RAZONAMIENTOS DE DON QUIJOTE (XVII) “CON LA VENIA DE MIGUEL”
Por JOAQUÍN CUETO OTÍ
RAZONAMIENTOS DE DON QUIJOTE (XVII)
“CON LA VENIA DE MIGUEL”
O (EL QUIJOTE EN VERSO)
Por Joaquín Cueto Otí
RAZONAMIENTOS DE DON QUIJOTE
Narrador._ Entrambos aventureros
están hoy desfallecidos,
pero cabalgan unidos
por camberas y senderos:
Aquí saludan cabreros
y allí persiguen bandidos
o quizás los perseguidos
son ellos cual rateros.
S.P. ._Voy marchito y desmayado
y mi jumento jadea.
D.Q. ._ Me pregunto, Sancho amado:
¿Do estará mi Dulcinea?
¡Ay señor! ¡Estoy cansado
y conversar, me marea!
Narrador._ (Ese cansancio de entrambos
es porque estáis encantados
y cabalgáis desmayados;
Vais paticojos y zambos
componiendo ditirambos
de poetas fracasados).
S.P. ._ ¡Os equivocáis, Señor!
Desfallecidos estamos
y buen comer precisamos:
Cabalgar será un honor
que nosotros no negamos,
pero primero, comamos
donde podamos mejor.
No muy lejos de este lugar
estoy atisbando una venta.
Si la ventera es atenta
y apetitoso el yantar,
allí podemos llenar
nuestra panza somnolienta.
D.Q. ._ ¿No tendrán alguna criada
que Maritornes se llame
y que a Vos, Sancho, reclame
para hacer gorda trastada?
S.P. ._ Si tienen carne guisada,
gazpacho, pan, queso y vino;
a mí me importa un pepino
que la criada sea osada,
pues detrás de una panzada
yo me resquilo a un espino,
hago el ridículo pino
y canto una asturianada.
D.Q. ._ ¡Es un castillo escudero,
plagado de caballeros!
Ved de piedras los aleros
labrados por buen cantero.
S.P. ._ ¡Otra vez la vil locura,
en mi Señor se aposenta!
Lo que es una simple venta,
lo confunde la criatura
con un castillo de altura
y servidores ¡cincuenta!
D.Q. ._ ¿Dónde me hice estos rasguños,
que tanto afectan a mi tez?
S.P. ._ Ha de saber vuestra merced,
que villanos con sus puños,
le hicieron tales rasguños
y a Vos salvaron, los pies
poniendo tierra por medio;
pues no tuvo otro remedio
mejor, que huir campo a través.
D.Q. ._ Si es verdad el tal revés,
¡pongamos al hecho asedio!
S.P. ._ Tan verdad como este albor
que despunta por Oriente
y calienta a tanta gente,
incluido usted, mi Señor.
Tan cierto, como mi panza
es oronda hasta no más,
como existe ¡Satanás!
D.Q. ._ Pues como haya sido chanza,
con tu jumento te vas
y sin mirar para atrás,
a llenar tu puerca panza
cual dices, con Satanás.
Mas si dicho evento es cierto,
verdad será que mi espada
y por mí mismo empuñada,
largo centenar, al huerto
irán por mi mano airada.
S.P. ._ ¡Oh Belcebú! ¡Perdonadle!
Porque está como una cabra
y por mi honor, doy palabra,
que mi Señor no es culpable
de tanta dicción macabra.
Vamos buscando aventuras
por esos mundos de Dios
y somos tercos los dos,
pues cometemos locuras
que le enflaquecen a Vos.
D.Q. ._ Yo gozo con mi flacura,
más, que tú con tu barriga
siempre llena de boñiga,
al fin y al cabo, basura,
¡que te abre la sepultura!
S.P. ._ ¡Parecéis un homicida,
matador de una criatura!
Cogéis para Vos la anchura
y a mí me quitáis ¡la vida!
Mejor será que volvamos
a nuestra hacienda manchega,
que nos espera la siega
del trigo que allí sembramos,
los amores que dejamos
y una cabra burriciega.
