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PEQUEÑO NICOLÁS, EL LENGUARAZ
Francisco Nicolás Gómez Iglesias, el pequeño Nicolás, al que le gusta que le llamen Fran, utiliza terminología propia de las fuerzas de seguridad e incluso de los servicios de inteligencia españoles. Eso no presupone que se deba dar carta de veracidad a las aseveraciones de este joven de voz aniñada. Demuestra, por el momento, que puede tararear o silbar una música pero falta demostrar que pueda interpretarla con un piano o un violín. Este es el comentario que hoy le dedica La Vanguardia.
El pequeño Nicolás habla, por ejemplo, de los sistemas de vigilancia y de contravigilancia y de cómo funcionan. Son dispositivos de protección que se disponen en torno a un objetivo para descubrir si algún ente hostil lo está siguiendo o espiando. Este tipo de trabajos policiales o de los servicios de inteligencia persiguen dar protección al eventualmente espiado. Algunas de las más habituales contravigilancias se hicieron en España durante años a potenciales objetivos terroristas de ETA.
“Esta terminología y estos dispositivos son asuntos que no se aprenden en películas y series de televisión, alguien se lo ha explicado y él se lo ha aprendido muy bien”, explica de forma confidencial un miembro de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado al referirse a las palabras del pequeño Nicolás. “Alguien le ha aleccionado”, sentencia.
El pequeño Nicolás, en sus primeras entrevista públicas, elude las preguntas más directas y comprometidas apelando a la necesidad de guardar secreto invocando en ocasiones la salvaguarda de la seguridad nacional. Evita con habilidad términos penalmente comprometidos y se refiere a “actividades alegales” y no ilegales al hablar de presuntas misiones de los servicios secretos. Además, evita también atribuirse toma decisiones subrayando su papel de mero colaborador o informante, mientras da a entender que pasaban por sus manos y le encomendaban misiones relacionadas con los graves problemas del país.
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