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DON QUIJOTE Y SANCHO LLEGAN A EL TOBOSO (XX)

Por JOAQUÍN CUETO OTÍ

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DON QUIJOTE Y SANCHO LLEGAN A EL TOBOSO (XX)

“CON LA VENIA DE MIGUEL”

o (EL QUIJOTE EN VERSO)


DON QUIJOTE Y SANCHO LLEGAN A EL TOBOSO


D.Q. ._ ¡Toboso! ¡Tierra querida por mí!

Bellas flores sembradas por doquier,

y amada mía, porque conocí

en sus lares, a ¡guapísima mujer!

¡Dulcinea! ¿Cuándo volveré a verte

para no dejar de mirarte, jamás?

              Desfacer agravios, ¡es quererte!

y es besar la mies, por do andando vas.

Es sufrir y al mismo tiempo gozar,

es invierno y límpida primavera

en que los pájaros quieren trinar,

para deleite, de quien oírlos quiera;

y es Dulcinea, salud y es vigor

y es susurrar juntos una milonga,

rogando al Santo Cielo que disponga;

feliz culminación, ¡a nuestro amor!

Narrador._ Y entrambos, nuevamente a cabalgar

sin pensar en agravios, ni en doncellas,

ni en intervenir en necias querellas,

ni en degustar tasajos, ni en velar.

Cabalgan pensando en cierto lugar

donde les espera un amor sincero

que les recibirá con un “te quiero”

Ya olvidaron, los cientos de aventuras

en ventas y castillos simulados;

ignoraron  las falaces locuras

en que ellos se vieron  involucrados.

Se olvidaron de la criada asturiana,

sirvienta  veleidosa y casquivana,

mas con tan fácil y oportuna dama,

jamás mermaron su honorable fama.

También los abades de aquel convento

pasaron por olvido, a mejor vida.

Y cuando mató, soldados un ciento

en sangrienta batalla fratricida

 es algo, que el buen Don Quijote olvida

y ya no le importa, ni ruin pimiento.

¡Solamente Dulcinea le importa!

y por eso le pincha los ijares

al Rocinante que con honra monta,

por los más recónditos lugares.

Envisca y azuza al galgo corredor,

de tanto correr, enflaquecido,

y éste, le responde con un aullido,

que más que protesta airada, ¡es amor!

Atrás quedó, asimismo, aquel pastor

tan habilidoso con el rabel,

los garrotes que rasgaron su piel

y su siempre cacareado honor,

al que juicioso, se mantuvo fiel.

Las largas noches que pasó velando,

con sólo por testigos las estrellas;

concluyeron las riñas y querellas,

y el pasar las jornadas ayunando.

S.P. ._ ¡Mi Señor! Veo un monasterio abierto

y entrambos dos, ¡precisamos confesión!

Vos, jamás desfizo ningún entuerto,

ni ayudó a una viuda  por compasión,

ni degolló pastores con su espada;

y burda mentira, no confesada,

según los frailes es ¡aberración!

D.Q. ._ La gula, también es pecado, ¡Sancho!

y tú, eres insaciable comensal

que nunca tiene suficiente rancho,

pues comiendo eres cual un animal

que sólo piensa en dormir y tragar;

mientras Don Quijote, piensa en velar

las armas, desde el ocaso al albor.

S.P. ._ ¡Así está usted  de flaco, mi Señor!

que parece un bocarte enlatado

y asimismo, el galgo que va a su lado,

de yantar, no le va mucho mejor.

Y no hablemos de su fiel Rocinante,

 más que caballo, parece guindilla

de la más insignificante plantilla,

que en su vida haya visto un caminante.

D.Q. ._¡Sancho! Si te tengo como escudero

es porque creo que eres buena gente

y que cabalgas, de tu amo pendiente,

cual de la reata, va el acemilero;

mas, ¿qué veo al final de este sendero?

¡A mi Dulcinea tengo que ver!

mientras tú visitas frailes menguados

que perdonen tus cándidos pecados.

Para mí ,lo primero es mi mujer

y para ti, buen Sancho, los guisados

y tras ellos, del garrafón ¡beber!

Narrador._ Dulcinea atusa su negro pelo

y en El Toboso, todo es alegría.

Con la mirada puesta en el cielo,

la vecindad saluda al nuevo día,

que por cierto, les ofrece un albor

límpido, como la más bella flor.

