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Alaba el valor histórico de los Nueve Valles y al P. Flórez por acabar con el "secuestro" del nombre de Cantabria

Destacó la unidad administrativa y jurisdiccional con el éxito de la Asamblea celebrada en la Casa de Juntas de Puente San Miguel el 28 de julio de 1778, donde quedó constituida la Provincia de Cantabria.

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Alaba el valor histórico de los Nueve Valles y al P. Flórez por acabar con el "secuestro" del nombre de Cantabria
27-07-2016

 



El escritor y doctor en Periodismo, Académico de la Real Academia de la Historia, José Ramón Saiz Fernández, disertó este martes en la Casa de Juntas de Puente San Miguel en la semana cultural del Día de las Instituciones sobre Cantabria en la Edad Moderna. Entre los asistentes, el alcalde de Reocín, Pablo Diestro; ex-alcalde de Torrelavega, Carlos Monje, Paz Herrera, Hija Predilecta de Reocín,y el artista José Gómez (José el del Sago) al que próximamente se le entregará la medalla de oro del municipio. El conferenciante fue presentado por Julio Ruiz Salazar, concejal de Cultura del gobierno municipal del Ayuntamiento. El público llenó la Casa de Juntas, asistiendo, además, la concejal de Festejos, Belén Iglesias, responsable de estas actividades y de la fiesta del Día de las Instituciones. Hoy está previsto que la presidenta del Parlamento, Dolores Gorostiaga, entregue al Ayuntamiento la bandera de Cantabria que ondeará durante la jornada institucional del jueves 28 de julio, así como se procesa al nombramiento de Escribano en la persona del escritor, Manuel Bartolomé.

En su conferencia, José Ramón Saiz afirmó, inicialmente, que al referirnos a la Edad Moderna hay que partir, más en este año en curso, de la figura de Miguel de Cervantes y Saavedra, fallecido en 1616, así como de su gran obra universal El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, que alcanzan una especial relevancia en el periodo histórico que conocemos por Edad Moderna que se inicia en España con la conquista de Granada (1492) y culmina con el inicio de la Guerra de Independencia (1808), tres siglos que presentan, entre otras, las siguientes claves: el despertar del mundo urbano en occidente, el debate religioso que preludia la Reforma, los síntomas de cambio en los comportamientos de la economía hacia formas precapitalistas y, finalmente, la alianza entre ciencia y tecnología”.

Señaló, a continuación, que “para la Montaña -cito La Montaña y no Cantabria porque fue el término más popular de este tiempo- el hecho más sobresaliente fue la construcción del Camino Real de Santander-Reinosa a la Meseta y ya al final de este periodo la constitución de la Junta de los Valles de Puente San Miguel con la creación de la provincia de Cantabria, aunque también me referiré, por su trascendencia, a la introducción de la imprenta y el protagonismo de ese burgalés de Villadiego, el Padre Flórez, al que debemos algo tan esencial como la identidad de nuestro nombre cuando estuvo a punto de arrebatársenos en el siglo XVIII. Hay otros muchos hechos que sucedieron en la Edad Moderna pero el tiempo que tenemos para esta conferencia nos impide abordar todos. Lo haré sobre aquellos que considero más relevantes”.

Después de hacer un repaso por el siglo de Oro y de reivindicar el legado de tres hijos del solar cántabro como López de Vega, Calderón de la Barca y Francisco de Quevedo, José Ramón Saiz se centró en dos asuntos de especial trascendencia en la Edad Moderna, en concreto los referidos a las Juntas de los “Nueve Vallesy el secuestro del nombre de Cantabria durante tres siglos, recuperado por el historiador Enrique Flórez en el siglo XVIII.

JUNTAS DE PUENTE SAN MIGUEL.

El 28 de julio de 1778 los diputados de los “Nueve Valles”, Cabuérniga, Cabezón de la Sal, Alfoz de Lloredo, Reocín, Piélagos, Camargo, Villaescusa, Penagos y Cayón, más los de Ribadedeva, Peñamellera, San Vicente de la Barquera y su jurisdicción, Coto de Estrada, Peñarrubia, Lamasón, Rionansa, Valdáliga, Provincia de Liébana, Villa de Santillana, lugar de Viérnoles, Buelna, Villa de Cartes y su jurisdicción, Cieza, Iguña y Villas y San Vicente y Los Llares, Villa de Pujayo, Villa de Pie de Concha y su campo de Bárcena, Anievas y Toranzo, se reunen en “el lugar de Puente San Miguel”, del Real Valle de Reocín. En este lugar de la Casa de Juntas manifiestan:

“…El conocimiento de los favorables efectos que regularmente produce la concordia y buena armonía de los pueblos ha excitado en los moradores de dichas villas, valles y jurisdicciones, un eficaz y firme deseo de unirse en un cuerpo de Provincia…” La Provincia de Cantabria, desde un conjunto de motivaciones de incuestionable mentalidad ilustrada: “..con el único objeto de fomentar la virtud, extirpar el vicio, sostener con menos dispendio los intereses comunes, desterrar discordias e inquietudes, y ser más útiles al Estado”.

