SALVAR LA NAVIDAD, EL MANTRA DEL MOMENTO.
Por JULIA LLORENTE
¿Qué entraña esta especie de eslogan en tiempos que jugarse la vida está tan a nuestro alcance?
Me lleva a una frase de Lacan: "Sólo los idiotas creen en la realidad del mundo, lo real es inmundo y hay que soportarlo". Somos incapaces de identificar y expresar lo real entre la psique y el mundo. Nos limitamos a actuar a través del simbolismo. La verdad resulta insoportable e incompatible con el Yo". Qué mejor simbolismo que el ancestral festejo navideño.
Hablando de idiotas, hace días vi un documental en el que un grupo de científicos mantenían la teoría de que somos mucho menos inteligentes que hace cien años. Debe de ser cierto, a pesar de los avances tecnológicos, "el malestar en la cultura" en cortocircuito con "el porvenir de una ilusión" está provocando estragos en el ser humano.
Para los creyentes, saltarse la celebración de estas fechas es traicionar a su Dios, como si con ello el Evangelio perdiera consistencia y Jesús no naciera, tal vez sea un fastidio porque entonces no podrán celebrar su muerte en pocos meses.
Para los no creyentes parece entrañar el banquete de su vida. La idea de reunirse para consumir, comer y beber en esos días, como si fuera la última oportunidad de llevarlo a cabo. Que se anden con ojo que tal vez estén atinados.
¿Dónde queda el instinto de salvar la vida? Bloqueado por la pulsión de muerte, intrínseca a la realidad psíquica. Ésta determina el modo como nos relacionamos con nosotros mismos y nuestros semejantes que, articulada por significantes culturales, es lo que nos diferencia del saber instintivo animal. "Cultivo puro de la pulsión de muerte" (S. Freud).
Por supuesto, reunirse con los seres queridos forma parte de la condición humana, como lo es abrazarse, besarse... ¿Por qué incluir el riesgo allí donde los afectos están presentes? Momentos de celebraciones pueden quedar muchos, vida sólo una. No quiero ni pensar en los mal avenidos, aquellos que se juntan por compromiso. Después del marisco, el asado, los turrones y las copas, vociferando unos contra otros, mientras los aerosoles cantan: "Pero mira cómo baila el COVID en el aire, pero mira cómo baila..."
Existen muchas formas de celebrar encuentros sin estar convocados por el riesgo. Salvar la Navidad, desde ciertos criterios, es como jugar a la ruleta rusa (cámbiese la bala por el virus). “En aquel instante debí haberme retirado, pero una sensación extraña se apoderó de mí: un deseo de provocar al Destino, de gastarle una broma, de sacarle la lengua..." ( Fiódor Dostoievski: “El Jugador”)
La palabra "allegados", la primera en el ranking en cuanto a búsqueda de su significado en estos días, debería llevarnos a reflexionar. Si tanto nos queremos los unos a los otros, la mejor muestra de amor: Cuidarnos, cuidar y esperar al próximo año, y de paso celebrar la vida.