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Muere José Izaguirre Cobo, Hijo Predilecto y Medalla de Oro de Torrelavega

Nacido en enero de 1922, contaba con 95 años de edad. Entre sus obras destaca "22 calles de Torrelavega". Fue miembro destacado del Grupo 1900.

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Muere José Izaguirre Cobo, Hijo Predilecto y Medalla de Oro de Torrelavega
26-12-2017

 Por JOSÉ RAMÓN SAIZ

HA MUERTO PEPE IZAGUIRRE. Hace no más de una hora hemos conocido la muerte de Pepe Izaguirre Cobo. Notario Mayor de la historia de la Ciudad en los últimos ochenta años, su fallecimiento nos priva para siempre de una persona ejemplar, identificada plenamente con la ciudad a cuyas huellas del pasado ha dedicado muchas horas desde que se jubiló hace ya más de treinta años. Tuvo una grave caída con rotura de cadera en 2011 y recuerdo que le visité en casa. Entonces, hace ya seis años, me dijo con humor: “Aquí, estoy. Vicemorí el 6 de abril”. Era consciente de que su vida había cambiado para siempre. En enero hubiese cumplido 96 años.

He tirado de mi hemeroteca particular y tengo unas notas biográficas sobre su rica personalidad tras la entrevista que mantuvimos en su casa de la calle Ave María el 16 de diciembre de 2011, notas que me sirvieron para dirigirle unas palabras con motivo de la entrega en el Ayuntamiento del título de Hijo Predilecto de la Ciudad, hecho que aconteció el 12 de noviembre de 2016. Veamos estos recuerdos escritos en homenaje a una persona irrepetible.

“Mantuvimos la entrevista el 16 de diciembre de 2011 en el salón de la casa, a la que se accedía por la calle José Izaguirre, así bautizada por el propio Izaguirre tras su caída y retención en su domicilio. “Aquí estoy. Vicemorí el 6 de abril de 2011, nos dice.

Nació Pepe Izaguirre en el edificio del restaurante La Gloria el 21 de enero de 1922. Su padre era jornalero del Cantábrico, Nicolás Izaguirre Santisteban, natural de Santander (su abuelo era de Tolosa) y su madre Oliva Cobo González era natural de Castañeda. Trabajaba en casa de su tío, propietario de la Gloria, Emeterio González Flor, también de Castañeda.

A sus padres les tocó la lotería, el segundo premio del sorteo de Navidad de 1922, que repartió Pepe el de la Botica, premio que les permitió adquirir un terreno y construir una casa en el Paseo de Torres (calle José Pedraja), zona de casas individuales, cerca de la Panadería de Tomás Sordo.

Ingresó en la Escuela del Oeste en 1932. Sin ir a la escuela ya leía los periódicos, es decir, fue autodidacta. En su casa se leía El Cantábrico ya que su padre era de izquierdas. En la escuela se encontró con el director Jorge García y tuvo entre otros maestros a José Fernández Esteban, Clavelín, un buen maestro, era machacón a juicio de Izaguirre. Fue rápido su aprendizaje. En 1942 obtiene una beca de la Diputación Provincial para continuar sus estudios.

En 1935 realizó por libre ingreso y primero, haciendo segundo. Unos ochenta alumnos. Destaca a José Natural en Literatura. Sufrió cierta persecución por pertenecer a una familia de izquierdas. Estuvo en el Instituto hasta 1942. Hizo el examen de estado en Valladolid con Premio Extraordinario. En Oviedo hizo Ciencias Químicas y en 1947 termina la carrera. Venía con frecuencia a Torrelavega en el tren Cantábrico, que tardaba unas ocho horas. Se llegaba lleno de carbonilla.

Jerónimo Vazquez López vivía en la planta de arriba de la calle Ave María. Pepe se hizo amigo de su hijo Roberto, realizando natación en el río a la altura de El Malecón. Era ingeniero del ICAI y alto cargo de Nueva Montaña Quijano. Le colocó en Quijano en los Corrales a partir de 2 de enero de 1948, gracias a los buenos oficios de la mujer del Sr. Vazquez.

Hasta el año 52 se mantuvo en Torreelavega. A partir de este año en Los Corrales como Jefe de la Fábrica de electrodos para soldadura eléctrica con fórmulas secretas. Hasta 1973 vive en una casa de la empresa y en la casa de la calle Ave María desde 1964. En 1973 fue destinado a Madrid como director técnico de producción en la filial CEDESA (Compañía de Electrodos, S.A.). Izaguirre tuvo un gran valedor en Alfonso Álvarez de Miranda que en 1974 fuera ministro de Industria del Gobierno de Arias Navarro. LE conoció como director de NMQ. Le puso un gran sueldo y Pepe le define como un hombre extraordinario; “cantaba bien, además”.