Ya estoy canso de rezar
como casto anacoreta,
sin cobrar nimia peseta
ni a bella moza besar.
Prefiero ir a currelar
y dejar de ser ¡asceta!
D.Q. ._ ¡Calla Sancho, no blasfemes!
Tú, ignoras de este ejercicio,
el cuantioso beneficio
que sirviendo a tu amo obtienes.
¿No recuerdas que no tienes
por fortuna más oficio
que un caduco frontispicio
y dos atrofiadas sienes?
Nunca estarás más contento
que venciendo al enemigo
teniendo como testigo
a tu famoso jumento,
a los frailes del convento
y a quizás algún amigo
a quien hayas escogido,
entre zoquetes, un ciento.
S.P. ._Debéis tener mil razones
para hablar como lo hacéis.
Los títulos que tenéis
y bien ganados blasones,
que lucís en ocasiones
es, ¡porque lo merecéis!
Yo, sólo soy un escudero
y no luzco más blasones
ni tampoco más pendones,
que este pañuelo moquero
que robé a casto ventero
junto con sus pantalones.
D.Q. ._ Tú, disfrutas combatiendo
más que cura en un entierro,
más que jumento paciendo
en un empinado cierro,
y más que amoroso perro,
cuando al amo está lamiendo.
Al galgo, Canelo llamas,
al rucio, llamas jumento
y no te andas por las ramas;
a los frailes del convento,
de tal modo los inflamas
que alcanzan el firmamento.
¡Cuántas batallas ganadas
en noble lid combatiendo!
y sepulturas cavadas,
para en ellas ir metiendo
las víctimas inmoladas,
que Vos ibais recogiendo.
S.P. ._ Sólo al vizcaíno vencimos
y usted salió malparado,
marchito y desorejado
y si derrotarle hicimos,
después nos han masacrado
tantas veces cual reñimos.
Centenares de puñadas,
garrotazos al cogote,
en el culo daque azote
y en la barriga, patadas,
recibimos Don Quijote
por miles de toneladas.
D.Q. ._ Por villanos, ser herido
es grande pena que tengo,
¡mi Sancho Panza querido!
Mas a perder, no me avengo
y ¡cuánto digo sostengo!
¡No dejaré a un traidor vivo!
Desde ahora en adelante,
no morderé mi derrota,
ni habrá nadie que me mate,
ni haga sudar una gota,
pues tendré como acicate
mi Dulcinea, ¡nunca otra!
¡Tibio sol de Andalucía!
de La Mancha, roja flor;
en frío invierno, calor
y en verano, prenda mía,
dais frescor y lozanía,
a éste, vuestro servidor.
¡Que no dormita el amor,
es por nosotros sabido!
porque nos hemos querido
como el jardín a la flor
y la inocencia al candor,
con que de siempre has vivido.
Me llamaron caballero
de afiladísima espada,
pues a quien di una estocada
le llevó el sepulturero
y con una simple azada,
le abrió tétrico agujero.
No me resistió armadura
aunque encantada estuviera,
ni me achicó un calavera
bajo una túnica obscura,
con una vela de cera
al pie de mi sepultura.
S.P. ._ ¡Son recuerdos del ayer!
o quizás son fantasías
propias de un luengo querer,
añorar mejores días
viviendo grande placer
y conquistando a mujer
que, ¡por capricho querías!
Seguir viviendo del cuento,
cual viven los vividores;
mientras tengáis servidores
sin cobrar emolumento,
que esta vida es un momento
y negros son sus colores.
D.Q. ._ No tengáis pena de mí,
tenerla sólo de Vos
que aunque locos, somos dos,
solo, sufro el frenesí.
S.P. ._ Mirad Señor, hacia allí
y pedid socorro a Dios.
Tras de nosotros en pos
viene un ¡grande jabalí!
D.Q. ._ Un paquidermo parece
que su trompa veo yo,
mas quien guerreros mató,
ante una fiera se crece.
Si sabe rezar, que rece,
porque la muerte le espera
y tan tremebunda fiera,
entre mis manos fenece.
