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EL DERROTADO DE LA SERNA, QUE JUGÓ A SER MINISTRO ACTUANDO DE ESPALDAS A SANTANDER

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LAS ELECCIONES DE DOMINGO PASADO dejaron otro derrotado de primer nivel: el alcalde de Santander, Íñigo de la Serna, ahora obligado a pactar en lo que representa un talante que no le va, acostumbrado a tratar por encima del hombro a los que le rodean. Desde que fue elegido presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias, De la Serna utilizó la ciudad de Santander como algo instrumental  a su servicio, jugando a "ministrable", algo que le le apasionaba y en esa linea se dejaba querer por los aduladores de turno.

Pero hete ahí que llegó el momento de las urnas y todo el entramado del alcalde De la Serna se ha caido hecho añicos. Ya no es el invencible que él vendía por doquier, y si no vean el escenario electoral que deja:

1. Perdió nada menos que 16 puntos, pasando del 56 por ciento en 2011 al 40 en 2015.

2. De 18 concejales ha bajado a 13, perdiendo la mayoría absoluta.

3. En votos ha perdido respecto a las elecciones de hace cuatro años nada menos que 16.617 votos, o sea el 31,5 por ciento del total.

Estos son los datos fríos y concluyentes extraídos del recuento oficial del Ministerio del Interior, cuando le daban -y se atribuía- ser invencible en las urnas.

Las razones de su fracaso electoral hay que buscarlas en el hecho de que Santander-ciudad exige dedicación y cercanía y no ha tenido ni lo uno ni lo otro. Igualmente, ha venido a decir en sus declaraciones que eran bien acogidas por algunos medios que, más o menos, se presentaba como "inventor" de Santander, cuando se trata de una ciudad con varios siglos de historia con todo lo que ello significa.

Pero, sobre todo, De la Serna en estos cuatro años ha jugado a preparar el terreno para volar alto y ver cumplida su aspiración de ser ministro, protagonizando el grave error de mostrar que sus intereses personales estaban por encima de los de ciudad, es decir, ha intentado dar su salto a la política nacional aprovechándose de su cargo de alcalde sin importarle los intereses generales. Esto se puede decir, desde otra perspectiva, afirmando que el señor De la Serna ha intentado volar en otra longitud, no precisamente sirviendo a sus ciudadanos. Todo lo contrario de lo que merecían los santanderinos.

Con estos mimbres, De la Serna ha hecho un cesto que ha saltado por los aires a las primeras de cambio. Ignoró a los vecinos y les puso los mayores impuestos, vía IBI; pasó e  mejorar su hábitat y "vendía" una proyección de "ciudad inteligente" cuando las biliotecas o la hemeroteca municipal se caen a pedazos, como puede comprobarse.

No es necesario, finalmente, abundar mucho en su deslealtad a su partido, reiterando en un deseo y estrategia de "pescar" más alto, de no repetir como candidato (decisión que retrasó hasta las vísperas) o, también, intentando mover la silla a su rival interno, Ignacio Diego.

En fin, De la Serna se queda sin ministerio, sin presidencia de la FEM y en los próximos años tendrá que hacer algo que no le gusta: buscar acuerdos para seguir en la poltrona. ¡Vaya futuro! del que iba sobrado por la ciudad y caminaba seguro y confiado hacia "ministrable".

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