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Los griegos votan:el cierre de empresas y el corralito bancario planea sobre la consulta

Colas ante los cajeros automáticos, restricciones en la retirada de dinero efectivo limitadas a 60 euros diarios que amenazan con ir a más, despidos y ERES temporales causado por el cierre de empresas ante el colapso de los pagos a proveedores...

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03-07-2015

 

Como en infinidad de rincones del país, la semana de vértigo que este domingo acaba en Grecia se ha vivido con gran intensidad en el centro comercial Hondos, en la plaza Omonia, algo así como un Corte Inglés sito en el mismo centro de Atenas. En cada planta, frente al mostrador de pagos, se han tenido que formar dos colas para que los clientes pudieran abonar sus compras: una, menos concurrida, se encargaba de gestionar los pagos en metálico, y avanzaba con bastante brío. Otra, mucho más larga, estaba destinada a los abonos con tarjeta, y era despachada con exhasperante lentitud, dada la saturación que en momentos se generaba en el sistema informático bancario debido al corralito impuesto desde el domingo por el Gobierno.

 

Colas ante los cajeros automáticos, restricciones en la retirada de dinero efectivo limitadas a 60 euros diarios que amenazan con ir a más, despidos y ERES temporales causado por el cierre de empresas ante el colapso de los pagos a proveedores... Después de cinco años de una crisis que ha encogido en un 30% el PIB del país, los ciudadanos griegos han vivido, en lo que parece ser la recta final del pulso entre sus gobernantes y los dirigentes de la eurozona, una suerte de 'aperitivo' de lo que podría suponer para Grecia el abandono la zona euro, antes de pronunciarse, hoy, en un referéndum de tintes dramáticos sobre las condiciones de rescate propuestas por la UE. El Gobierno de Syriza, encabezado por el primer ministro, Alexis Tsipras, pide el voto negativo y sostiene que a las «48 horas» de hacerse público el resultado, habrá un acuerdo con los acreedores en condiciones mucho más ventajosas para el país.

 

Desde Europa, particularmente desde Alemania, se envía el mensaje de que un 'no' significaría el primer paso para la salida de la moneda única. Y aunque la Unión no ha hecho campaña, sí ha hecho llegar el mensaje de que apenas queda dinero líquido circulando por las venas del sistema bancario local; que en caso de se produjera un resultado desfavorable a los planteamientos de Bruselas, el Gobierno griego tendría que empezar a imprimir su propio papel moneda, saliendo 'de facto' de la unión monetaria.

 

UN CATACLISMO

 

Los cifras macroeconómicas no dejan lugar a dudas: el país heleno ha sufrido en este último lustro un cataclismo en toda regla, comparable a los padecidos por países con conflictos armados dentro de sus fronteras y, quizás con tan solo un precedente en la historia reciente de las economías industrializadas: la URSS en los años 90.

 

En el 2009, el PIB griego ascendía a 341.000 millones de dólares. Hoy, esa cifra se ha reducido en 100.000 millones, hasta los 241.000 contabilizados en el ejercicio del 2014. El tamaño de la economía se ha encogido a velocidades de vértigo: el 5,4% en el 2010, primer año de la crisis, el 8,9% en el 2011, el 6,6% en el 2012. Son números que no resisten comparación con otros países también en recesión como España: el 2012 fue el año más duro para los españoles, con una reducción del 2,1% del PIB. «No nos pueden pedir que nos apretemos más el cinturón; nosotros hemos vivido en estos últimos años en situación de guerra», se lamenta Pavlos Kapantais, periodista próximo al izquierdista Syriza. «En el 2010 yo apoyaba la austeridad; ahora ya no; aquí no ha funcionado», valora. Desde Bruselas, se argumenta que pese a todo, el país disfruta aún de un nivel de renta relativamente elevado, en comparación con algunas economías pobres de Europa del este, recién llegadas al club europeo.

 

La reducción de los estándares de vida y la precarización se ha hecho sentir en todos los estratos de la sociedad, pero especialmente ha hecho estragos tres segmentos particularmente expuestos: las clases medias, los pensionistas y los jóvenes.

 

Las subidas de impuestos para aliviar las arcas públicas han sido, en la mayoría de los casos, a cargo de las clases medias. En el 2011, el Gobierno de Nueva Democracia incrementó el IRPF para salarios brutos anuales por encima de 23.000 euros, y elevó al 42% la tasa sobre los contribuyentes que perciben más de 50.000 euros al año.

