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JUAN HORMAECHEA, UN ALCADE QUE REVOLUCIONÓ SANTANDER

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JUAN HORMAECHEA, mal que le pese a muchos o a pocos, fue el alcalde que tomó la iniciativa de adquirir para el pueblo no solo el Palacio de La Magdalena sino toda la península que, de inmediato, abrió para el disfrute de la ciudadanía. En un mandato que se extendió diez años, hay que reconocer que Hormaechea revolucionó la ciudad y demostró que las ideas y el coraje político son muy importantes a la hora de tomar decisiones.


Si analizamos, incluso superficialmente su etapa de alcalde, nos daremos cuenta de que todas las decisiones que tomó aportaron un giro copérnico a la ciudad, que pasó de la mediocridad de una capital de provincia a una ciudad de futuro, con la ejecución de ideas adelantadas que no eran frecuentes en aquel tiempo. Hay que recordar, por ejemplo, que la adquisición del Palacio de la Magdalena ocurrió hace cuarenta años y que en aquel tiempo Hormaechea apostó por un nuevo Sardinero, al tiempo que dio un cambio total a la ciudad. Pero, sobre todo, enriqueció a los santanderinos con operaciones insólitas como las de Mataleñas o la comentada de la península de la Magdalena.


Aquella gestión innovadora y poco corriente, su forma de arriesgar con ideas y coraje, le dieron en 1983 una victoria electoral como independiente que queda en el registro de la ciudad: el sesenta por ciento de los votos, que nadie ha logrado hasta ahora.


En este tiempo, hay alcaldes que consideran que cumplen con creces con sus deberes gastando el presupuesto. Aunque sin duda se trata de una de sus obligaciones institucionales -decidir el presupuesto y ejecutarlo-, lo más difícil y lo que se espera de los regidores es crear, innovar, poner sobre la mesa nuevas ideas y, por tanto, arriesgar en política.  Este es la clave: adelantarse al futuro creando nuevas cosas. Y en esto, Hormaechea -al igual que hizo en el Gobierno regional- fue capaz de salirse del guión y construir cosas nuevas, positivas para el interés general. 

CUARENTA AÑOS


Este verano de 2017 se cumplen cuarenta años de la adquisición por el Ayuntamiento de Santander, del que era alcalde Juan Hormaechea, del Palacio Real de la Magdalena, que la ciudad de Santander había regalado a los Reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia en 1913,  comenzando de esta manera los veraneos regios en Santander.  Un tiempo en el que la capital cántabra fue la referencia de la política en los meses de julio y agosto, celebrándose numerosos consejos de ministros.

 

La decisión de Hormaechea de adquirir el Palacio fue una excelente iniciativa, más cuando la península de La Magdalena se abrió al pueblo y los ciudadanos santanderinos, especialmente, comenzaron a visitar una parte de la ciudad que estaba reservada exclusivamente a la Familia Real y a la nobleza. El alcalde de Santander demostró inteligencia en el envite. Le hizo saber al administrador de don Juan de Borbón, hijo heredero de Alfonso XIII y padre del Rey Juan Carlos, que la ciudad no podía dejar de cobrar los impuestos propios de la propiedad y que si lo estimaba don Juan la ciudad adquiriría la península y el palacio. Si bien en principio el importe solicitado a la ciudad era desorbitado, Juan Hormaechea negoció directamente con don Juan de Borbón y logró cerrar la adquisición en 150 millones de pesetas.  

 

En aquel tiempo, Hormaechea no quiso desvelar la operación en cuanto al conjunto de negociaciones llevadas a cabo, pero años después ya apuntó cómo logró llevar a cabo la adquisición y enriquecer, de esta manera, el patrimonio de la ciudad cuya compra, hoy, sería económicamente inviable para la tesorería municipal.


Representó una operación inteligente en la que el pueblo fue el gran beneficiado, ya que al pasar al patrimonio de la ciudad, automáticamente por decisión del alcalde, se abrieron sus puertas a los ciudadanos para que disfrutaran de todos sus atractivos.

 

Sería bueno que el Ayuntamiento reconociera este gran logro y sin titubeos fuera capaz, a través de la mayoría  gobernante que ostenta el PP, hasta que punto Hormaechea fue un gran alcalde para hacer de Santander una ciudad moderna y atractiva, que logró con esta y otras decisiones, liderar el norte español, desbancando a San Sebastián y La Coruña, que recibieron del régimen franquista importantes beneficios con las visitas tradicionales en los veranos del general Franco que celebraba en estas capitales consejos de ministros.

 

Cuarenta años. Media vida. Una decisión que como otras lleva el nombre de Juan Hormaechea, que pasó a formar parte de la historia grande de Santander.

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