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Internet y los usos digitales enriquecen el diccionario con 4.800 nuevas palabras

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Desde este viernes, los hispanohablantes disponemos oficialmente de 4.680 nuevas palabras para usarlas en nuestros escritos y conversaciones, hasta completar los 93.111 términos que componen el idioma español. Calculadora en mano, esta es la principal novedad que aporta la vigesimotercera edición del Diccionario de la Lengua Española (DRAE), presentada el jueves en la Academia. Descendiendo al detalle, destaca el importante número de lemas provenientes de internet y los usos digitales, la mayoría procedentes del inglés, que han recibido el visto bueno de los cancerberos de la lengua.

Demos la bienvenida pues a tuit, hacker, ADSL, blog y SMS. Ya podemos usar tranquilamente giga, hipervínculo, intranet y wifi sin temor a que nos tachen de atentar contra el lenguaje. Pero no solo la tecnología surte de novedades al nuevo diccionario. Los cambios experimentados en la sociedad en los últimos años son una fuente de innovaciones para el léxico. Ya es admitido nombrar el bótox, la amniocentesis, los decretazos, el establishment y el agroturismo. Y los aficionados al Barça están de enhorabuena: la Real Academia de la Lengua (RAE) ha dado su visto bueno a la palabra blaugrana.

99 EUROS / La mayoría de estas novedades ya aparecían en la versión online del diccionario que hay en la web de la Academia, pero no todas. De hecho, el ejemplar presentado ayer, formado por 2.376 páginas y puesto hoy a la venta por 99 euros, es la edición más actual y completa que existe de la lengua española desde que se compuso el primer diccionario, publicado en 1726, y sustituye a la versión anterior, del año 2001.

También mejora las cinco actualizaciones que ha sufrido a lo largo de la última década en la edición online. La coincidencia de su salida con el 300 cumpleaños de la Academia ha servido para subtitular el tomo como la "edición del tricentenario". «En un par de meses, esta versión estará también colgada en la web», anunció Darío Villanueva, secretario de la RAE.

Aparte de lemas inéditos, el nuevo vademécum del español introduce 140.000 enmiendas a las definiciones de 40.000 palabras que ya figuraban en ediciones anteriores. Entre otras, hay modificaciones como referéndum, que deja de aplicarse sobre «actos administrativos» y ahora lo hace sobre «decisiones políticas con carácter decisorio o consultivo». O autodeterminación, que ahora es «decisión de los ciudadanos -no de los pobladores, como ocurría antes- sobre su futuro estatus político». O nacionalidad, que desaparece como «denominación oficial de algunas comunidades autónomas españolas». También se han retocado las palabras: consulta, autogobierno, parlamento, iniciativa y Estado.

A cuento de estos cambios, el director del diccionario, Pedro Álvarez de Miranda, ha asegurado a este diario que «no tienen nada que ver con el debate nacionalista que hay planteado actualmente en Catalunya, sino que se discutieron y aprobaron en el 2008». Según el académico, «las modificaciones sólo pretenden mejorar la calidad lexicográfica. Se ha cambiado referéndum igual que otras 40.000 palabras, no hay detrás ninguna motivación política».

El presidente de la RAE, José Manuel Blecua, recordó en la presentación del diccionario que la misión del manual es «ir detrás de los acontecimientos, nunca delante», al hilo de algunas solicitudes recibidas en la Academia para que se retoquen ciertos términos polémicos que pueden tener usos ofensivos para ciertos colectivos. «Es imposible contentar a todo el mundo. El diccionario no puede cambiar la realidad, solo puede reflejarla. Si no nos gusta la realidad, la solución no es prohibir el uso de las palabras que la describen», sostiene Álvarez de Miranda.

El diccionario suele renovarse cada 13 años. Esa es la pauta que han seguido las últimas ediciones. Sobre la posibilidad de que esta haya sido la última versión que se imprime en papel, en la Real Academia de la Lengua prefieren no hacer predicciones. «Al igual que ocurre con las palabras, eso dependerá del uso que en el futuro haga la gente», sugiere Álvarez de Miranda.

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