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REFLEXIONES DEL PAPA EN LA TRADICIONAL MISA DEL GALLO
El papa Francisco invitó anoche a los católicos a afrontar con ternura "las circunstancias más duras
de la vida", a mostrar "humildad en cualquier conflicto" y a dejarse
querer por Dios para poder ver la luz en un mundo de tinieblas.
Este fue el mensaje transmitido por Jorge Bergoglio en el discurso pronunciado durante la celebración de la Misa del Gallo en la Basílica de San Pedro del Vaticano, el primero de los ritos de la que es su segunda Navidad como pontífice.
La Misa de Nochebuena, que conmemora para los católicos el nacimiento
de Jesús, comenzó a las 21.30 hora local (20.30 GMT) y a ella asistieron
cerca de 10.000 personas, según los organizadores, que permanecieron
tanto en el interior de la basílica como en la Plaza de San Pedro.
La celebración, que se pudo ver por primera vez en 3 dimensiones (3D)
en algunas televisiones de Italia y de Inglaterra, se inició con la
procesión del papa Francisco hacia el altar mayor al son del canto de la
"Kalenda", que en latín recorre desde la Creación hasta la noche en la
que nació Jesús.
En este clima litúrgico y tras la
proclamación del Santo Evangelio, el máximo representante de la Iglesia
Católica optó por un mensaje breve, centrado en el nacimiento de Jesús y
que le sirvió para invitar a los asistentes y a todos los católicos del
mundo a reflexionar sobre la manera en la que se relacionan con Dios.
Durante la Misa, el obispo de Roma festejó el nacimiento del niño Jesús
para decir que su llegada al mundo fue "una gran luz" que iluminó a los
pueblos y disipó "la oscuridad".
Durante los años anteriores,
insistió, el mundo estaba sumido en la oscuridad, desde que se
cometiera "el primer crimen de la humanidad, cuando la mano de Caín,
cegado por la envidia, hirió de muerte a su hermano Abel".
Pero Jesús aportó una luz que "nació en Belén y fue recibida por las
manos tiernas de María, por el cariño de José, por el asombro de los
pastores", recordó.
En su homilía, Bergoglio leyó el capítulo 9
del Libro de Isaías en el que el profeta dejó escrita la frase "El
pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaban tierras
de sombras y una luz les brilló".
"La liturgia de la santa
noche de Navidad nos presenta el nacimiento del Salvador como luz que
irrumpe y disipa la más densa oscuridad. La presencia del Señor en medio
de su pueblo libera del peso de la derrota y de la tristeza de la
esclavitud, e instaura el gozo y la alegría", subrayó el papa argentino.
Y prosiguió: "También nosotros, en esta noche bendita, hemos
venido a la casa de Dios atravesando las tinieblas que envuelven la
tierra, guiados por la llama de la fe que ilumina nuestros pasos y
animados por la esperanza de encontrar la "luz grande"".
Así,
con la creación de su Hijo, confirmó el primer pontífice jesuita, Dios
"aquella noche", asumió la fragilidad, los sufrimientos, las angustias,
los anhelos y las limitaciones del ser humano.
En este punto,
el papa Francisco invitó a los católicos a contemplar la imagen de Dios
en la Tierra, "acostado en un pesebre", para reflexionar sobre la manera
en la que se relacionan con Dios.
"¿Cómo acogemos la ternura
de Dios? ¿Me dejo alcanzar por él, me dejo abrazar por él, o le impido
que se acerque? "Pero si yo busco al Señor" -podríamos responder-. Sin
embargo, lo más importante no es buscarlo, sino dejar que sea él quien
me encuentre y me acaricie con cariño", apuntó.
Y añadió:
"¿Tenemos el coraje de acoger con ternura las situaciones difíciles y
los problemas de quien está a nuestro lado, o bien preferimos soluciones
impersonales, quizás eficaces pero sin el calor del Evangelio? ¡Cuánta
necesidad de ternura tiene el mundo de hoy!".
Finalmente, el
papa Francisco concluyó su homilía reiterando el mensaje de Isaías para
asegurar que la luz de Jesús "la vio la gente sencilla, dispuesta a
acoger el don de Dios" y no "los arrogantes, los soberbios, los que
establecen las leyes según sus propios criterios personales, los que
adoptan actitudes de cerrazón".
Tras la celebración
eucarística, el octavo jefe del Estado Vaticano portó entre sus brazos
al Niño Jesús y lo llevó en procesión hasta el Nacimiento, instalado en
la Basílica Vaticana. Jorge Bergoglio volverá a asomarse mañana al
balcón de la Logia central de la basílica de San Pedro del Vaticano,
igual que cuando fue elegido papa, para leer su mensaje de Navidad e
impartir la bendición "Urbi et Orbi" (a la ciudad y al mundo) a los
miles de fieles que se acerquen a escucharle.
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