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"El libro de la selva" reaparece 120 años después

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"El libro de la selva" tal y como lo imaginamos no existe. Su creador, Rudyard Kipling, recopiló dos libros de fábulas en algunas de las cuales aparecía Mowgli, un niño con dificultad para identificar su lugar en dos mundos distintos, que reaparece ahora, 120 años después de su llegada al mundo.

La historia del niño de la selva ha llegado hasta nuestros días transformada por la industria cinematográfica en dos versiones; la que hizo Zoltan Korda en 1942 y, especialmente, la estrenada en 1967 por la factoría de Walt Disney.

Ahora nos llega la historia auténtica y la ilustradora francesa Justine Brax ha sido la afortunada de ponerle cara, en el siglo XXI, al niño de la selva, que surge en episodios dispersos y sin atender a una continuidad cronológica en las dos recopilaciones, "El libro de la selva" y "El segundo libro de la selva", publicadas en 1894 y 1895, respectivamente, por Rudyard Kipling (Bombay,1865-Londres 1936).

"Mowgli" (Edelvives) es un álbum ilustrado por Brax en el que se realiza una adaptación de "El libro de la selva" modificando "muy levemente" las frases originales y se define un nuevo orden de capítulos con el propósito de seguir la evolución del niño, muy parecida a la de su autor.

Así, en este álbum se recuerda que Kipling escribió las novelas que componen esta historia durante su prolongada estancia en EE.UU., después de pasar parte de su vida en la India e Inglaterra, por lo que, a su manera, la historia de Mowgli refleja esa existencia compartida entre dos mundos "y la dificultad de saber cuál es su lugar en ellos".

Recompuesta, la historia de Mowgli, que le valió a su creador el Premio Nobel de Literatura en 1907, forma una increíble novela de iniciación, en la que un niño, rechazado por dos comunidades, debe aprender poco a poco a encontrarse a sí mismo.

Justine Brax, a lo largo de las páginas del álbum ilustrado que acaba de publicar Edelvives, recrea toda la magia de la selva india con impresionantes imágenes llenas de color pobladas por los personajes más conocidos de la obra, como el gran tigre Shere Khan, el oso pardo Baloo, la pantera Bagheera o la astuta serpiente Kaa.

Entre imponentes árboles, una exuberante vegetación y cientos de lianas, Brax ilustra paisajes llenos de vida junto a otros tenebrosos, como cuando Mowgli es expulsado de la aldea por sus habitantes al ser considerado un espíritu maligno por su capacidad de hablar con los animales.

La expresividad que la ilustradora capta en los ojos, ya sean de Mowgli o de las fieras de la selva que le rodean, tienen un gran protagonismo a lo largo de todo el relato, en el que el pequeño niño va evolucionando hasta convertirse en un adolescente.

En el último capítulo dedicado por Kipling al niño de la selva, titulado "La carrera primaveral", Mowgli, con su bello rostro oculto tras la maleza, descubre a una joven frente a la cual queda hipnotizado.

De regreso a la selva, comunica su descubrimiento a sus amigos los lobos, Baloo, Ka y la pantera Bagheera, a lo que la sabia serpiente le responde: "El hombre vuelve al hombre, aunque la selva no lo expulse".

"No quiero irme, pero mis dos pies me llevan contra mi voluntad...", se excusa tristemente Mowgli ante sus amigos, pero el viejo Baloo dicta sentencia: "Te he visto jugar con piedras blancas aquí mismo, cuando no eras más que una ranita. Ese tiempo ya se ha ido. Hoy ya no es el cachorro de hombre el que le pide permiso a su clan, es el maestro de la selva el que cambia de camino. Levanta, pues, la cabeza. No hay vergüenza alguna en esta caza".


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