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AVELINA MOUZO, UNA GALLEGA DE 110 AÑOS

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Lo extraordinario de Avelina Mouzo Leis no es haber llegado a los 110 años, una cifra que desde luego impone un respeto. Antes que ella, muchos otros en Galicia lo han conseguido y, tal y como van los índices de longevidad, serán muchos más los que superarán esta cifra redonda y de momento inalcanzable para la mayoría. Sucesores recientes que llegaron a esta misma edad han sido la celanovesa Rosa Martínez Casais, fallecida hace cuatro años, o la fisterrana (en la Costa da Morte proliferan los centenarios) María Marcote Boullosa, hace tres. Ambas, en octubre. La experiencia dice que los grandes vividores, en el sentido más positivo del término, nacen y mueren en los últimos meses del año.

Así que no, los 110 no son algo extraordinario. Sí magnífico, poco habitual, pero no único. Lo realmente extraordinario es llegar a estas alturas de la vida con una salud que ya le gustaría a algunos de 80 o 90. Ahora, Avelina ya es muy conocida, pero si la conoce algún despistado y le dicen que tiene, por ejemplo, 85 años, se lo cree.

Pero tiene 110. Los cumplió el día de Nochebuena, en su casa del Campo do Outeiro, en A Ponte do Porto (Camariñas), donde ha residido casi toda su vida tras llegar del lugar de Vilar de Cereixo, en el vecino Vimianzo, al otro lado de la ría que ahí empieza a abrirse, en una casa que sigue en pie y que visitó por última vez hace tres años.

Avelina celebró la efeméride en dos partes. La primera, a mediodía, con la llegada del regidor de Camariñas, Manuel Valeriano Alonso, y la teniente de alcalde, Sandra Insua. Le llevaban dos regalos: un ramo de flores y un encaje enmarcado con la técnica de la simona. «Está ben feito», dijo la homenajeada. Sabía de lo que hablaba, pues ella misma palilló hasta los 100, como tantas vecinas. Avelina habló con los dos y con alguno más que se le acercó a felicitarla. El único problema es que oye poco. Pero responde a todo. «Que contenta estou con tanta xente aquí», suelta. De vez en cuando regala frases: «Deus vos dea saúde», «a vellez é moi triste», «eu morrer non quero».

La segunda celebración fue al comienzo de la noche, rodeada de la familia: su hija Nieves, de 84 años, la más joven y la única que le queda de los tres que tuvo; el yerno; dos nietas (tiene otra más en Suiza) y un nieto (también reside en el país helvético), cinco de los ocho bisnietos. Tiene además dos tataranietos. A esas horas sopló tres velas, una por cada dígito. Después se fue a cama. Y ayer se levantó sin problemas.

Esos son sus ritmos diarios. Autónomos. Se vale por sí misma para lo elemental: vestirse y acostarse, lavarse, caminar. No es exagerado decir que se conserva mejor que hija y yerno, enfermos. He aquí el chequeo imprescindible para un supercentenario: come de todo (le encanta el caldo), tiene buena memoria, ve la tele (es fan de Luar), realiza pequeñas tareas domésticas (limpia patatas, barre la cocina?), sale a la puerta, saluda, apenas se medica (unas gotas para el riego). Las nietas se encargan de que se mantenga de maravilla en lo demás. El alcalde le dice que ahora hay que batir el récord de España. Falta mucho: la más longeva tiene 113 años, los mismos del récord gallego, Carmen Figueiro Freiría, de Nigrán, en 1997. Avelina es la primera de Galicia y la sexta de España, en unos registros que siempre pueden dar sorpresas (en el padrón de Ferrol figura un caso de 110, pero no hay constancia real al respecto, y ha pasado más veces algo así).

En 1996 había en Galicia 226 personas con 100 o más años de edad. Hoy son casi seis veces más 1.293, según el INE. Una décima parte de los centenarios españoles residen en la comunidad.

Pero la mayor sorpresa es esa salud, esa juventud para siempre, como la canción de Alphaville, que suena de fondo en el vídeo que le ha grabado su bisnieta Sonia y que puede verse en Youtube. «¡Que tantos anos teño!», confiesa. «¿Teños tantos?», cuenta Avelina.


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