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Las amas de cría en los Valles Pasiegos

En contadas ocasiones les era permitido llevarse a su vástago con ellas, y sería otra ama quien lo criase.

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Las amas de cría en los Valles Pasiegos
07-11-2020

Laureana Acebo Abascal. Ama de cría pasiega, bisabuela de la autora de este documentado reportaje. Foto familiar: Gilda Ruiloba 


LAS AMAS DE CRÍA EN LOS VALLES PASIEGOS

 Por Gilda Ruiloba

     Cantabria y más concretamente los valles pasiegos no serían hoy lo que son sin el sacrificio de estas mujeres. Muchas son las que salieron de sus pueblos para labrarse un mejor modo de vida en aquellos tiempos de precariedad y pobreza.

     Ya en el año 1263 en las Partidas de Alfonso X el sabio, aparecen mencionadas las amas de cría. Fueron unas mujeres valientes y sacrificadas que en muchos casos sin saber leer ni escribir, se lanzaron a la aventura de amamantar a los hijos de los ricos, dejando a los suyos recién nacidos al cuidado del padre o los abuelos. En contadas ocasiones les era permitido llevarse a su vástago con ellas, y sería otra ama quien lo criase.

     Su objetivo era traer de vuelta un pequeño capital y así podrían comprar vacas, terrenos e incluso una casa propia, algo muy difícil de conseguir en aquellos tiempos de miseria. Rara es la familia en los valles pasiegos que no tengan en su genealogía alguna nodriza. En mi caso y por parte materna hay varias y en cierto modo, fueron la base de nuestro patrimonio familiar y de las que nos sentimos muy orgullosos.

     Estas mujeres eran seleccionadas por el cura y el médico, debían de tener una conducta intachable y muy buena salud, su leche era analizada antes de ser contratadas y en muchas ocasiones había varias candidatas para el mismo puesto de trabajo. Su partida suponía un gran dolor y sacrificio en la pareja, pues estarían entre dos o tres años separados.

     El cambio de vida que experimentaban era radical, pasaban de vivir en sus cabañas para hacerlo en grandes palacios, rodeadas de lujo y abundancia para después volver y amoldarse a sus hogares.

     Para la aristocracia y grandes empresarios tener una nodriza pasiega era todo un lujo, pues se las consideraba de raza pura, las mejores, y eran las más cotizadas. Entre ellos competían por tener a la mejor vestida, con las telas más finas, la más adornada en joyas, pues en cierto modo, era señal de su mayor poder adquisitivo. De los valles pasiegos salieron grandes amas de cría que amamantaron a hijos de reyes, marqueses, duques y afamados empresarios. Estas mujeres no solo conseguían sus buenos sueldos, sino que con la crianza de los niños sus padres se encariñaban con ellas y en muchas ocasiones su amistad perduraba durante toda la vida, de ahí que los pasiegos siempre han tenido fama de tener grandes influencias, pues en el futuro si necesitaban ayuda para conseguir un buen trabajo o para otros menesteres, no dudaban en acudir a los “señores”. Si se encontraban en la misma provincia en sus visitas nunca les faltaría una buena mantequilla y un buen queso elaborado por ellas, así como unos estupendos huevos campesinos que la familia donde habían criado agradecía mucho, pues su frescura y calidad estaban aseguradas.

     Generalmente tenían varios hijos y de todos ellos se iban a criar y así podían cumplir sus sueños de mejorar su vida. Normalmente estas crianzas eran dentro del país, pero también las hubo que salieron al extranjero, lógicamente ganando mucho más. Concretamente una de mis bisabuelas se fue hasta Cuba para criar a una rica heredera de ascendencia española, que más tarde se convirtió en mecenas de la cultura cubana y se casó con el poeta más joven de la generación del 27 de la misma promoción que Federico García Lorca, Gerardo Diego o Vicente Aleixandre.