Castos chismes, corren de boca en boca

por las fértiles tierras de Castilla,

donde el astro Sol, jaranero brilla;

mientras el campanero toca

anunciando el arribo del Caballero

escoltado por su fiel escudero.

La gente dice que llega a El Toboso,

Don Quijote, ¡el gran Caballero Andante!

montado en su jamelgo Rocinante,

noble jaco, de galopar garboso

y de recatadas yeguas amante.

Viene con su escudero, Sancho Panza,

rechoncho como el más gordo cochino

y viene degustando buen tocino,

que para él, es riquísima pitanza;

lógico es que luzca ¡oronda panza!

¡Cuántos chismes y jerigonza, cuánta

en El Toboso, cuentan y recitan!

mas la gentil Dulcinea, lo aguanta

porque son bromas, que ¡jamás la irritan!

Son milongas ligeras y pesadas,

que Dulcinea oye imperturbable,

son chascos de solteras y casadas;

que escucha y responde, con gesto amable,

mientras su bien peinada cabellera

es juguete del ventarrón solano

y ni el mismo ábrego le desespera,

porque el viento, según ella, es muy sano.

Por el frondoso  Cajigal pasea

escuchando del jilguero, su trino,

y es feliz paseando Dulcinea

porque siempre le sonrió el destino,

<<Viéndola  tan contenta , aquel  jilguero

              preguntó el por qué se sentía feliz;

Dulcinea._ Tengo el honor de amar a un caballero

que desface entuertos, sin ruin desliz;

Igual socorre viudas desvalidas,

que doncellas, por bribón burladas,

ajusticia a ladrones y a homicidas,

defiende los derechos de las criadas

y si alguna furcia le persigue,

tal lagarta, nunca jamás consigue

de su querer, cobrar sucias soldadas.

Jilguero._ ¿Es de carne y hueso, varón tan virtuoso,

que quiere solamente a una mujer?

Dulcinea._  ¡Sólo quiere a una mujer! Es juicioso

y nunca traficó, cual mercader,

comprando y vendiendo, amor o querer.

Jilguero._ ¡Me dejáis incrédulo, Dulcinea!

Preciso, es para creerlo, que vea,

pues sin  verlo, ¡no lo puedo creer!

Dulcinea._ Mis palabras, son más que una escritura

con veinte testigos, y ante notario.

Don Quijote, no es un loco falsario,

ni padece, cual dicen de locura

y si está loco, lo está por amor.

Jilguero._ ¿Por amor a Dulcinea, quizás,

o por conservar intacto su honor?

Dulcinea._ ¡Mi Don Quijote es honrado, sin más!

Jilguero._ Pues concluyo la discusión habida,

que Vos, Dulcinea, tenéis razón;

Sois de Don Quijote, su prometida

y entrambos viviréis en comunión,

no solamente en aquesta vida,

donde viviréis amor e ilusión,

sino allá en el Cielo, ¡”Dulci” querida!

Dulcinea._ ¡No voléis! bel jilguero, todavía,

porque preciso de vuestro trinar

para alegrar mi vida, aún vacía,

pero que muy pronto, pienso llenar;

un apuesto caballero vendrá

después de mil entuertos desfacer.

Jilguero._ Dicen que viene por una mujer,

a quien nunca más, abandonará.>>

Narrador._ Don Quijote apalea a Rocinante,

porque en lontananza atisba a El Toboso;

Sancho, arrea a su jumento: ¡Adelante!

Cabalga pensativo y silencioso,

presintiendo que su mujer le espera

en el mismo lugar do la dejó.

(¡Ay Sancho! ¡Esto, parece primavera

y el gélido invierno, aún no concluyó!)

El Toboso, parece un ascua ardiendo:

De gala, van vestidas las mujeres,

que cantan, bailan y lucen su atuendo,

olvidándose de hacer sus deberes.

Contonean sus hombros presumiendo,

para pescar en el revuelto río

en que nadan, los mozos aspirantes

a celebrar desposorio, ¡cuánto antes!

D.Q. ._ ¡Sancho! O yo sufro necio  desvarío

o en El Toboso, están todos ¡dementes!

S.P. ._ Eso Don Quijote, no lo mentes,

porque te oigo y de tus dichos me río.

Narrador._ Concejales de la Consistorial

gritan órdenes a diestra y siniestra

y la Policía Municipal

presente, ser poco eficaz demuestra.

