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DOS FORMAS DE GESTIONAR LO PÚBLICO: LAS VIVIENDAS DE VPO EN EL CASCO HISTORICO DE LAREDO.

Por Ramón Arenas San Martín

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Que unas persianas impidan durante un año que las afortunadas familias a quienes les tocó una vivienda en régimen de alquiler, no puedan disfrutarlas es una verdadera vergüenza. Lo digo como lo siento.

Cualquiera que lea hoy la noticia en la prensa referida a que una "pugna entre administraciones (local-autonómica)" está frenando el anhelo y necesidad de las familias que esperan ansiosas entrar a vivir en sus casa, no darán crédito a la ineficacia de unos gestores municipales que no han sabido solucionar hasta ahora este minúsculo problema.

Y también comprobará el poco brío de la oposición para "hacerse eco y poner en solfa" esta dramática situación para las familias que lo padecen.

Este hecho demuestra una vez más la dejadez e ineficacia de un gobierno en minoría que "gobierna pero no manda", debido, entre otras cosas, a su falta de cintura para dialogar con la oposición, así como su impericia a la hora de gestionar lo público.

Varapalo también para una oposición que se guía por lo más mediático, pero, ni una palabra respecto a temas tan sangrantes como éste.

Hay dos formas de gobernar lo público: bien o mal.

Por ello, mi pregunta es ¿cómo hubiera sorteado este consistorio el verdadero y grave problema surgido el diecisiete de octubre del año 2014 cuando el proyecto de la construcción de las viviendas de VPO sufrió un VERDADERO Y AUTÉNTICO REVÉS cuando una cata arqueológica realizada en el solar municipal que se ubicarían la ejecución de 20 Viviendas de Protección Oficial (VPO) dejó al descubierto un importante tramo de la muralla medieval?

Recuerdo que el día anterior, el 16 de octubre, por la tarde, a eso de los 18.30 recibí una llamada telefónica del arqueólogo encargado de realizar la cata y me comunicó, por un lado su alegría y por otros sus temores de que las piedras que aparecieron en el solar destinado a las viviendas de VPO formaran parte de la muralla medieval.

Inmediatamente, en 10 minutos me presenté en el solar y estuve con el arqueólogo durante un par de horas, informándome del hallazgo.

Ese encuentro con la historia de Laredo suponía un previsible paralización del proyecto de construcción de las viviendas que ocuparían las familias que las necesitaran.

No relato, por lo extensas, todas y cada una de las gestiones realizadas con la máxima celeridad y eficacia que desde el ayuntamiento de Laredo se desplegaron para sortear este GRAVÍSIMO CONTRATIEMPO.

En un principio todo auguraba que el proyecto se iba al traste y la construcción de las viviendas de VPO se postergarían por años y años, como había sucedido con anterioridad a que nosotros (P.P.) entráramos a gobernar.

Lo primero que hice, después de estar reunido con el arqueólogo, fue llamar al Presidente de Gobierno de Cantabria, mi amigo Ignacio Diego, inmediatamente después, se lo comuniqué al alcalde de Laredo, que estaba de viaje y por lo tanto, yo ejercía de alcalde accidental.

Le expuse a Ignacio Diego, con todo detalle, tanto el hallazgo como la transcendencia que ello tenía para nuestra historia pejina. El me felicitó por el feliz hallazgo, pero también manifestó su preocupación por el devenir de la ejecución de las viviendas. Le comuniqué que lo que había que hacer desde ese momento era no desfallecer y trabajar con la máxima intensidad para sacar definitivamente el proyecto de las viviendas a delante. El me dijo que contara con toda su ayuda, como así fue.

No quiero extenderme, pero en el plazo de menos de un mes solucionamos el asunto a fuerza de trabajo fundamentalmente centrado en las reuniones con los técnicos y administrativos.

Hubo en un tiempo récord un informe de la Consejería de Cultura que dirigía Miguel Ángel Serna, así como las autorizaciones provenientes de la Dirección General de Cultura cuya responsabilidad recaía en Joaquín Solanas.

Como anécdota, contaré que en una de las reuniones con el consejero de obras públicas, en una tensísima reunión, cuando el debate alcanzó un tono verdaderamente elevado y el proyecto parecía inviable y yo lo defendía con uñas y dientes, el consejero muy airado me invitó a salir de su despacho y abandonar la reunión. Al levantarme de mi silla, inmediatamente intermedió otro de los presentes en la reunión y las aguas volvieron a su cauce y todo se arregló. El consejero y yo zanjamos la reunión y la solución acordada con un abrazo y un fuerte apretón de manos.

Se modificó el proyecto, se informó por parte de Cultura, se volvió a
licitar y se adjudicó un proyecto que en tiempo record se puso en marcha.

Esos son los hechos y esa es la "historia" de una buena gestión de lo público.

Ahora, compárese aquella forma de gestionar y hacer política, con la que se está desplegando actualmente en nuestro consistorio.

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