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Como ha cambiado mi Ciudad…

Por Alfonso del Amo Benaite

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Soy un STV feliz de serlo, paseante impenitente de mi Ciudad, la conozco, me gusta, la quiero. No soy un santanderino sobrevenido.

Santander ha evolucionado, mucho ¡¡¡. Desde que en el año 1979, siendo un jovencito, concurrí a las Elecciones Municipales por UCD en la candidatura encabezada por Juan Hormaechea, he seguido muy atentamente los avatares de mi Ciudad de nacimiento.

Santander ha evolucionado muy positivamente en cuanto a sus infraestructuras y dotaciones a lo largo de estos treinta y ocho años, mientras que por otro lado, los excesos cometidos en muchos municipios españoles en cuanto a asumir competencias impropias no han tenido aquí tanta incidencia.

Desde 1979 se han tomado buenas decisiones para la Ciudad : Se alcanzó la propiedad de la Plaza de Toros evitando allí una monstruosa construcción, lo mismo que en la Plaza de las Cachavas, también pasó al patrimonio municipal la Finca de Mataleñas , la de Jado o el Parque de Morales, que junta con la extraordinaria decisión de compra del Palacio de la Magdalena aumento el patrimonio como no podía imaginarse en aquellos primeros años de los Ayuntamientos democráticos.

Es justo reconocer la actuación de la Junta de Obras del Puerto ( si, ya se que ahora se llama Autoridad Portuaria de Santander ) que ha liberado gran cantidad de espacios, se han eliminado vías y trenes atravesando el casco urbano, además de otras buenas actuaciones como el Dique de Gamazo, aunque la fiebre de colocar barandillas en la machina es francamente reprobable.

Las cosas continuaron con decisiones estratégicas muy interesantes para el desarrollo de la Ciudad : Se peatonalizó la Calle Burgos recuperando un zona bastante lúgubre para el peatón, al mismo tiempo que las conexiones Norte – Sur tenían su reflejo con la construcción y apertura del Túnel de Tetuán.

Las dotaciones productivas se vislumbraron con el Palacio de Exposiciones, los servicios ciudadanos con el saneamiento de la bahía que llevaron beneficios aparejados como la remodelación  de los Jardines de Pereda y el frente marítimo, auténtica joya que a los santanderinos nos permite disfrutar de la Machina.

Siguieron actuaciones tangibles con el Parque de las Llamas, lugar verdaderamente increíble para el esparcimiento ciudadano, mientras que con coraje político y determinación personal se salvó la Finca de la Remonta,  impidiendo que allí se construyese para una población del tamaño de Astillero, con los enormes problemas económicos, sociales y logísticos que ello habría supuesto para Santander. Actuación esta, que por si sola merece tanto reconocimiento como agradecimiento eterno.

Sin embargo en los últimos años las cosas tienen diferente dimensión, no aparecen actuaciones que supongan un avance sustancial en la constante mejora de la Ciudad, quizás con la excepción del Paseo Marítimo en Marqués de la Hermida, porque el modelo de urbanización realizado en Bajamar o las plazoletas perpetradas en Reina Victoria y al final de Juan de la Cosa son auténticas horteradas muy merecedoras de un buldozer desbocado.

El resto… desafortunadamente humo, artificio anunciado a los sones de “Pompa y circunstancia” que nada deja a la Ciudad, aderezado con un alocado sistema de metro -bus que ocupa carriles del tráfico ordinario, elimina aparcamientos, amenaza con cámaras para multar a la gente, lo que nos dará sin duda momentos de gloria. ( sarcasmo)

Se abandona un modelo que ha llevado a Santander a mejoras constantes, que ha permitido su evolución con obras y actuaciones concretas y tangibles, modelo que  ha contado con la aceptación mayoritaria de los santanderinos por algo difuso, no explicado , que los ciudadanos parece que no han asumido y claro… obraron en consecuencia en 2015 y además me barrunto que en 2019 volverán a obrar también en consecuencia, pero con más intensidad.

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