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LEY ELECTORAL ESPAÑOLA Y VOTOS INDEPENDENTISTAS

Por Ramón Arenas San Martín

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Sólo hay que hacer el ejercicio matemático de la suma para comprobar que fueron más los catalanes que no están a favor del independentismo.

Debido al funcionamiento de la Ley d`Hont con circunscripción provincial, los independentistas alcanzarón la mayoría, pero no deja de ser una distorsión de lo que realmente votó la mayoría de los catalanes.

Sin este sistema, el bloque sececionista jamás habría sumado mayoría absouta en las pasadas elecciones del 21-D.

Al asignarse un número fijo de diputados por cada provincia se prima que cada diputado conseguido necesite de muchos menos votos en las provincias pequeñas, en comparación con las grandes.

En Barcelona, por ejemplo, para conseguir un diputado se necesitan 48.000 votos, en cambio en Lérida necesitan 21.000 votos.

Esta disparate y distorsión del verdadero deseo de la mayoría de los catalanes salido de las urnas, conlleva que los que han sacado menos votos, sean los que obtengan una mayoría artificial e irreal.

La ley d’Hont reparte proporcionalmente los votos obtenidos dividiendo el número de votos emitidos para cada partido entre el número de cargos electos de cada circunscripción, lo que nuevamente distorsiona la verdadera voluntad de los votantes, si nos atenemos al resultado que se les otorga según esta ley.

¿Qué ha conllevado ésto en Cataluña? Sencillamente que a Junts per Catalunya y a ERC, cada escaño en la provincia de Lérida les ha costado menos de 13.000 votos, mientras que, por ejemplo, al PP le ha costado más de 47.000 votos cada uno de sus tres escaños en Barcelona.

¿Alguien puede considerar que esto es justo o más bien una desvirtuación de la verdadera voluntad de los votantes? Estas elecciones, de nuevo, han reabierto el debate sobre cuál es el mejor sistema electoral.

Hace tres años debido a las directrices marcadas desde el P.P. los diferentes grupos populares de cada uno de los ayuntamientos de España presentamos una moción para debatir el cambio de sistema electoral recogico den la LOREG.

En aquel momento el Grupo Popular en el Congreso registró su propuesta de reforma de la ley electoral para que los ayuntamientos fuesen gobernados por el candidato de la lista más votada, evitando que «los alcaldes fuesen elijidos en los despachos, en vez de directamente por los vecinos»

Se reclamó la creación de una subcomisión dentro de la Comisión Constitucional para empezar a debatir cuanto antes esta reforma de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (Loreg), que afectaría a 41 de sus artículos, pero no prosperó.

En cada uno de los municipios españoles que planteamos este cambio, a los portavoces municipales del P.P. nos tocó defender que ese era el camino.

En el pleno municipal de laredo se recogieron mis palabras y deseos, defendiendo que era la forma de "reforzar la democracia directa y la voluntad popular y el protagonismo a los vecinos de Laredo".

La propuesta de reforma electoral del PP establecía que fuese elegido alcalde el candidato que encabezara la lista que obtuviera un 35% de los votos y consiguiera una diferencia de cinco puntos sobre la siguiente candidatura. O bien obtuviera más de un 30% y más de 10 puntos de distancia sobre el segundo.

Si no se lograba ninguna de estas dos circunstancias, planteabamos la celebración de una segunda vuelta electoral a la que se presentarían todos los partidos que hubieran obtenido más de un 15% de los votos. Tras esta segunda llamada a las urnas, sería investido alcalde el que obtenga más del 40% de los votos o que gane con más de siete puntos de ventaja sobre el segundo.

Ya dije en aquel pleno municipal que "al PSOE no le gustaba estaba reforma electoral porque entre otras razones, ellos estaban más a gusto, en aquel momento, con un pacto entre los perdedores, que acatando lo que decidiera la mayoría de los votantes".

Con lo que ha sucedido en Cataluña se abre de nuevo el "melón" o debate sobre el cambio de nuestra ley electoral. Existen diversos sistemas que se utilizan en otros países con una larga trayectoria democrática, como en Francia, sin ir más lejos, que nos podrían servir de modelo.

Para mi, desde la experiencia de gobierno de un sencillo y poco numeroso ayuntamiento, como es el de la Muy Noble y Leal Villa Laredo, no me cabe duda que la mejor opción es la que defendí públicamente hace años, apelando a una modificación del sistema electoral que otorgue el verdadero protagonismo a los electores, esto es: "que se respete la verdadera voluntad de los votantes y no manden los pactos que posteriormente se hacen "encima o debajo de la mesa" sin que se enteren los ciudadanos.

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