 

Los recortes en Sanidad han mermado especialmente la atención médica a pensionistas y parados. Según un estudio publicado por la prestigiosa revista médica 'The Lancet', Grecia ha sufrido el mayor descenso en prestaciones sanitarias jamás vivido por un país de la UE. Entre el 2009 y el 2011, el presupuesto para Sanidad se redujo en un 25%, incluyendo el despido de 2.500 doctores. El Estado ha dejado de sufragar muchos gastos médicos, implantando el copago en medicamentos que para muchas personas ya retiradas y que cobran una prestación estatal mínima, son de primera necesidad, e impidiendo, en algunos casos, que los pacientes pudieran recibir el tratamiento que requerían. «Mi padre no cobra pensión; yo intento sacar unos euros para poder comprarle las medicinas que necesita», se queja Ioannu Pantelis, desempleado de 28 años. «En personas que carecen de Seguridad Social, la atención primaria supone un desembolso de 10 euros, y entre el 25% y el 75% del coste de las medicinas recibidas», explica Liana Maili, de Médicos del Mundo de Grecia.

 

La falta de perspectivas laborales es la principal fuente de inquietud de jóvenes como Nikos Markogiannakis, de 21 años y alumno de Ciencias Empresariales en la Universidad de Atenas. «Somos el país que sufre la mayor fuga de cerebros de toda Europa», se lamenta, admitiendo, muy a su pesar, que entre el abanico de posibilidades que baraja una vez que se gradúe, se encuentra la de emigrar al Reino Unido.

 

La tasa de desempleo para jóvenes licenciados con menos de 24 años está por encima del 50%. Unos 350.000 griegos, es decir, el 3% de la población, han tenido que salir del país, y de ellos, 270.000 eran personas con edades entre los 20 y los 39 años, muchos con educación universitaria. Ésta, al estar subsidiada, se trata de una inversión que hace el Estado en cada estudiante y que acaba perdiéndose, beneficiando al país destinatario de la inmigración.


EL DEBATE EN LA CALLE

Grecia ya está oficialmente en quiebra, según anunció ayer el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, que es quien más dinero le ha prestado, 144.000 millones de un total de 240.000, pero en la práctica le ha dado una prórroga. Decidió «no reclamar el reembolso inmediato», pese a que puede hacerlo tras no pagar Atenas el lunes el préstamo del FMI. Es otro empujoncito hacia el abismo, uno más en el extraño limbo en el que se mueve el país, con los bancos cerrados pero una aparente normalidad en las calles, un paréntesis irreal hasta el día decisivo, el referendo de mañana.

El país no puede estar más dividido. Las últimas encuestas sitúan unas décimas por delante la opción de pactar con la troika y dejan la victoria en manos de los indecisos, que rondan el 9% de los consultados. Pero la situación está lejos de estar cerrada. La consultora Alco, en un trabajo al que se otorga cierto crédito, sitúa el sí en un 41,7% de los votos, seis décimas por encima del no. El periódico Etnhos se hace eco de otro sondeo que amplía la ventaja a 1,5 puntos, con un 44,8% de los apoyos. Sin embargo, una medición publicada horas después por el diario AVGI da al no como ganador con un 43% de los votos frente al 42,5% que lograría el sí.

La polarización está fracturando a la sociedad griega en un choque de clases. Si se piensa que un 35% de la población vive bajo el umbral de pobreza y no tiene nada que perder, se puede comprender que no vean el riesgo del no. Quien sobrevive en la miseria y no entiende de números vota por instinto. Dora, una señora que ayer vendía pañuelos de papel en la puerta de una iglesia, dirá no. «Voté a Tsipras para que haga lo que está haciendo, no dejar que nos humillen más y defender a su gente», explica. Cinco años de planes de austeridad, que el propio FMI ha considerado un error, han moldeado este tipo de votante.

El miedo a los que están desesperados está causando el pánico en los demás. «He visto bajar a manifestarse por el sí a amigos y conocidos que en su vida habían pisado la calle para protestar por nada», cuenta un empresario, muy preocupado porque «todo está parado y no puedes importar materia prima». En las clases aún medio altas o círculos intelectuales [246 profesores universitarios pidieron el voto al sí] exaspera la sensación de que están en juego problemas que buena parte de la población no acierta a comprender. «Creo que el voto por el no es el más fácil, un desahogo. Es un error porque piensan que luego la vida seguirá como siempre, pero ya no va a ser así».