S.P. ._ ¡Retiraos, insensato!
porque viene en rectitud
cual bala de un arcabuz,
el susodicho jabato
y podéis pasar mal rato,
si os diera en la testuz
en aras de un arrebato.
D. Q. ._ ¿Yo temer a un elefante?
¿Dudáis Vos de mi valor?
Antes que pierdo el honor,
os juro ¡por Rocinante!
que me llevo por delante
¡al mismísimo Almanzor!
Narrador._ El jabalí, en derechura
(puesto que no se torció)
a Don Quijote asestó
debajo de la cintura,
lo que precisó sutura
pues su barriga rajó.
Los alaridos que daba
tan mentecato valiente,
se oyeron a leguas, veinte,
pues cual conejo sangraba
tras la fiera puñalada,
de aquel suido impenitente.
Allá en la venta, enterados
del desgraciado percance,
percatados del alcance,
se miraban asustados
y sin pensarlo un instante,
al buen caballero andante
curaron los tajos dados.
Don Quijote, es recibido
como si fuera un sultán,
en los bajos de un desván
espacioso y bien barrido:
Ya en un banco acomodado,
al pronto le fue servido
un buen caldo de cocido,
(por bella moza guisado).
Entre tanto, el escudero
buscó para Rocinante
un pesebre rimbombante,
y sin más, pidió al ventero
de grano, pienso abundante.
Tasajos de joven cabra
huele Sancho en la cocina
y muslos de una gallina,
que le cortan la palabra
y le abren el apetito.
“Desayunar no es delito,
pensó presto el escudero,
mientras miraba al ventero
(hombre servicial y atento)”.
Hallándose éste, hambriento,
trincó un muslo ya guisado;
mas el ventero avispado,
le amonestó: ¡Un momento!
Ventero._ Espere un instante Vos,
hasta que asiente mantel
para que coman sobre él,
buen tasajo entrambos dos;
sobramos de voluntad
y yantar, jamás faltó
a quien nos lo demandó
por amor o por piedad.
S.P. ._ Con versolari topamos
en este redil cabruno,
mas, bien curado chatuno (Chatuno, chato de vino)
huelo desde que llegamos:
No me importa que recite
más o menos poesías,
ni soeces tonterías,
si es suculento el convite
y si el guisado repite
a mí me importa un pepino,
pues con un vaso de vino
al cuerno se irá el envite.
Narrador._ En una mesa redonda,
que en la venta se asentaba
y a sus clientes esperaba
como en cualesquiera fonda,
a Don Quijote sentaron
y a su escudero humillaron,
no invitándole a la ronda.
S.P. ._<< Nunca jamás vi desprecio
de mayor envergadura.
Me tratan cual si criatura,
a quien valoran en precio,
¡como si fuera un pajote!
Sin embargo a Don Quijote,
le tratan como a un sultán
con harén de cien doncellas,
mas si es que buscan querellas,
con un buen pleitista dan.
Del desprecio me burlé
pues tres tasajos comí,
buen aguardiente bebí
y ¡mi barriga llené!
De dos gallinas trinqué,
los cuatro muslos que olí
y poco me importa a mí,
del desprecio, su por qué>>
Narrador._ Don Quijote no se avino
a de Sancho prescindir,
mas no queriendo reñir
rogó al ventero con tino,
que invitara a su escudero
a compartir mesa y plato
pues le llamaría ingrato
y no ilustre caballero.
Tras ceremonias groseras,
sobre un dornajo sentaron
a quien antes humillaron
con muy burlescas maneras;
y a Don Quijote a su lado
por querer de su merced,
que no es rebajar la prez,
sentarse junto a su criado.
S.P. ._ A usted serviré el yantar,
cual corresponde a escudero:
Comerá Vos el primero
y yo en segundo lugar.
D.Q. ._ Ambos juntos comeremos
y en igual cubertería,
pues yo, jamás comería
si entrambos dos, no tenemos
la misma categoría.
Quiero Sancho constatarte
las rentas de ser notable
caballero, condestable
o heredero de estandarte.
Mas el noble que infringiera
las leyes de caballero,
es un mísero ratero
o un villano calavera.
y en prueba de mi nobleza,
el mismo plato los dos
e iguales rezos a Dios;
pues tan digna es la pobreza
como la fausta riqueza,
una tras la otra en pos.
