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Una de dos: Pablo Casado o Pedro Sánchez

Dos objetivos muy claros: evitar el disparate económico al que nos llevaría la alianza de izquierda y nacionalistas

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Una de dos: Pablo Casado o Pedro Sánchez
26-04-2019

Los debates de televisión han servido para recordarnos que en las elecciones del domingo, además de votar por el partido que queramos, decidiremos entre dos únicas posibilidades, pues no cabe ninguna otra, o se le da una prórroga inmerecida al gobierno que Sánchez pactó con quienes quieren romper la unidad de España, o se elige un gobierno presidido por Pablo Casado, un político coherente, valiente y dispuesto a gobernar con dos objetivos muy claros: evitar el disparate económico al que nos llevaría la alianza de izquierda y nacionalistas, lo que traería una crisis peor que la anterior, y garantizar la igualdad y la libertad de todos los españoles bajo el amparo de la Constitución sin someterse al chantaje de quienes quieren arruinar el mejor período de paz, libertad y progreso de nuestra historia reciente. 

Cada uno es dueño de su voto, pero, dado el sistema electoral, y por lamentable que pueda parecer, corre el riesgo de que su decisión se vuelva en contra de su intención, puesto que si vota por lo que desea sin posibilidad ninguna de que su voto sirva para formar gobierno, en realidad, estará dando su voto al adversario que sí puede triunfar. Uno puede darse el gustazo de votar como si el mundo entero no importase, pero al precio de votar indirectamente lo que más detesta. Esto no se daría si estuviésemos eligiendo directamente al presidente, pero con nuestro esquema electoral deberíamos de pensar dos veces lo que va a pasar con nuestro voto sin dejarnos llevar por el entusiasmo partidista de cada cual. 

Si alguien dice que querría ver a Sánchez fuera de la Moncloa, pero vota a un partido que claramente no va a ganar las elecciones, se está pegando un tiro en el píe, porque su voto restará posibilidades a la única opción de gobernar distinta a la de Sánchez, que no es otra que la de Pablo Casado, porque el líder de un nuevo PP perderá una posibilidad y Sánchez obtendría la misma ventaja que si se le hubiese votado a él directamente. 

Tanto desde el punto de vista de la economía y del bienestar social, como desde el punto de vista de la unidad nacional, si se quiere evitar el triunfo de Sánchez la única posibilidad seria de conseguirlo es votar a Pablo Casado. Los votantes somos libres, y aunque nos permitamos alegrías al responder a las encuestas, el domingo antes de votar debemos reflexionar y ser responsables con nuestro voto; no sólo los votantes conservadores, sino incluso muchos de los que se sienten de centro izquierda o de izquierda, pero no están dispuestos a que se juegue con la unidad nacional que, como se sabe, no es de izquierdas ni de derechas, sino un patrimonio común que es insensato poner en riesgo.  

Nos jugamos mucho el 28 de abril, y tenemos que saber que Sánchez parte con la ventaja de que el 10 por ciento de los escaños que van a parar a partidos nacionalistas, como ha sucedido sin excepción desde 1977, le apoyarán a él, porque es el único que los necesita y al que más pueden sacarle, naturalmente contra los intereses del resto de los españoles. Si no se está conforme con Sánchez ni con que se vuelva a encaramar en la presidencia con esa clase de apoyos, solo cabe votar a un valor seguro, a Pablo Casado que es el candidato que estábamos esperando como agua de mayo todos los que queríamos un PP dispuesto a pelear de nuevo por valores que se habían ido dejando de la mano. Sería realmente penoso que, por el afán de castigo o el desdén hacia los errores que cualquier organización formada por personas podemos tener, acabásemos por hacer que nuestro voto consolide a un Sánchez económicamente desastroso que traerá más paro y mayor pobreza, y dispuesto a vender al resto de los ciudadanos a los intereses de quienes detestan a España y a los españoles. Se trataría de un error verdaderamente imperdonable, apostar sin ningún realismo por lo que se supone mejor para que acabe sucediendo lo peor.  Así que una de dos, o más Sánchez & Torra & Iglesias, o Pablo Casado, y sería absurdo preferir el desastre frente a la esperanza más alta de consolidar la opción de un valor seguro.