En 1986 se jubila con 63 años y vuelve a Torrelavega. Vive en la casa de la calle Ave María, que remoza con un gasto de 2,5 millones de pesetas.

Se casó el 30 de julio de 1949 en la Iglesia de la Asunción. Su mujer, María José de la Osa Fernández, de la fontanería, Les casó Emilio Revuelta que le hizo boda con misa de primera, aprovechando la parafernalia de una boda anterior. Felix Apellániz tocó el órgano. Pepe se ha llevado bien con los curas. D. Emilio la bondad personificada. Le llevaron a Bilbao para evitar cualquier riesgo de su vida. Firmaba avales a todo el mundo por el mero hecho de ser de Torrelavega.

Fue de la Coral de junio de 1939 hasta 1952 como solista. Lucio Lázaro fue un magnífico director. Jugó al baloncesto, al fútbol hizo natación… todo el deporte. Jugó en el Deportivo Torrelavega y equipos de Santander, participando en los campeonatos universitarios. Aunque bajo de estatura, tenía habilidad e intuición en la práctica del deporte.

Ya jubilado, un día de 1986 le aborda Ricardo Bueno e intercambian saludos. Izaguirre le dice que le han jubilado y Bueno le comenta que tiene un libro que hay que ordenar. Al poco tiempo comenzaron las reuniones en la oficina de Ricardo Bueno de la avda. Menéndez Pelayo a las que asisten el propio Bueno, Cándido Román, Ángel Montes Selaya, Eduardo López, el de la imprenta y Pepe Izaguirre. Cuando llega Izaguirre ya había dejado de acudir Francisco J. López Marcano. También participaron Manuel Quevedo y Eustasio de la Fuente.

El libro en cuestión se termina y se edita en 1986. Se hace en la Caja de Ahorros en septiembre, con gran asistencia de público. Al tiempo se hizo una exposición de fotos. En este acto, Ricardo Bueno le dice a Izaguirre “sal a los medios”; salió y triunfó. El libro Torrelavega 1900 también se presentó en la Casa de Cantabria en Madrid. Los beneficios se dedicaron al Asilo y para los parados.

Desde entonces, con Cándido Román, sobre todo, se inicia un proceso de recopilación de textos, fotos, documentos, creándose un auténtico archivo.

Su libro “22 calles de Torrelavega” significó mucho trabajo. Diariamente tenía que subir 72 escaleras para llegar hasta el palomar en el que se encontraba en el Palacio Municipal el Archivo. También acudió a los bajos del Carmen, cuando el archivo se encontraba allí.

Dice que le encantó meterse en esta aventura. Nunca se lo imaginó, pero le dio sentido a su jubilación y a reencontrarse con historia.

 

DISCURSO OFRECIMIENTO TÍTULO DE HIJO PREDILECTO DE TORRELAVEGA A PEPE IZAGUIRRE.

El 12 de noviembre de 2016 en el Ayuntamiento de Torrelavega se hizo entrega del título de Hijo Predilecto de la Ciudad a don José Izaguirre Cobo, historiador de temas locales. Este es el ofrecimiento del homenaje al que di lectura ante el Sr. Alcalde, Corporación e invitados al acto:

"No les oculto que mi deseo inicial era improvisar unas palabras en este homenaje a Pepe Izaguirre, pero siendo consciente de que estamos en un acto institucional y lo institucional siempre es o debe ser solemne, he preparado hace unas horas estos pensamientos sobre el acto al que asistimos y del que nos congratulamos por vivir y compartir el mismo en presencia física de nuestro homenajeado.

En primer lugar, dejo constancia de mi agradecimiento a Pepe y a su hijo por confiarme esta intervención en la que quiero evocar con el mejor acierto posible la dimensión humana de nuestro homenajeado y sus aportaciones en libros y artículos a la historia local, reconocimiento que ya está desde hace tiempo en nuestros corazones por su buen hacer como ciudadano y torrelaveguense. Por ello, expreso el agradecimiento de cuantas personas estamos hoy aquí en este noble Salón de Sesiones y de los ciudadanos en general, al Grupo Quercus por elevar la petición de reconocimiento para don José Izaguirre Cobo, así como a la Corporación que ha oficializado este gran honor de Hijo Predilecto.

