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EL PLAN POLÍTICO DE HILLARY CLINTON PARA LLEGAR A LA CASA BLANCA
Si llega a la Casa Blanca, Hillary Clinton se convertirá, como dijo este sábado ironizando ante quienes cuestionan su edad, en «la mujer presidenta más joven de la historia de Estados Unidos», aunque para entonces tenga 69 años. Ese triunfo haría añicos el techo de cristal, pero esa no es la única barrera para la igualdad que Clinton quiere romper. Este sábado, en Nueva York, en su primer gran mitin de campaña desde que en abril lanzara oficialmente su candidatura, la exprimera dama, exsenadora y exsecretaria de Estado delineó un plan político para romper otro techo que aplasta: el desequilibrio económico entre «unos pocos privilegiados» y la mayoría.
«Vosotros habéis hecho que este país se recupere (de la crisis económica)», dijo Clinton, como si los cerca de 5.000 congregados en la soleada mañana en Roosevelt Island fueran representantes de la clase media cuya defensa es eje de su campaña. «Ha llegado la hora, vuestra hora, de asegurar lo que hemos ganado y seguir avanzando».
Habrá que esperar al mes que viene para que Clinton empiece a hacer propuestas específicas. No obstante, el discurso de ayer, 45 minutos en los que ha trabajado semanas y que ha ido curtiendo en actos más pequeños, es el mapa de una candidatura con una agenda progresista y ecos populistas. «La prosperidad duradera debe ser construida y compartida por todos», dijo evocando a Roosevelt, el padre del New Deal. «La prosperidad no puede ser solo para unos cuantos consejeros delegados y gestores y la democracia no puede ser solo para grandes empresas».
EL AYER DE LOS REPUBLICANOS
Clinton no obvió los ataques a los republicanos, a los que acusó de seguir apostando por «políticas económicas que nos han fallado antes» y de vivir «en el ayer». Puso, no obstante, mucho más foco en presentar sus ideas y ahí aparecieron, por ejemplo, la lucha por la igualdad salarial entre hombres y mujeres, por la subida del sueldo mínimo y por las bajas pagadas por enfermedad o maternidad. También propuestas que ha ido mencionando antes, como la educación preescolar universal o la rebaja de los costes de la formación universitaria y el apoyo a las pequeñas empresas.
Su discurso no dejaba fuera otros temas clave para los demócratas, desde dar a los inmigrantes «un camino a la ciudadanía», la apuesta por energías limpias y la lucha contra el cambio climático hasta la defensa de los derechos civiles, tanto para la comunidad LGBT como para minorías, castigadas «desporporcionadamente» por un sistema de justicia que promete reformar.
OBAMA, CERCA Y LEJOS
Barack Obama, el hombre que le derrotó en el 2008 en su anterior asalto a la Casa Blanca pero para quien fue jefa de la diplomacia, apareció solo brevemente en su discurso, bajo una luz positiva por logros como la reforma sanitaria pero sin excesivos alardes. Y en el escenario, con la sede de Naciones Unidas al otro lado del río, Clinton planteó su propia fórmula presidencial: «un liderazgo creativo y confiado que permita a EEUU moldear lo que nos pasa y no dejarnos arrastrar por los acontecimientos». Aseguró que «no hay país mejor preparado» para enfrentar amenazas tradicionales como «Rusia, Corea del Norte e Irán» y nuevas como los ciberataques o el terrorismo transnacional que encarna el Estado Islámico. E hizo una promesa: hacer «todo lo que haga falta para mantener a los estadounidenses seguros».
El mitin era, no obstante, algo más. Pese a llevar décadas en el escenario público, o quizá por ello, Hillary arrastra una imagen y ayer intentó quitarle sombras. Habló mucho más que de costumbre de su madre, fallecida en el 2011, cuya vida de esfuerzos daba pie a la candidata a mostrarse comprensiva con las dificultades de la clase media. Y le hace falta. Ella y Bill Clinton han ganado 30 millones de dólares en año y medio y en un sondeo reciente de CNN menos del 50% opinaba que a Hillary le importa la gente corriente. El porcentaje subía al 57% al preguntar si la consideraban «deshonesta».
Este sábado la candidata no hizo mención alguna de las sombras por las donaciones de países y grandes empresas a la Fundación Clinton. De hecho, prometió luchar «contra el dinero oscuro que corrompe las elecciones». Y aunque asumió que ha tenido su «dosis de errores», no era hora de "mea culpa". «He pasado toda mi vida luchando por la gente y no voy a parar ahora», dijo. La meta: Casa Blanca.
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