CUANDO EL CRIMEN ES EL OLVIDO
Por ESTHER RUIZ
Visto lo visto estos días, conviene hacer memoria... Y no hablo sólo de recordar, sino de no olvidar.
En este país nuestro, durante 51 años vivimos aterrorizados por una banda de criminales, de terroristas, de encapuchados que pegaban tiros en la nuca, que ponían y estrellaban coches bomba, que chantajeaban y extorsionaban a empresarios, que se inventaron un impuesto, que igual ahora es el que sus herederos quieren seguir cobrando, que secuestraban y mataban inocentes. Una banda que nació en los 60 en plena dictadura y perduró en democracia hasta hace poco menos de 10 años. Una banda de asesinos escondidos detrás de unas siglas: ETA.
Ellos y sus herederos, que esos sí tienen memoria, justifican el nacimiento y la existencia de ETA en una cosa que denominaban y aún lo hacen como “la lucha armada”, el “conflicto vasco”, la liberación de “su país” y algunas cosas más que son maneras de utilizar el lenguaje para justificar lo injustificable: la violencia por la violencia. No se trataba de política, no era política, eso no es política. Por eso ahora no nos pueden hablar de “normalidad democrática”, porque hay cosas que no son normales ni siquiera en una “nueva normalidad”.
Por eso, hoy debemos tener memoria porque no todos eran ni son iguales. Porque las víctimas eran los buenos y los que mataban y los que aún les defienden o les jalean o les rinden homenajes son los malos. Porque no podemos perder la perspectiva. Porque no todo lo podemos envolver en la bandera de la democracia para justificarlo. Porque no todo vale. Porque hay cosas que no se pueden perdonar y si se perdonan... no se pueden ni se deben olvidar.