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El barrio de Las Cárcobas se inunda de romeros en honor a la Bien Aparecida

Grandes y pequeños encuentran cada 15 de septiembre en este bucólico paraje la mejor excusa para convertir en memorable la efeméride en honor a la patrona de Cantabria.

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15-09-2014

Pocas veces habrá estado tan poblado el barrio de Las Cárcobas como durante la jornada en la que sus vecinos y cientos de paisanos de otras latitudes pejinas han celebrado la XXXII edición de su fiesta grande en honor  a la Bien Aparecida. Una tradición nacida en el año 1983 del empeño de los más mayores del lugar por contar con una festividad propia de carácter religioso. Aquella chispa nunca paró de alumbrar y hoy se ha traducido en una de las romerías con más empuje de cuantas se localizan en Laredo, con el fervor, la diversión, el buen ambiente y la mezcla inter-generacional como sus principales señas de identidad.

Grandes y pequeños encuentran cada 15 de septiembre en este bucólico paraje la mejor excusa para convertir en memorable la efeméride en honor a la patrona de Cantabria. Aquella eucaristía por la que suspiraban quienes dieron el empujón inicial al festejo sigue siendo, en la actualidad, el primer punto de encuentro para locales del lugar y amigos llegados desde el casco urbano y el resto de barrios rurales de los alrededores. Precisamente, la exigua tregua que por estas fechas marcan las tareas del campo, decantó la elección en el calendario de una jornada que sigue ejerciendo de reclamo para reunir a cuantos, nacidos en Las Cárcobas, han desplegado sus alas y viven, en algunos casos, a miles de kilómetros del que siempre será su hogar.

Junto a ellos hay cientos de personas que, a pie, en calidad de romeros en cuerpo y alma, o en coche, se suman a una celebración que durante los días previos mantiene al borde de un ataque de nervios a sus organizadores. Los mismos que contemplaban satisfechos el fruto de tantos desvelos, constatando que tanto afán volvió  a merecer la pena. Un balance positivo liderado por la elevadísima afluencia tanto a la procesión como a una de las misas más peculiares que puedan conocerse en lo que a emplazamiento se refiere. Gran parte del auditorio se sienta en unos bancos dispuestos en mitad del campo de juego de la bolera de pasabolo tablón, modalidad en la que Las Cárcobas atesora una larga nómina de campeones de España. El propio alcalde, Ángel Vega, y varios miembros de la Corporación Municipal, han encontrado acomodo en un lateral junto al tablón en el que se posan los tres bolos a la espera de que sobre ellos impacte la bola con la intención de hacerlos volar a más de 70 metros de distancia que marca la jugada máxima.  En esta ocasión, han sido las bellas palabras del predicador las únicas que se han proyectado con elegancia sobre el lugar. Todo ello en un escenario casi pictórico, rematado por una de las vistas más espectaculares que puedan capturarse de la bahía de Laredo.

La charanga “Contigo Sí” ha comenzado a caldear el ambiente desde las 11 de la mañana y ha proseguido en su afán hasta la hora del aperitivo, salvedad hecha del oficio religioso. El relevo lo han tomado los Amigos de Seña, cuyas voces han sido la mejor transición hacia el aliciente con más sabor de la cita: la comida popular en la que cada cuadrilla parece empeñada en que a los de al lado se les haga la boca agua. Un necesario y merecido acopio de fuerzas de cara a los exigentes compromisos que los juegos y la animación de la tarde requieren. Aquí reside otra de las claves del tirón de esta romería: en pocos lugares se pueden desatar más carcajadas propias y ajenas entre quienes contemplan las distintas pruebas de habilidad y quienes las protagonizan, con la mezcla de edades para desterrar complejos como rasgo distintivo. Juegos como las carreras en pareja a pies atados, lanzamiento de huevos a distancia variable, carreras de sacos o la popular carretilla han dado mil y un excusas para ejercitar las sonrisas a mandíbula batiente. La diversión ha alcanzado su cima con la esperadísima suelta de distintos ejemplares de la factoría de “Gorriti”, con vaquillas, cerdos, jabatos y gallos, convirtiendo la campa en el albero más descacharrante de toda la península. Un festejo totalmente amable con los asustadizos animales cuya nobleza, unida al respeto de grandes y pequeños, les hace acreedores del aplauso y la sonrisa de todos los congregados.

Con el avance de las horas, mientras algunos han vuelto a tirar de provisiones para procurarse una suculenta merienda cena, el “Hombre Orquesta” se ha encargado de sostener el pulso festivo. De fondo, el astro rey, que este año se ha mostrado espléndido, ha obsequiado a los presentes con una puesta de sol de esas que son pura poesía desgranada en uno de los balcones más hermosos que tiene Cantabria al mar que le da nombre.