S.P. ._ Agradezco a su merced
tan recatada modestia,
pues alternando con bestia
demuestra desprendidez
y es caballero a la vez,
de nobleza contrastada
que le importa poco o nada
la humildad o la altivez.
Aunque a decirle verdad,
prefiero comer cebolla
cocida en mísera olla,
pero en plena libertad;
que degustar gallipavo
en lujoso restaurante
junto a señor “importante”
sin más valor que un ochavo.
Y renuncio a sus lisonjas
igual que a los agasajos;
Yo prefiero unos tasajos
guisados por probas monjas
y unas raldas de chorizo, (ralda, roncha)
a la grotesca etiqueta
con corbata y con chaqueta
junto a daque advenedizo.
D.Q. ._ ¡Mi escudero! ¡Buena homilía
la que nos has endilgado!
¡Grande lección, la que nos has dado!
“Dios ensalza a quien se humilla
y a quien se humilla, lo ensalza”
cual bien dices, Sancho Panza:
Tú siembras noble semilla
y cantas mejor romanza.
Narrador._ Tan aleccionante andanza
por arrieros presenciada
y con asombro escuchada,
les hizo entrar en la ronda,
mas con la boca cerrada
siguieron en la tal fonda.
No entendían los arrieros
el parlamento de entrambos,
verdaderos ditirambos
entre nobles caballeros;
ilustres poetas ambos.
Mientras comían, callaban.
De vez en cuando, bebían,
al tiempo que sonreían
o por bajo susurraban.
Ya concluida la chacina,
sobre zaleas tendieron
bellotas que recogieron
bajo una rugosa encina,
y rojizas avellanas
que sirvieron dos cabreras
bonitas y zalameras,
en bandejas artesanas.
Ya saciado el apetito,
Don Quijote puesto en pie,
sin mirar a quien ni a qué
mas con visos de erudito,
se dirigió al auditorio
con su extenso repertorio
y les habló a voz en grito:
D.Q. ._ Feliz tiempo, el ya pasado,
años del ayer dichosos
sin pelusas, ni envidiosos.
Ni un niño desamparado,
ni criados vilipendiados,
ni amos desvergonzados.
El agua de los arroyos
tan escasa en el estío,
el trigo del labrantío
y ¡las gallinas y los pollos!
Las bellotas y avellanas
crecidas en abertal,
junto al frondoso Cajigal
o en las tórridas solanas,
eran cual primas hermanas;
¡repartidas por igual!
Hasta el hambre repartimos
los hijos de la pobreza,
pues una nimia cereza
y dos punzantes orcinos (orcino, erizo de la castaña)
repartían diez vecinos
¡uno a uno y pieza a pieza!
Las hacendosas abejas
su rica miel ofrecían,
y jamás picar hacían
la nariz ni las orejas,
mas si picotazos daban,
era almíbar su veneno
y era amor, amor del bueno
lo que daban ¡si picaban!
Dulces fresas recogí
a metros de mi corral
y en el cercano bardal,
cuando oportuno creí,
sabrosas moras comí
a la sombra de un cucal. (cucal, nogal)
Todo entonces era paz
y concordia y tolerancia
y valga la redundancia,
todo era entonces ¡amistad!
Sin rajar con el arado
la consabida labranza,
llenábamos nuestra panza,
porque el trigo era ofertado
en bendita mezcolanza
¡sin la tierra haber labrado!
Ventero._ ¡Cuánto predicáis Señor,
callado estáis mejor!
¡Estáis comiendo mi asado!
y para mí, es grande honor,
pero tan sólo el olor;
no es suculento bocado.
Necesario es el arado
para rajar el barbecho
y cercenar el helecho,
tan mezquino y malhadado,
y preciso es roturar
para después cosechar;
lo anteriormente sembrado.
Siga Vos con sus monsergas
que gustosos le escuchamos,
mas la razón no le damos,
por considerarlas jergas
de quien vive ¡predicando!
