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EL JUICIO DE PAMPLONA: ENTRE LA VÍCTIMA Y "LA MANADA"

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EL JUICIO DE PAMPLONA sigue ocupando muchas páginas en los medios de comunicación escritos y en los otros. Existe inquietud sobre el desarrollo del juicio y la condena de los presuntos violadores de ese grupo que ellos mismos se bautizaron ·”La Manada”. En plena celebración de este juicio por la violación múltiple se hace más necesario que nunca después de ver cómo la propia víctima es la que está intentando demostrar que lo que le sucedió fue verdad y que sus violadores no son inocentes, que es como se declaran. Esto es, al menos, lo que percibimos después de que el juicio se iniciara el lunes.

Cuando se reveló que el juez no iba a aceptar como pruebas las conversaciones previas de ese grupo conocido como La Manada (en las cuales prácticamente planeaban lo que iban a hacerle a la víctima, a la cual aún no habían elegido) pero sí las informaciones proporcionadas por un detective privado contratada por la familia de uno de los acusados. El investigador ha seguido a la víctima en todos los meses posteriores a la agresión y ha hecho grandes "revelaciones": está intentando seguir con su vida y superar una de las experiencias más traumáticas que cualquier mujer puede sufrir. Al magistrado le ha servido como prueba de que no está lo suficientemente afectada por lo que sucedió lo cual solo puede significar una cosa: que no fue una violación sino una relación consentida, que es lo que alegan los acusados. La conclusión que extraemos con estos hechos es que, en pleno 2017, una mujer que ha sido violada también debe parecerlo.

En cierto modo podemos decir que nos horroriza el cariz que está tomando el juicio. Al final, la joven víctima terminará juzgada por toda la sociedad porque no está lo suficientemente destrozada por lo que le sucedió en los sanfermines. O, peor: su "aparente" falta de trauma será una prueba irrefutable de que no fue una violación sino un acto consentido y sus agresores quedarán en libertad. Sencillamente este escenario posible, nos horroriza.

Se hace necesarios preguntar: ¿Por qué siempre se tiende a poner en duda la actitud de la víctima en vez de la decisión unilateral de abusador de sobrepasarse con ella? La empatía con el agresor suele ser mayor que con la propia afectada. El caso de EL resulta especialmente doloroso cómo la sociedad y quienes participan activamente en el juicio no están demostrando ninguna empatía con la chica. Como mujer, resulta tremendamente doloroso ver que esta actitud se está perpetuando en estos juzgados de Pamplona. No queremos imaginarnos cómo puede resultar para la propia víctima.

No podemos comprender cómo en los casos de abusos la palabra de la mujer siempre es puesta en duda. Y se parte de la base de que las mujeres son mentirosas y mezquinas por naturaleza. También exageradas, cómo no. "¿Y todos los hombres en la cárcel por denuncias falsas que hay?", proclaman algunos indignados. Clichés falsos (y siempre presentes en las conversaciones de bar y en las redes sociales) que salen a la luz con cada caso de violencia de género no hacen otra cosa más que empañar lo que realmente importa -que es la justicia para las víctimas- y terminan por restarle importancia a los actos más deleznables que se pueden cometer contra el sexo femenino.

Y este patrón se está repitiendo con el juicio contra La Manada, convertido por algunos medios y comentaristas ya en "el juicio contra la víctima". ¿Cómo terminará este proceso judicial? Ojalá la resolución nos sorprenda positivamente y, con ello, se siente un precedente sobre cómo se debería tratar a víctimas y verdugos en los casos de violencia contra las mujeres.

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