenicienta.

Vela las armas con tino

como un caballero hiciera,

y no bebe tan siquiera

una jícara de vino.

y es obediente al destino

de tal modo y manera

que antes morir quisiera,

que portarse cual cochino.

No piensa Don Sancho igual

y le pide a” la asturiana”

lo que ésta, de buena gana

servirá al gran comensal:

S.P. ._Mas sin cenar desfallezco

y hasta me puedo morir,

pues no puedo resistir,

si el gaznate no refresco

y a mi estómago le ofrezco

un buen trago de elixir.

Un tasajo iré a exigir

o muerto de hambre perezco.

 

Continuará…

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