Nos, seguiremos arando,
degustando buen guisado
y de una bota chupando;
y usted paciendo en un prado,
continúe predicando
cual si menestero, hambriando,
y en ruin jergón acostado.
D.Q. ._ Las hermosas zagalejas
cabalgan por el valle
luciendo su bello talle,
sin necesidad de rejas
para guardar su esqueleto.
(Decir verdad, os prometo);
se respetaba a las damas
con pelo negro o con canas,
y ¡palpable era el respeto!
Se vestían con lo justo
para tapar lo tapable,
y con ellas era amable,
el mozo de recio busto
y el anciano venerable.
El cabello se peinaban
con delicada destreza
y sin ninguna pereza,
en el río se bañaban
la jovencita y el viejo.
Y no usaron nunca espejo,
porque el agua limpia y pura
bastaba a cualquier criatura
para verse en su reflejo,
y siempre se deslumbraba
una tez tan sonrosada,
que nunca hubo un rostro viejo.
Arriero._ ¡Don Quijote! ¡Sois muy tierno,
cuando parláis de doncellas!
Decís que todas son bellas,
en verano y en invierno;
más a mí, me importa un cuerno
todo lo que penséis de ellas,
pues cantidad de querellas
llevaron a varón al infierno,
por culpa de esas doncellas.
D.Q. ._ Fue quizás la tentación,
la culpa de su condena,
pues rompieron la cadena
e hicieron funesta acción;
que fue su condenación,
y en el infierno se pena
con muy grande humillación,
a quien su maldad no frena.
El fraude nunca existió
mezclado con la verdad,
ni jamás la cristiandad,
con Lucifer se juntó.
La lealtad, la justicia,
ninguno las censuró;
pues la justicia impartió
las leyes sin vil malicia,
y tocante a la codicia
también digo: “¡no existió!”
porque nadie deseó
ni la más mísera pizca.
La dama y su honestidad
andaban, (cual antes dije),
sin que en aquestas se fije
la chismosa vecindad;
y tampoco la ruindad,
del hombre se apoderó,
porque a dicha, ¡renunció!
Hoy ha crecido la malicia
y mermado la honradez,
multiplicando por diez
la fatídica avaricia;
que a la maldad beneficia
y perjudica a la prez.
Y por lo aquí, antes expuesto,
honor para el caballero
de los yantares austero;
y sin dudarlo, dispuesto
a doncellas amparar,
con cualesquiera pretexto.
A orden de caballería
un servidor pertenece
y la adversidad le crece,
le molesta la porfía;
la sinrazón, le enfurece,
y saluda al nuevo día
cuando apenas amanece.
Narrador._ Esta magistral arenga,
que bien se pudo evitar,
sirvió para recordar
y darle suelta a la lengua;
pues Don Quijote añoraba
los tiempos en que un cucal,
de nueces, daba un quintal,
y el peral, otro igual daba.
Los arrieros escuchaban
lo que aquel hombre decía
y hasta alguno se reía,
pero los más, se callaban.
El escudero engullía
todo el guiso que quería,
mientras las damas guisaban
y a Sancho Panza miraban
con cuánto placer comía.
En sus pláticas, suspensos,
los sirvientes asentían
y a Don Quijote pedían
que les contara por cientos,
más anécdotas y cuentos
que prestos le escucharían.
Otrosí, Sancho callaba
mientras bellotas comía
y buen morapio bebía,
mas de reojo miraba
un zaque que contenía
lo que él, tanto deseaba:
De un alcornoque colgado,
un vetusto garrafón
junto a buen queso picón,
esperando ser tragado
sin pena ni compasión.
Goloso y probo bocado
para engullirlo un tragón
que no desdeñe el porrón,
ni el queso picón curado.
Concluyó antes la merienda,
que Don Quijote de hablar,
porque el sabroso yantar
(equivalente a una cena),
no lo dejaron enfriar.
CARTA A DULCINEA
Mi querida Dulcinea, mi bondad:
Lucero, que velando estás conmigo
las armas en noches de ¡soledad!
A tu fulgor pido por caridad,
que me traiga un ungüento lenitivo.