Por tanto, las Juntas de Puente San Miguel tuvieron ante todo la virtualidad de configurar la personalidad de un territorio y manifestar el deseo o la voluntad colectiva de formar una Provincia política y administrativa, no perteneciendo de otras más grandes demarcaciones territoriales. Sus Ordenanzas plantearon la cohesión en torno a un cuerpo de territorio definido, especialmente a través de las normas de 1727 -Ordenanzas delPartido de las Cuatro Villas de la Provincia de Cantabria- y 1779 - Juntas de Puente San Miguel- fueron decisivas a la hora de conseguir del gobierno central el reconocimiento de aquella personalidad jurídico pública.

Así fue como se articuló administrativa y políticamente la Provincia de Cantabria y, en consecuencia, sus órganos de gobierno. Los Nueve Valles se constituían como una demarcación administrativa que tomó el nombre de “La Provincia de los Nueve Valles”.

Contó esta Provincia con su capital en Puente San Miguel, cuya elección no fue casual. Este lugar del valle de Reocín aparece ya en la documentación altomedieval como importante encrucijada de caminos por el que los viajeros se dirigen desde Castilla a la costa o desde las Asturias de Santillana a las de Oviedo. En un texto de 1678 se afirma:

En el río Saja que pasa por dicho lugar hay un puente que llamase de San Miguel y es el paso necesario que hay den estas montañas, así para conducir todas las vestimentas que salían de la costa para surtir la Corte como para otras ciudades y villas y lugares de ambas Castilla Vieja y Nueva…”

En Puente San Miguel se levantó la Casa de Juntas de Casa de la Provincia a la que se refiere en un estudio Marcelino Sanz de Sautuola, un edificio de piso bajo, con espacios para el pueblo y “una mesa de piedra para la presidencia, algo elevada sobre el suelo y por los costados de las paredes asientos corridos de piedra para los diputados”.

Las Juntas de Puente San Miguel estaban formadas por los Diputados designados por cada valle entre “personas hábiles y condecoradas” que serían quienes asistirían a las Juntas, prohibiéndose en el artículo 8 de las Ordenanzas de 1760 la entrada de caballeros particulares u otras personas, excepto cuando se trataran asuntos “arduos y de decisión muy difícil”.

Entre las funciones de la Junta destacaban la organización de la defensa militar de la costa de Cantabria y la regulación del archivo y la observancia de las Ordenanzas, siendo significativa su escasa autonomía financiera. Todo un proceso lento pero sin retorno ya que entre 1645 y 1778 se asistirá a un proceso de maduración de este embrión que posibilitaría la unión de los valles, villas y lugares de la antigua Cantabria.

En definitiva, estas Juntas de Puente San Miguel tuvieron ante todo la virtualidad de configurar la personalidad de un territorio y manifestar el deseo o la voluntad colectiva de formar una Provincia o un distrito administrativo singular, por tanto, no dependiente de otras más grandes demarcaciones territoriales. Sin duda que las Ordenanzas para afianzar la cohesión de las Juntas de Puente San Miguel a través de los cuerpos normativos de 1727 y 1779, fueron decisivos a la hora de conseguir del gobierno central el reconocimiento de aquella personalidad.

 

Aquella Junta tomó el camino dejado por la Hermandad de las Cuatro Villas de la Costa de la Mar (San Vicente, Santander, Laredo y Castro Urdiales) en 1727 donde se acordó la unión, pero no logro consolidarse, porque las ordenanzas que redactaron dando forma y órganos a la Provincia, no fueron ratificadas por el Rey.

Tras la convocatoria enviada por el Diputado General de Nueve Valles para que acudieran a la Junta que había de celebrarse en Puente San Miguel el 21 de marzo de 1777, las jurisdicciones comprometidas mandaron a sus respectivos diputados con poderes suficientes para que pudieran decidir el agregarles a la Provincia de Nueve Valles, según decían unos, para unirse y acompañarse según otros, y en definitiva, para ser unos con los demás, como manifestó el Concejo de Pie de Concha.

En aquella Junta General se establecieron las bases y pusieron en marcha las gestiones que habrían de desembocar el año de 1778 en la unidad administrativa y jurisdiccional, gran objetivo institucional que culminó en el éxito de la Asamblea celebrada en la Casa de Juntas de Puente San Miguel el 28 de julio de 1778, donde quedó constituida la Provincia de Cantabria, mediante el acto de aprobar las ordenanzas comunes, confeccionadas para aquél fin y previamente discutidas y aprobadas en los concejos de todas las villas, valles y jurisdicciones comprometidas.

Concluyendo, dentro de la Edad Moderna que se inició apenas cien años antes de que Cervantes escribiera El Ingenioso Hidalgo don Quijote de La Mancha,elsiglo XVIII constituye, en general, una época de progreso de los conocimientos racionales y de perfeccionamiento de las técnicas de la ciencia. Fue una época de enriquecimiento que potenció a la nueva burguesía, si bien se mantuvieron los derechos tradicionales dentro del sistema monárquico absolutista. Sin embargo, la historia de los setecientos consta de dos etapas diferenciadas: la primera supone una continuidad del Antiguo Régimen (hasta la década de 1770), y la segunda, de cambios profundos, culminó con la revolución estadounidense, la francesa y la revolución industrial en Inglaterra.

