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MUERE DE CÁNCER A LOS 42 AÑOS UN ICONO DEL 11-S

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El fatídico martes de septiembre del 2001, Marcy Borders llegó tarde desde Nueva Jersey al trabajo en las oficinas de Bank of America, en las Torres Gemelas, donde había empezado a trabajar un mes antes. Ponía en orden su mesa cuando uno de los aviones transformados en misiles impactó en la torre norte. Aunque el supervisor pidió a los empleados que se quedaran en sus puestos, la mujer de 28 años hizo oídos sordos, descendió como pudo 81 plantas y llegó a la calle.

Como tantos otros, Borders andaba perdida, conmocionada, viendo, como explicó en el décimo aniversario al Daily Mail, «una carnicería, demasiado como para que uno pueda ser testigo, imposible de entender: gente con cosas que le salían del cuerpo, cubiertos de sangre de cabeza a los pies...» Entonces una de las torres cayó y Borders quedó cubierta por el polvo y las cenizas, también como tantos otros. A ella, no obstante, la retrató Stan Honda, fotógrafo de AFP, e inmediatamente se convirtió en icono.

El lunes, a los 42 años, la mujer a la que se apodó Lady dust (la dama del polvo), que llegó a inspirar una balada folk, falleció a los 42 años por un cáncer de estómago, según se supo por mensajes de sus familiares en Facebook. Y aunque no hay forma de probarlo, la propia Borders aseguró en una entrevista con el New Jersey Journal estar convencida de que fue lo que inhaló aquel día lo que activó células cancerígenas en su cuerpo. «Lo creo con certeza -declaró - porque no he tenido nunca ninguna enfermedad, ni hipertensión, ni colesterol alto, ni diabetes...»

Sí tuvo problemas serios con el alcohol y al crack, a los que desarrolló adicciones tras entrar en un estado de depresión y paranoia. «Empecé a beber mucho y luego mucho más, no era capaz de manejar mi vida y empecé a fumar crack porque no quería vivir. Me había rendido, dejé hasta de asearme y no me reconocía cuando me miraba en el espejo», recordó en el Daily Mail.

Tras perder la custodia de sus dos hijos, en abril del 2011 entró en una clínica de rehabilitación. Allí se enteró de la muerte de Osama Bin Laden, su «mayor miedo», Y ese mismo mayo salió limpia y recuperó la custodia de sus hijos.

El cáncer apareció el pasado agosto. Y cuando en noviembre habló con el Journal Borders, en el paro y sin seguro, contó las dificultades que estaba teniendo para hacer frente a las facturas médicas de 119.000 dólares que se acumulaban tras las sesiones de quimioterapia y antes incluso de someterse a cirugía y radiación. Ella nunca pudo buscar la ayuda del fondo de 2.780 millones que Barack Obama estableció en el 2011 para ayudar a quienes han presentado problemas de salud. Ese fondo solo cubre a los trabajadores de emergencias que primero respondieron tras los atentados.


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