Conocí a Pepe Izaguirre allá por la mitad de los setenta, cuando nos reuníamos en la tertulia de la esquina del Saja, entonces importante cafetería de la ciudad, heredera en parte de lo que en su día había sido El Cántabro, propiedad de la familia Fernández-Diestro. Pepe, que en ese tiempo ejercía la dirección de una empresa perteneciente a la primitiva Forjas de Buelna en la que se había iniciado como químico en 1948,  acudía siempre que estaba en Torrelavega. Al margen de valorar en su tiempo cosas pequeñas y grandes de la ciudad, aquella tertulia tenía el valor de lo histórico, ya que estuvo a caballo entre la decadencia del franquismo y los intentos a una transición hacia la democracia.

En homenaje a personas que ya no están entre nosotros citaré de aquella tertulia los nombres del odontólogo Hermenegildo Fernández-Abascal, padre de Berta Fernández-Abascal Teira, responsable de la Escuela de Arte Municipal Eduardo López Pisano; el presidente de la Cámara de Comercio, el boticario Juan José Cacho Fernandez-Regatillo, el empresario del comercio, Pepe Bolado; el gestor administrativo Ricardo Bueno, el abogado José María Campo; Paco Entrena, otro empresario destacado de la ciudad y el médico forense, José Monforte. Es posible que asistieran otros, pero no lo hacían a diario. De los que están afortunadamente entre nosotros, además de destacar a Pepe Izaguirre, cito al profesor del Instituto Marqués de Santillana, doctor en Ciencias Químicas, que fuera teniente de alcalde de este Ayuntamiento en la primera Corporación democrática, Gonzalo Sánchez Moreno.

Pepe Izaguirre no perdió su afición a las tertulias ya que a la que habitualmente mantuvo durante años con los miembros del Grupo 1900, en su sede de la Avenida Menéndez y Pelayo –Cándido Román, Ángel Montes, Manuel Quevedo y el propio Ricardo Bueno- hasta no hace mucho tiempo formó también parte de la de la Cafetería El Grano, en la Plaza Baldomero Iglesias, con tertulianos de relevante referencia torrelaveguense como Jaime Asensio, Alejandro Campo,  Antonio Pila, Pedro García Carmona, José Antonio Velarde y José Nicasio Gutiérrez, además del desaparecido y recordado Ricardo Bueno, Hijo Adoptivo de la Ciudad. 

Esta afición a las tertulias y a lo que se cuece en las mismas, es innata de los historiadores de fina intuición y amplios quehaceres ya que en ellas se evocan recuerdos y anécdotas de un pasado que se fue y del que debemos recoger todo aquello que merece ser relatado para futuras generaciones.

Por esta razón he querido manifestar esta afición de Pepe Izaguirre por las tertulias. Es probable que quienes acuden a las mismas no piensan en las claves del historiador, concediendo a este tipo de encuentros el estricto significado de convivencia y amistad que comparten unos amigos. Sin embargo, el historiador escucha y analiza lo que oye y lo lleva al contexto de su época. Para nosotros tiene ese valor de narración que el resto no siempre percibe.

Estas tertulias a las que me refiero son las auténticas y nada tienen que ver con aquellas que se llaman ostentosamente tertulias, tan en boga de las televisiones que las convierten, día a día, en  simples trincheras ideológicas. Solo con ver el logotipo de la cadena que aparece en pantalla, ya adivinamos casi sin esfuerzo de qué lado se va a decantar la opinión.

Dicho esto, ya afirmo que Pepe Izaguirre tiene en las personas que nos consideramos sus discípulos, el valor y la importancia que siempre ha dado al Archivo Municipal. Sepan muchos de ustedes que Torrelavega creó su Archivo a partir de 1984 cuando los tres concejales del Grupo Comunista –Emilio de Mier, Pedro Lobeto y Jesús de Cos- presentaron ante el pleno una moción para que se creara el Archivo Municipal

Los concejales proponentes hicieron ver en su iniciativa "la paradoja que suponía el hecho de que un Ayuntamiento que dotaba un premio de investigación histórica, el "Ciudad de Torrelavega", careciera de un Archivo organizado", abordando en la referida moción la “imperiosa necesidad de que los fondos documentales y el patrimonio municipal sean conocidos, ordenados y controlados por la responsabilidad de funcionario competente”, instando al Consistorio a que procediera “de modo inmediato a la ubicación de un local para archivo y a la creación de la plaza de archivero”. Felizmente, el pleno aprobó aquella moción y en diciembre de 1985 se creaba la plaza correspondiente para dirigir y poner en marcha el archivo, hoy un patrimonio indiscutible de la ciudad.

