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El Parlamento y la edición fascimilar del Viacrucis de G. Diego

La edición, prólogo y notas son de Antonio Martínez Cerezo. La obra original fue compuesta en 1924.

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31-03-2015
El Parlamento de Cantabria acaba de editar el Vía crucis de Gerardo Diego, como popularmente se conoce, dedicado a la memoria de su madre, y que vio la luz, por primera vez, en 'La Revista de Santander' (marzo de 1930), dirigida por José María Cossío. 

En el prólogo al VIACRUCIS, Gerardo Diego expresa las razones que sin duda alguna motivaron la demora de seis años en publicar su trabajo: “Las dificultades con que  tropieza el artista de nuestro tiempo para tratar un tema religioso son más que nunca crecidas, sobre todo tal vez en la poesía”. 

Publicado discretamente el VIACRUCIS en La Revista de Santander, el éxito alcanzado  se vio prontamente refrendado con la edición, ya en formato libro, en Aldus (1931). Desde entonces, la obra ha conocido diversas reediciones, en muy varias formas. Casi siempre, con el complemento de un romance de apertura y cierre que, a partir de 1956, aparecen como consustanciales a la obra, dada así por definitiva. 

El mérito de la actual edición facsimilar es el de su fidelidad a la edición príncipe, la inicial. La recomposición del texto sin duda alguna habría facilitado una mejor lectura. Pero quien la tuviera en sus manos seguiría preguntándose sobre la forma original, que es lo que aquí se ofrece. La obra tal cual fue compuesta y ofrecida al lector con el visto bueno del autor. 

De todo ello da pormenorizada cuenta el editor, Antonio Martínez Cerezo, en el prólogo y notas que preceden a la reproducción facsimilar de la obra de Gerardo Diego.  Con ello se sientan los precedentes historiográficos del VIACRUCIS, calificada como “pequeña obra maestra de la poesía religiosa hispana del último siglo”. 

En el plano técnico queda igualmente analiazada la estructura formal de los poemas, dividido cada uno de ellos (salvo el prologal) en dos bloques (décimas dobles). El primero de los cuales (diez versos iniciales de cada poema) Gerardo Diego precisa, en tercera persona, el acto tal cual acaece, según los Evangelios. 

Y en el segundo (diez versos finales) su posicionamiento ante el hecho, propio de un convencido creyente. Los seguidores de Gerardo Diego encontrarán en esta reproducción facsimilar de su trabajo motivo para el disfrute poético, sin perjuicio de su significación religiosa. 

"Se trata, en definitiva, de una de esas obras, modesta en la extensión y rica en el contenido, que gusta tener como texto de cabecera, al que recurrir de cuando en cuando para deleitarse con la expresión de la belleza por medio de la palabra. Virtud de la poesía", según afirma el propio Martínez Cerezo.