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José Ramón Saiz destacó la "santa locura" de Ceferino Calderón para construir la iglesia de la Asunción

Aunque las autoridades opinaban que la iglesia con "honores de catadral" se tardaría en construir al meno 20 años, don Ceferino fue capaz de terminar las obras en ocho años.

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José Ramón Saiz destacó la "santa locura" de Ceferino Calderón para construir la iglesia de la Asunción
19-08-2016

EN LA TARDE NOCHE DE AYER, JUEVES, el escritor y doctor en Periodismo, José Ramón Saiz, disertó sobre la personalidad de Ceferino Calderón, párroco de Torrelavega desde 1879 a 1911, que fuera constructor de la iglesia de la Asunción. El conferenciante fue presentado por Santiago Sainz, de la Comisión organizadora, después de unas palabras del párroco Juan Carlos.

Antes de abordar el tema de su conferencia, Saiz tuvo palabras de recuerdo para el impresor José Quinzaños que en 2001 promovió el libro del centenario de la iglesia y de Guillelmo Gómez Ceballos en el centenario de su muerte, personaje de gran relieve en todos los proyectos innovadores de Torrelavega, además de alcalde de la villa entre 1884 y 1888, que está enterrado en la iglesia después de donar una buena parte de la Mies de Pomar sobre cuyos terrenos se levantó la iglesia.

En su intervención José Ramón Saiz abordó la figura de don Ceferino como sacerdote y párroco, impulsor, con otros, del renacimiento de la Villa y Ciudad en la última década del siglo XIX, ideólogo en su condición de director de El Adalid y, finalmente, creador del Círculo de Obreros Católicos (1895), además de lograr que la Congregacion de los Sarados Corazones se instalase en la ciudad con un impulso muy positivo de la enseñanza.

Destacó José Ramón Saiz que la construcción, primero, del Asilo para dar cobijo a los "pobres de solemnidad" que en gran número llegaban a la villa los jueves, días de mercado, y los domingos de feria en la Llama, además de la Iglesia de la Asunción, ponen de manifiesto su capacidad de trabajo y de tesón en objetivos que para entonces no correspondían a una villa y ciudad que solo a finales del siglo XIX se situó con una población aproximada de 3.500 habitantes y algo más de 7.000 de todo el término municipal, incluido Viérnoles que desde mitad de siglo había dejado de ser ayuntamiento independiente de Torelavega. 

Sobre la costrucción del templo en la Mies de Pomar, fuera de los límites de la villa, fue calificado de "loco", si bien sus partidarios se referían a su "ssnta locura", entre ellos sus colaboradores más cercanos como Justo Alonso Astulez y Bonifacio Ruiz de Somavía a quienes se conocía como "dos medias sotanas".

Aunque las autoridades opinaban que la iglesia con "honores de catadral" se tardaría en construir al menos 20 años, don Ceferino fue capaz de terminar las obras en ocho años, para la inauguración del templo con motivo de las fiestas de la Patrona de 1901, primer año del siglo XX.

Señaló que durante las obras a partir de 1892, Torrelavega dio un salto al futuro tras alcanzar el título de ciudad, inaugurar el ferrocarril Santander-Torrelavega-Cabezón de la Sal y promover la electricidad con la creación de la Compañía de Eléctricidad Montaña, todo ello en 1895. Desde esta reflexión, José Ramón Saiz destacó que don Ceferino debe ser considerado como un hombre clave en el impulso de Torrelavega en aquellos años finales del XIX.

Finalmente abordó la figura de don Ceferino como sacerdote en tiempos de alta religiosidad, su capacidad de combate frente al liberalismo que era una de las doctrinas de la iglesia de su tiempo, así como su proximidad a los más desfavorecidos como representó el Asilo y el Círculo de Obreros Católicos.

Falleció en Torrelavega el 3 de agosto de 1928, primer viernes de mes, a las tres de la tarde, según rezaba la esquela. En 1911 abandonó la parroquia al ocupar un puesto de canónigo en el Arzobispado de Burgos. Cuando se despidió entre el fervor popular, desde el balcón de la casa parroquial, lanzó un emotivo Viva Torrelavega, Viva la Virgen Grande, que formaba parte de su ideario torrelaveguense.