De aquel hecho de gran importancia, han pasado treinta años y en este tiempo se ha logrado contar con un Archivo y Hemeroteca que está dotado de una magnífica sede y que permite a los investigadores en general la realización de su trabajo con la exigible dignidad. Pepe, obviamente, no ha podido disfrutar de estas modernas instalaciones, pero nosotros damos fe de lo dicho. Sin embargo, cuando él sumaba ya casi setenta años, tenía que subir muchos días las setenta escaleras que era necesario superar desde la calle para llegar al lugar, quizás un poco escondido y escasamente relevante, al que se había mandado el Archivo.

Pero aunque las condiciones no eran las óptimas –mejor dicho, eran escasamente alentadoras para el fin perseguido- Pepe Izaguirre nos obsequió con libros relevantes sobre la historia de la ciudad. Es decir, el trabajo era doble: investigar en un contexto que no era el mejor y elaborar posteriormente el trabajo de investigación, a través de antiguos medios que nada tienen que ver con las modernas tecnologías de la información.

Por todo ello, permítanme afirmar que tengo una gran devoción y respeto hacia las personas de las que se aprenden cosas. Pepe Izaguirre forma parte de ese grupo que representa un ejemplo en el servicio a la ciudad desde la historia. Narrar con rigor el pasado es una respuesta de ética que exige la sociedad de nuestro tiempo.

Además, yo definiría a Pepe Izaguirre, si tuviese que hacerlo con un frío titular periodístico, como un ejemplo, de los últimos, de “portugués” ejerciente de nuestra Ciudad. Esta referencia identitaria me recuerda uno de sus sabrosos comentarios en su libro sobre 22 Calles de la Ciudad en el que al referirse a Tuto Berrazueta, miembro destacado de una familia relevante de la calle Ancha, oficialmente José Felipe Quijano, nos indica que el personaje en cuestión cada vez que salía de Torrelavega expresaba por doquier su condición de torrelaveguense y sus querencias por su pueblo.

Tuto Berrazueta que viajó por toda España y que en todas en partes le gustaba proclamar, sobre todo, que era de Toreelavega escuchó siempre –como nos narra Pepe Izaguirre- una misma exclamación de asombro. Nuestro historiador vinculó la pérdida física de Tuto en 1984 a la progresiva desaparición del calificativo de “portugués”, afirmando a continuación –lo que también hacemos nuestro- “si es así, lo lamento”.

Termino, afirmando una vez más la vinculación de las investigaciones de Pepe Izaguirre al Archivo Municipal, fuente esencial para labrar historia local que en su caso se suma a su propio saber, conocer y vivir que esencialmente a lo largo del siglo XX ha protagonizado nuestro Hijo Predilecto. Es así como sus narraciones -en sus numerosos textos en libros y artículos- tienen el valor de esa suma de lo que dicen las fuentes documentales a las propias vivencias, tan ricas y de tanta trascendencia en su caso a la hora de pergeñar definitivamente esa historia que ha vivido y siente especialmente. 

 Particularmente, quiero dejar aquí mi testimonio de agradecimiento por encontrarle en la mirada, con la que fue su esposa, María Jesús de la Osa, acto este del que es también partícipe, en presentaciones de mis libros que encuentran en su obra una referencia de inestimable valor.

Hoy, en nuestra sociedad, es necesario más que nunca el optimismo, como demuestra Pepe Izaguirre, que no ha dejado de trabajar y luchar por la necesaria dignificación del trabajo de investigador e historiador, a pesar de que su carrera profesional fue la de químico. Sabed todos que esa es una voluntad que recibimos de Pepe Izaguirre. Sin duda,  en el camino que nos aguarda nos espera una subida empinada. Puede que no lleguemos en varios años. Habrá percances y comienzos en falso. Pero llegaremos, porque mientras respiremos tenemos esperanza. Esa esperanza que Pepe nos inculca después de haber vivido y afrontado tiempos de bonanza y momentos críticos.

En definitiva, debemos trabajar con entusiasmo y constancia por una ciudad que merece un futuro necesariamente próspero y duradero. Pero debemos hacerlo –referencia inexcusable-  conociendo y amando nuestra historia y rindiendo tributo de amor y admiración a nuestros antepasados que nos legaron otro futuro mucho menos injusto que el presente que ellos vivieron.

En ese gran objetivo, querido Pepe, no podemos olvidar un principio esencial que también debe conducir nuestras vidas:

"Los pueblos que olvidan sus tradiciones pierden conciencia de sus destinos, y los que se apoyan sobre tumbas gloriosas son los que mejor preparan el porvenir".

Este debe ser nuestro reto y nuestra norma de conducta. Porque a pesar de vivir, hoy, en un mundo globalizado, no podemos perder la referencia local, la más próxima, en la que encontramos nuestras raíces y la huella perenne de nuestros antepasados a quienes en tu nombre rendimos tributo de recuerdo y reconocimiento en este acto.