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EL GRAN SEDUCTOR CUMPLE 80 AÑOS

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Este verano las pantallas de cine ofrecerán una nueva imagen de uno de los rostros más atractivos de la historia del cine, Robert Redford. Él es uno de los intérpretes de Pedro y el dragón, un filme que mezcla animación con actores, en el que el eterno galán volverá a seducir, aunque desde la dorada madurez que le proporcionan sus 80 años que cumple el próximo jueves.

Como en muchas trayectorias no fue una vida fácil. Y ni siquiera su envidiable físico le sirvió para protagonizar películas. Le rechazaron para El graduado, El padrino, ¿Quién teme a Virgina Wolfe?, La semilla del diablo, Love Story, Chacal y para Bob, Carol, Ted y Alice. En cambo ese mismo físico le facultó para empezar una carrera a la que llegó por la vía de la belleza y acabó capitaneada por el talento.

Es uno de los seis directores que ganó un Oscar con su primera película, Gente corriente, y otro también de los seis que lo lograron cuando ya tenían merecida fama como actores, como Warren Beatty, Clint Eastwood, Mel Gibson, Richard Attenborough y Kevin Costner. Y sólo Laurence Olivier le iguala como ganador de la dorada estatuilla en las categorías de actor y director.

Es un hombre optimista, cuyas palabras favoritas son “posible” y “lo que sea”, a quien en más de una ocasión se le ha escuchado decir que “como actor no quisiera que me dirigiera alguien como yo”, al tiempo que “como director no quisiera tener que trabajar con un actor como yo”.

Ha visto cientos de películas, pero le sigue fascinando El tesoro de Sierra Madre. Y se siente orgulloso de tener amigos en la profesión como Sydney Pollack o como Paul Newman, otro de los rostros imprescindibles de la gran pantalla. Con este no sólo compartió cartel en algunos de los éxitos más notables del cine, Dos hombres y un destino y El golpe, que es el filme que Redford prefiere de su carrera. Su amistad les llevó a bautizar a sus primeros hijos con el mismo nombre, Scott, y ambos fallecieron: el de Redford por muerte súbita a los pocos meses de nacer, en 1959, y el de Newman en 1978 a los 28 años a causa de una sobredosis.

Otros hijos de Redford también tuvieron problemas. Al novio de Shauna, la mayor, lo asesinó su compañero de habitación y, deprimida por ello, tuvo un grave accidente de coche que casi la deja paralítica; y al chico, James, le hicieron dos trasplantes de hígado. La otra hija, Amy, sufrió el divorcio de sus padres tras 27 años de matrimonio. Su mujer, Lola van Wagenen parecía el amor para toda la vida: estaban juntos desde la universidad y había comprendido y tolerado los éxitos y fracasos de un joven Redford, sus adicciones y sus problemas con el alcohol.

Tras la ruptura, la joven vivió los otros amores de Robert con Debra Winger, con la modelo francesa Nathalie Naud, y con Sonia Braga hasta que conoce, y se casa, en el 2009, con la pintora alemana Sybille Szaggars.

En total, tres hijos y cinco nietos para el que fuera amante ideal, real o ficticio, de mujeres como Barbra Streisand ( Tal como éramos), Mia Farow ( El gran Gatsby), Meryl Streep ( Memorias de África). Que nunca se significó políticamente, ni siquiera cuando fue considerado como senador por el estado de Utah.

Creador en 1981 del Festival de Sundance (nombre de su personaje en Dos hombres y un destino) para promover el cine independiente, declaró: “El activismo político siempre ha formado parte de mi vida y mis películas, aunque trato de no focalizarlo y mantener las distancias ideológicas pertinentes. Soy antiideología. En cualquier lado que uno se encuentre tratamos de mostrar historias desde todos los puntos del país, sea rojo o azul”, ha sido una de las referencias del cineasta, al que le deben quedar aún muchas dosis de seducción por ofrecer.


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