Alejado de El Toboso, no vivo,
pues sufro tan temible enfermedad
que sólo una mujer, una beldad
tiene para mí, el caldo curativo.
Juré las leyes de caballería,
Dulcinea, sólo pensando en ti;
para ya cumplidas, hacerte mía.
Y no pienses que es fugaz frenesí
ni por mi parte, falsaria osadía.
Es que sin ti, yo me muero, ¡ay de mí!
¡Dulcinea! Lejos estás de mí
en ese Toboso de mis amores,
lugar donde crecen bonitas flores
que son la causa de mi frenesí.
Sin dudarlo, mi locura es ingente,
mas estar loco, bien vale la pena,
pues cuerdo me pondrá una mujer buena
que siempre en mi magín, está presente.
Y con besos que son amor sincero,
yo te digo: Dulcinea, ¡hasta luego!
con un pedido, o si prefieres ruego:
“Dime a vuelta de correo, ¡te quiero!”
Quijote de La Mancha
Narrador._ D.Q. entabla conversación con los huéspedes, al día siguiente:
Arrieros._ ¿Quién así, os ha malherido,
que un cadáver parecéis?
D.Q. ._ ¡Cadáver, ni lo mentéis!
Tan sólo estoy malherido
y no por montaraz suido,
como comentado habéis.
Fue tremebundo elefante
quien me dejó semimuerto,
mas yo desfací el entuerto
en un minúsculo instante,
cual veréis más adelante.
Malherido fue él, también,
y ya se habrá desangrado,
pues tal paliza le he dado,
que sangraba por la sien,
¡como un cerdo apuñalado!
Huésped._ ¿Sois por ventura, don Juan,
quien mató a más de cincuenta
en una guerra sangrienta
y se nombró gran sultán
de doncellas, unas treinta?
D.Q. ._Don Juan era ruin pajote,
sin alma y sin corazón.
Era un cobarde guasón
al lado de Don Quijote:
Presumía de machote
ante un niño mamantón,
más nunca ante un elefante
con los colmillos, delante
de si mismo, en su mentón.
Teniendo a mano mi espada,
ni siquiera un batallón
de abundante munición,
ven mi honradez ultrajada
ni a mi testuz humillada,
pidiendo al cielo perdón.
Huésped._ Don Quijote sois, sin duda,
y ese otro, vuestro escudero
amante del buen puchero,
en las grescas os ayuda
y detrás de Vos se escuda,
como si fuera un ratero.
D.Q. ._ Me habéis mandado un insulto
llamando a Sancho ratero,
porque criado o alabardero,
es hombre sensato y culto
y no es en trastero, un bulto
de menos valor que un cero.
Quien se mofa de mi criado
a su dueño está insultando
y que a ambos está humillando
bien lo tengo comprobado.
Con aqueste entuerto acabo,
enarbolando mi espada,
os rajo de ¡oreja a rabo!
Narrador._ No le dejaron alzar
la espada en su mano diestra,
pues moza, en lides maestra,
le lanzó a la yugular
una mirada siniestra,
que al Quijote hizo temblar.
Sin aviso, bofetada
al mentón del hablador,
produciéndole un dolor
en su escuálida quijada
que hizo berrar al Señor.
Hasta un chucho ratonero
a quien llamaban Coyote
arremetió a Don Quijote
y le mordió en el trasero,
con un ímpetu tan fiero
que le destrozó el culote.
Burlas y risas sonoras
se oyeron a veinte leguas.
D.Q. ._ ¡Callad viperinas lenguas,
de lagartijas traidoras!
Sois inmundicia y basura
en pocilga de cochinos;
sois auténticos porcinos
y os haré una rajadura,
que sólo en la sepultura
curaréis, por asesinos.
¿En dónde está mi escudero
y mi sin par Rocinante?
¿Dónde está el galgo currante
y el jumento pesebrero?
Narrador._ Sancho Panza en un rincón,
saciaba su grande hambruna
sin prisa, ni pausa alguna:
Chorizo, queso picón,
rodajas de salchichón
y dos hogazas, una a una
pasaportó, el gran bribón.
El canso burro y el rocín
temblaban como gazapos,
pues ya atisbaban su fin.
