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Juan Antonio Pérez del Valle, longevo artista polifacético

Amigo y pintor que ha expuesto en Cantabria, en numerosos lugares de España y en Toulouse, Lyon, Mónaco y Venezuela (ciudad Ojeda).

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Juan Antonio Pérez del Valle, longevo artista polifacético
02-08-2021

 

Juan Antonio Pérez del Valle,  escritor y poeta (Renedo de Piélagos, 1926, Cantabria), y también conocido melómano que ha incursionado en la música. Amigo y  pintor que ha expuesto en Cantabria, en numerosos lugares de España y en Toulouse, Lyon, Mónaco y Venezuela (ciudad Ojeda).

Trabajó en la Electra de Viesgo como Ingeniero Técnico cuando yo estaba en Nuclenor como Jefe de Compras, pero nuestra amistad ha sido -y es- personal y duradera. De cuando en cuando nos llamamos por teléfono. 

Hace ya un tiempo que se retiró en Villapresente, en donde sigue el lema medieval "ora et labora". Pero siguió pintando, escribiendo y recoge los frutos de la huerta. Le ayuda, como toda la vida, Carmen Ríos, su mujer, filóloga y gran amante de la naturaleza. Son padres de Gema, Marco, Mario y Daniel.

Por cierto, Juan Antonio retrató afectuosamente a mis tres hijos. Tres retratos individuales que son testimonio muy apreciable de amistad: a Jesús en 1979, a Sofía en 1985 y a Juan en 1989. Valoro enormemente esos cuadros de niños que conservo con mucho aprecio.

Figura entre los poetas de "Proel" y anterior al grupo de los 70, es llamado por Luis Alberto Salcines "poeta-isla" con Julio Sanz Sáiz, torrelaveguense de Ganzo (1928).

Aparte de su obra pictórica y novelística, entre otras obras poéticas, publicó "Poetas como profetas" (Santander, 1984).

Otras obras poéticas son los siguientes libros: Poemas de Jo (1955), Cartas a una universitaria (1956), Aledaños de las ciudades (1989), Galaxia música (1990), Verso y reverso de la urbe (1999), XVI Carminis Carmina (2007) y El sauce llorón y 2π (R+K) (2015).  

Al oírle hablar, tuve gran insistencia en que hiciera el poemario que se titula “XXVI Carminis Cármina“ y así lo reconoce, gentilmente, al final del libro como “amistoso impulso“  y también en la dedicatoria que me hizo de un ejemplar.

Juan Antonio Pérez del Valle había cantado al amor en el ya mencionado poemario  "Cartas a una universitaria" (1956): 

"Me has dado nueva voz para cantar la senda,/me has vestido, oh amor, de un bello manto nuevo,/y me has dado otros ojos para mirar las cosas/a través de la niebla, de la duda y el miedo." 

Pero entre un sinfín de versos citaré otro expresivo de la finitud como el siguiente: "Si miras el vergel humano/ves que no son las rosas/más que aguijones y caducidad./Y entonces rememoras/la estrella pubescente/del cardo/adherida a la tierra... (de "Verso y Reverso de la Urbe”, Santander, 1999). 

En prosa, Pérez Valle ha publicado Flash Back (1981), Pláticas de perulero (1983), No volveré a París (Premio Ateneo de Santander, 1987) y Camino de una sola dirección (1992). Fue premiado en diversas ocasiones como narrador: finalista en los Ateneos de Santander y de Sevilla, seleccionado en las antologías del relatos “Hucha de Oro“ y en las publicaciones “Novelas y cuentos“ y “Prometeo“. Es autor, además, de numerosos relatos y artículos en revistas y periodícos.

Tuve la satisfacción de participar en el homenaje-exposición que se le tributó en el Ayuntamiento de Piélagos con motivo de su 90 cumpleaños: un doble homenaje que, según declaró, “le emocionó un poco y le obligó mucho”. Así lo afirmaba durante la presentación de una antología poética, con la que finalizaba el homenaje iniciado con una retrospectiva de su obra pictórica. 

Con sencillas palabras se autodefinió en esa ocasión: “Hijo de una renedina y de un trabajador de correos, que abrió el primer cine de Renedo, el mismo que derribó una bomba durante la Guerra Civil”. Recordó entonces que fue durante su infancia en la “Quinta de las Camelias, donde nació su “amor por el reino vegetal”.

El poeta y escritor tuvo un recuerdo para su familia y sus ocho hermanos, miembros de “un hogar donde el arte, la literatura y la música eran tan naturales como en otros las cartas, el parchís o la radio”. Y por supuesto, para su esposa, Carmen, ya que, sin ella, su obra afirmó que “no hubiera sido posible”.

José Ramón Sáiz Viadero añadió que el pintor y poeta “podía darse por satisfecho” al pertenecer a una familia muy amplia, “cuyos padres entendieron que el desarrollo real de su hijos no era que les ayudasen en el trabajo, como sucedía en mundo rural, sino que el gran triunfo era que sus hijos desarrollasen su propia actividad y fuesen alguien en la vida“.

Sáiz Viadero subrayó que Pérez del Valle pertenece a un grupo de creadores cántabros que “no estuvo sujeto a la dictadura de la capital”, donde tuvieron que salir otros muchos artistas de núcleos pequeños para poder manifestar su forma de ser, en lo que a creatividad se refiere. Destacó también el carácter “culturista” en la obra del artista de Renedo, al que caracterizó como “un hombre polifacético que ha tocado constantemente todas las teclas de la expresión”.

Por mi parte, describí a Juan Antonio  como un amigo que cubre un amplio calendario, “atento de forma exquisita y sensible a las cosas de su entorno y el mundo, pero capaz de romper los paradigmas”. Añadí con énfasis:  “Es muchas cosas; es a la vez moderno, antiguo y un hombre de fe”. Hice hincapié en que “no hay nada que no le haya interesado y eso se llama curiosidad intelectual”.

La alcaldesa de Piélagos, Verónica Samperio, ensalzó la relevancia cultural del “paisano y reconocido pintor y poeta, dentro y fuera de nuestras fronteras”, reivindicando “el genio y figura del nonagenario vecino y amigo por el que no pesan los años”, tal y como demuestra su rica y profusa obra. Le dio la enhorabuena por ser profeta en su pueblo.

El Ayuntamiento de Piélagos supo comprender a tiempo que contaba con “un vecino ilustre, generoso y un artista, buen técnico y un hombre de fe. El recuerdo de las palabras en aquel acto me han ayudado a redactar esta amistosa semblanza.