Aislada en comunicaciones, las innovaciones de la conocida por etapa del despotismo ilustrado llegaron con retraso a Cantabria, aunque en este siglo XVIII se llevaron a cabo algunos proyectos y realizaciones que manifiestan la existencia de ilustrados cántabros preocupados por su desarrollo económico, social y cultural. Así, en 1791 nace la Real Sociedad Cantábrica de Amigos del País con el objetivo de impulsar su progreso en sus campos de actividad: agricultura, pesca, industria y educación; el ejército que hace frente a los franceses toma el nombre de Armamento Cántabro y se crearán las unidades denominadas Husares de Cantabria y Tiradores de Cantabria.

Entre las iniciativas de esta época destacaron el colegio de los Escolapios de Villacarriedo y la Obra Pía de Espinama, que tuvieron como promotores a Antonio Gutiérrez de la Huerta Güemes y al indiano lebaniego Alejandro Rodríguez de Cosgaya.

Fin a siglos de secuestro de nuestra Historia.

La cuestión de los límites territoriales y la localización geográfica de la Antigua Cantabria, motivó un gran debate en el siglo XVIII. En efecto, hasta avanzado el siglo XVIII no se zanjó definitivamente la polémica sobre la localización de la antigua Cantabria de forma favorable para nuestros intereses, gracias a los estudios exhaustivos del P. Enrique Florez (1702-1773), iniciador de una de las empresas historiográficas más monumentales y consistentes de España. De espíritu ilustrado y enciclopédico, en el tomo XXIV de su gran obra España Sagrada insertó el título La Cantabria. Disertación sobre el Sitio y Extensión, en cuya introducción puede leerse:

..Extranjeros y naturales al hablar de Cantabria, ponen como cosa recibida ser la que hoy es Vizcaya; yo mismo viví en esta opinión hasta que llegó el lance de examinar la materia de raíz consultando los autores antiguos de más de mil y seiscientos años, que escribieron cuando era conocida la región de los cántabros… La expedición de Augusto, la resistencia del cántabro y los movimientos del ejército, todos fueron contra la Cantabria geográfica y los cántabros, como habitadores de la Cantabria que nos describen los geógrafos y no contra los confinantes, vacceos, turmogos y autrigones, por cuya libertad y seguridad movieron sus armas los romanos contra el cántabro..”

Tras esta concluyente investigación avalada por fuentes documentales suficientes, ningún historiador ha puesto en duda las tesis del padre Enrique Flórez que echaron por tierra, de forma definitiva, tres siglos de secuestro de la historia de Cantabria; consecuentemente la Cantabria de la época romana corresponde, aproximadamente, con los límites de la Comunidad Autónoma de Cantabria. 

Se trata, pues, de una conclusión importante porque no sólo fue falso que en el territorio vasco existiera un pueblo no dominado y valiente en la defensa de su independencia frente al invasor romano, sino que fueron las legiones romanas los que protegieron con sus armas a los vascos de los impetuosos cántabros. En su apunte número 339, el historiador Flórez es concluyente:

Esto es lo que hallamos en la historia; pero ¿qué hay en esto en prueba de que la Cantabria histórica traspasase los límites de la geográfica?. Contra el territorio del cántabro es toda la historia de la guerra. A favor de sus confinantes viene Augusto; luego la Cantabria geográfica es la histórica, sin que por la historia se pueda alargar la región invadida: porque los historiadores distinguen bien al cántabro del autrigón, expresando que éste era el inquietado por el cántabro y defendido por el emperador. No puede, pues, decirse por los historiadores que el autrigón de Bilbao fuese cántabro, sino que no lo era”.

Fueron tres siglos de secuestro de nuestra historia como resultado de una alianza entre historiadores vasquistas y los de la escuela de Antonio de Nebrija, personaje entonces todopoderoso en la corte. La providencia de que un erudito como Flórez se dedicara a la tarea de poner en orden la historia antigua de Cantabria, permitió deshacer los entuertos y restablecer la relevancia histórica de nuestra comunidad, trabajo de investigación que contó definitivamente con el aval de la Real Academia de la Historia.

Finalizó el conferenciante señalando lo siguiente: “Tres siglos en los que la historia impuesta intentó borrar todas las huellas de la antigua Cantabria, coyuntura solo salvada gracias al empeño de este burgalés de Villadiego, pueblo muy próximo a la mítica Amaya, de tanto simbolismo en nuestra historia antigua. Una deuda que tenemos todavía pendiente ya que sobre su significado, protagonismo y empeño de Enrique Florez en la recuperación de nuestra historia nada o muy poco saben nuestros ciudadanos. Hasta ahí llega el disparate, que nos hace un pueblo desagradecido con esta figura de la historiografía española a la que tanto debemos”.

Tras la conferencia siguió un interesante coloquio con participación de varios asistentes.