La polarización del país no es el único rasgo que se advierte. Todo es confusión e incertidumbre incluso sobre lo esencial, el significado del nai y el oxi, el sí o el no. Los políticos de uno y otro lado juegan constantemente desde hace cinco años al malentendido. A 48 horas de la consulta ni está claro lo que los griegos están votando. Desde Europa prácticamente se presenta la consulta como un dilema entre seguir o no en el euro, entre esta moneda y el regreso al dracma, entendiendo que no hay muchas más salidas más allá del acuerdo y, sobre todo, dando por hecho que a Grecia se le ha acabado el dinero.

Sin embargo, desde Atenas este planteamiento se ve como una maniobra de terror y propaganda. El primer ministro, Alexis Tsipras, salió ayer en la tele, con una solemne biblioteca detrás, para lanzar un mensaje de tranquilidad. «El no en el referendo no es un no a Europa. Os llamo a decir no a los últimatum y chantajes. Votar no no significa crear una fractura con Europa, significa continuar con las negociaciones en términos mejores para los griegos».

Son las mismas ideas que repitió poco después ante algo más de 20.000 personas que lo aplaudieron y aclamaron en la emblemática plaza Syntagma, un acto en el que habló un representante de Podemos que para sellar la amistad de su formación con Syriza citó un lema de La bola de cristal: «¡Solo no puedes, con amigos, sí!»

A pocas calles de allí, ante el antiguo estadio olímpico de la capital y entre muchas banderas de la UE, otras 20.000 personas se reunieron para apoyar el sí. Tomaron la palabra pequeños empresarios, representantes municipales de distintas localidades y el alcalde de Atenas, el independiente Yorgos Kaminis. «Nos obligan a votar sin darnos tiempo para pensar, para debatir con calma, con una pregunta que nadie puede entender. Tsipras ya no tiene con quien discutir en Europa, nadie le cree», dijo.

Pasar de una marcha a otra mostraba a un país partido en dos, solo unido por el miedo a lo desconocido.

Tsipras pide una quita del 30 % y un período de gracia de veinte años

Tsipras no dejó escapar ayer la curiosa asistencia que le brindó el día anterior un informe del FMI que apostaba por reestructurar la monumental deuda griega y estimaba necesario un tercer rescate de 36.000 millones para los próximos tres años. El líder de Syriza se congratuló por esta opinión, pero lamentó que «no haya sido jamás presentada durante los cinco meses de negociación». Ya puesto, lanzó una nueva demanda a los acreedores y pidió una quita del 30% en la deuda y «un período de gracia» de 20 años.

La del organismo que dirige Lagarde no fue la única bolsa de oxígeno que recibió el Gobierno griego. El Tribunal Supremo Administrativo, máxima instancia judicial del país, desestimó el recurso de inconstitucionalidad que habían presentado dos ciudadanos, uno de ellos exmagistrado, por entender que la consulta versa sobre temas fiscales, lo que en principio estaría prohibido por la Carta Magna. Los jueces, que se reunieron en sesión de urgencia, evitaron pronunciarse sobre el fondo de la cuestión y argumentaron que el tribunal no puede pronunciarse sobre la constitucionalidad de decisiones de esta naturaleza.

ENCUESTAS EN LOS DIARIOS

El 'sí' lidera ligeramente frente al 'no' en la campaña del referéndum que se celebrará en Grecia el próximo domingo sobre la propuesta de acuerdo presentada por los acreedores.

Según una encuesta del instituto demoscópico Alco para el periódico 'Ethnos', el 44,8 % de los griegos respalda el 'sí', y apoya por tanto la propuesta de acuerdo presentada por los acreedores, frente al 43,3 % que lo rechaza. El porcentaje de indecisos alcanza un 11,8%.

En el sondeo destaca también que una abrumadora mayoría del 74% de los ciudadanos es partidaria de que Grecia continúe en el euro, frente a un 15% que preferiría volver al dracma.

El 61% considera que un 'no' en la consulta popular elevaría el riesgo de una salida de la zona euro, frente a un 30% que no comparte este punto de vista y un 9% que no sabe o no contesta.

Por último, el 51% de los encuestados consideran que si gana el 'no' los acreedores cambiarán de postura, mientras que un 30% no lo cree.