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TURQUÍA YA TIENE UN SULTÁN

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ERDOGÁN ya es presidente de Turquía después de ganar ayer las elecciones presidenciales, las primeras mediante voto directo. El que fuera primer ministro en la última década accede a la jefatura del Estado que desea tenga poderes ejecutivos y no los protocolarios actuales. Él puede lograrlo porque Turquía, como se dice, ha optado por todo un sultán para jefe de Estado.

Sus fieles le veneran y sus críticos le detestan pero tras 11 años como como primer ministro, Recep Tayyip Erdogan se ha impuesto como el líder indiscutible de Turquía, país que bajo su mandato ha dado un gran salto económico hacia adelante tras décadas de inflación incontrolable. El dirigente se presenta a sí mismo como el líder que devolvió la dignidad a las masas populares con convicciones islámicas, tras arrinconar a la élite urbana laica que había manejado las riendas del país desde la caída del imperio otomano.

A sus 60 años, Erdogan es el político más popular y carismático del país después de Mustafa Kemal Ataturk, el padre de la Turquía moderna. Pero desde hace un año también, se ha convertido en el más controvertido y contestado.

Represión y escándalos

A la violenta represión de las protestas populares del verano del 2013, siguió en invierno un escándalo de corrupción sin precedentes relacionado con extorsiones y cobro de comisiones que hizo temblar al Gobierno entero. Al compás de este escándalo, Erdogan ordenó bloquear el acceso a redes sociales como Twitter y YouTube, donde muchos turcos daban rienda suelta a su malestar.

Sus actuaciones contra las redes sociales provocaron una nueva avalancha de protestas, tanto dentro como fuera del país pero él respondió con su estrategia favorita: presentándose como víctima de un complot de las élites.

Autoritario y populista

Pero su deriva autoritaria y populista dañó irreparablemente las credenciales democráticas de un dirigente que tras haber pasado por la cárcel por recitar en público un poema religioso, ganó por primera vez las elecciones legislativas en el año 2002 y fue sucesivamente reelegido en la jefatura del Gobierno en el 2007 y el 2011.

Bajo su mandato y su modelo de democracia conservadora, Turquía se ha asentado en el crecimiento económico y la estabilidad política, combinando capitalismo liberal e islam moderado. Pero el país hoy está mucho más polarizado que nunca entre los partidarios y enemigos de los que unos y otros no dudan en llamar el nuevo sultán.

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