Rocín,_<< ¡Albricias! que somos flacos
y no querrán bestia ruin.
¡Huyamos! que esos bellacos,
tras a nuestro amo matar,
a nosotros tres, zurrar
harán con gruesos estacos.
Marchemos sin más tardanza
y el pellejo conservemos,
que si galopar no hacemos
hasta allá en la lontananza,
pueden rajar nuestra panza
y del tajo palmaremos>>.
Narrador._ Cual conejo perseguido
por bien nutrida jauría,
aquella recua corría
y entre las patas metido,
llevaban su rabo escondido
en aras de cobardía.
Todos corren al galope
menos el fiel Sancho Panza
y el insigne Don Quijote,
que sufre tremendo azote
rayano en casi matanza.
D.Q. ._ Sois plebeyos, justo veinte
y veinte cobardes veo;
me habéis tomado por reo
y me abandonáis yacente,
mas os pido, Dios clemente:
¡fuerzas para levantarme!
porque una vez, puesto en pie
¡juro que los mataré!
¡Sancho Panza! Ven a mí
con la daga justiciera
para rajar a cualquiera
que aparezca por aquí:
Frenesí es mi petición
o si prefieres locura,
mas cavar la sepultura
con afilado azadón
haré en cualquier hendidura.
S.P. ._ Dejadme comer, Señor
y después los mataremos,
prestos los sepultaremos
y si aún nos sobra valor,
de dos en dos ¡los comemos!
Con un tasajo, enredado
estoy señor caporal
y si soy buen comensal,
también soy buen convidado.
En concluyendo el guisado,
tendréis la daga pedida
y vuestra espada ceñida
a cualesquiera costado.
D.Q. ._ ¡Ay Dulcinea querida,
prenda de mi corazón!
Si es que pierdo la razón,
tú dispondrás de mi vida
porque es tuya solamente,
la vida de este valiente
de quien sois ¡su prometida!
poco me importa morir
estando Vos a mi lado
y tras haberme besado,
os viera al fin sonreír
y al Santo Cielo pedir
perdón por ¡tanto pecado!
¡Muchos cientos he matado,
mas todos por delinquir!
Narrador._ La sangre del caballero
tiñó de rojo el corral;
gruñó el cerdo semental
en su cubil prisionero
y por fin, el escudero
con la panza a reventar
se acercó, a quien malherido
no exhalaba ruin quejido,
ni cesaba de sangrar.
S.P. ._ ¿Os duele algo, mi Señor?
D.Q. ._ Un caballero, quejarse,
es así mismo humillarse
y rebajarse el ¡honor!
¡Hay que aguantar el dolor,
si es preciso desangrarse
y en su sangre revolcarse!
¡Jamás anidar temor!
Las armas ha de velar
y tener la espada a punto
para riñendo, ¡matar!
S.P. ._ Otrosí, yo le pregunto,
pregunta quizás vulgar:
Por lo escuchado, barrunto
que sois un loco de atar
pues desdeñáis el yantar,
a la intemperie dormís,
y nunca jamás os reís
ni a damas queréis amar.
D.Q. ._ ¡Sólo a Dulcinea quiero
y sólo por ella vivo!
En lontananza percibo
que su amor es verdadero
y que quiere a un caballero
de entuertos desfacedor,
de burladas vengador
y de espadazo certero.
¡No soy varón de dos damas!
Sólo a Dulcinea quiero
y tal cariño es sincero
sin resquebrajos, ni escamas;
y nunca lanzo el anzuelo
por si pica alguna trucha
en amores poco ducha,
cual hiciera un picaruelo.
¡Fresca escarcha del albor,
nítida espuma del río!
¿Qué me pides amor mío,
además de tierno amor?
Pedid, que tengo valor
para matar a una fiera,
si Vos tal cosa pidiera,
porque es pedir de una flor
que suplica en primavera.
S.P. ._ ¿Estará loco este truhán
o cual dice, enamorado
como un minino encelado
en un oscuro desván?
Loco está este desvalido,
¡bien lo tengo comprobado!
mas es cual toro capado
que por buey es conocido.
Continuará…