En tal momento, ordenó el alguacil:

¡Hombres y mujeres! ¡Arrodillaros!

Entre varones y hembras, unos mil,

con absoluto respeto humillaron,

pues dos héroes llegan a El Toboso,

y ambos son, Don Quijote y Sancho Panza;

que son achuchados con grande acoso.

A Sancho le dieron rica pitanza:

Duelos y quebrantos fritos y frutos,

(castañas, nueces e higos muy sabrosos)

y a Don Quijote, con espada y lanza,

le esperaba algo mucho más valioso:

Cien besos de Dulcinea, su amor,

que fueron correspondidos por él,

tras entregarla un precioso clavel

que cual ella, también es una flor.

D.Q. ._ ¡Cuántas noches pasé en la obscuridad,

mientras que por mi honor, las armas velaba,

y en ti, gentil Dulcinea pensaba!

¡Sin dudarlo, triste es la soledad,

mas cuando soñaba con tu beldad

la triste melancolía se aislaba!

Sois, gentil Dulcinea de El Toboso,

belleza que al alba, saluda al  día

cantando para mí una melodía,

cuya voz tiene un tono ¡primoroso!

¡Querida! acéptame por esposo ,

¡No me rechaces jamás, vida mía!

porque desairado, me moriría

e iría con mi desazón ¡al foso!

Loco estoy, mas de amor es la locura

que golpea insistente en mi magín,

y sólo hay un ungüento que la cura.

Una flor de imaginario jardín

y esa flor es la más bella criatura

que pisa, desde El Toboso al confín.

Dulcinea._ Tus ósculos, el aura me traía

y sobre mis labios los estampaba,

mientras que yo, emocionada sonreía

y a la misma brisa, otros besos daba

para ver si obediente los llevaba

adonde estabas en la lejanía.

¡Gracias brisa! porque fuiste obediente

y por siempre cumpliste mi recado,

sin ponerme jamás inconveniente

y hacerlo además, con ¡ingente agrado!

D.Q. ._ ¡Bel Toboso! ¡Tierra de mis amores!

do Dulcinea vio la luz del día

y hasta los mismos bardales dan flores.

Dulcinea._ Y nacen hombres que son hidalguía,

inocentes jilgueros son tenores

y todo El Toboso, es sana alegría.

D.Q. ._ ¡Audaz Rocinante, cuánto te quiero!

¡Sancho Panza, mi honrado servidor!

más bien un hermano que un escudero.

¿Dónde estáis, mi fiel galgo corredor?

Más que mi can, fuiste mi compañero,

pero, ¡gran bribón! fuiste muy aullador.

Dulcinea._ ¡Mi querer! ¿Te olvidaste del jumento,

de Maritormes, la alegre asturiana,

y también de los frailes del convento?

¿Olvidaste a la ventera casquivana,

al trovador Antonio y a su instrumento

y de cuando venciste ¡a un regimiento!

D.Q. ._ ¡Me olvidé de tantos, vida mía!

que gracia les pido de corazón

y poco favor, es ¡pedir perdón!

Hasta mi vida misma les daría

y cual digo, ¡no es burda sinrazón!

Dulcinea._ ¿Volverás a desfacer más entuertos,

sumiéndome a mí, en triste soledad?

D.Q. ._ Yo te juro por mi honor, que jamás

la esquela en que apunté los muertos,

se nutrirá con más hechos sangrientos,

ni mi noble espada, rajará más

frailes, curas, soldados ni sargentos.

Dulcinea._ Pues concluida la larga galopada,

tan sólo nos falta la bendición,

pero antes, tendrás que pedir perdón

a tantos muertos que rajó tu espada.

D.Q. ._ Yo, no maté a nadie. ¡Fue mii locura,

la que cavó tanta sepultura!

Pero nunca jamás usé de azada,

ni a ninguno rajó mi noble espada,

ni asesiné a una ¡inocente criatura!

Narrador._ La bella Dulcinea de El Toboso

abraza a Don Quijote de la Mancha,

al tiempo que el ínclito Sancho Panza,

da cuenta de un tasajo tan sabroso

que nunca degustó mejor pitanza.

A la luna, aúlla el galgo corredor,

ansioso, pace el hambriento Rocinante,

y el jumento, rebuzna rimbombante;

mientras Don Quijote, besa a su AMOR.

 

Continúa…

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