Editorial de Cantabria24horas.com
LA DETENCIÓN DEL ETARRA YOSU TERNERA
LEEMOS EN LA VANGUARDIA Hace ahora un año, el 3 de mayo del 2018, fue José Antonio Urrutikoetxea Bengoetxea, alias Josu Ternera, quien en nombre de ETA anunció en un comunicado leído por él mismo la disolución de la banda terrorista. Fue precisamente su empecinamiento para ser quien personalmente consensuara y leyera el texto lo que brindó a los servicios de inteligencia españoles un nuevo hilo que llevó a su detención ayer, tras 17 años de fuga, a las puertas de un hospital en los Alpes franceses. ETA acabó el 20 de octubre del 2011 cuando cesó su actividad terrorista, pero la caída de Josu Ternera, de 69 años, es más que la detención de un histórico dirigente de ETA. Con apenas 20 años empezó a militar en la banda y lo fue absolutamente todo en la organización terrorista. Para consensuar el comunicado que Soledad Iparragirre, Anboto (en prisión en Francia), leyó en euskera, Ternera se entrevistó con algunos de los pocos dirigentes de ETA que siguen en libertad. Uno de ellos estaba siendo vigilado y escuchado por la inteligencia española. Esos datos fueron facilitados al servicio de información de la Guardia Civil, que empezó a trabajar con sus colegas franceses de la Dirección General de Seguridad Interior (DGSI). No fue un trabajo sencillo. En otras dos ocasiones, las pistas sobre los movimientos de Ternera en Francia, donde también lo ubicó el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), no avanzaron con éxito. En la pequeña localidad de Durban-sur-Ariège, de unos 200 habitantes y a pocos kilómetros de Andorra, Ternera llegó a ser fotografiado con su pareja Agnès Cerlo, jugando con la hija de ambos, una niña que en ese momento, el año 2013, tenía pocos meses. De aquella operación policial, el etarra logró huir de la casa vigilada. Su rastró se esfumó. Hasta ayer. Servicios secretos en acción El CNI vigilaba al etarra que se vio con el fugitivo para pactar el anuncio del fin de la banda El trabajo de análisis posterior a los primeros nuevos datos que se consiguieron sobre Ternera permitió concretar una posible identidad falsa con la que el terrorista estaba siendo tratado del cáncer que padece hace años. La localidad escogida para programar sus visitas no era cualquier sitio. Sallanches, a los pies de los Alpes franceses, está a un tiro de piedra de las fronteras de Italia y Suiza, país que el ahora detenido siempre contempló como última opción para esconderse, conocedor de que no jugaba a su favor la excelente coordinación que se mantiene entre la Guardia Civil y la policía francesa en materia de ETA. Hace unos días, el equipo de investigadores conjunto creado para detener al etarra confirmó que Ternera tenía una cita en el Hôpitaux du Pays du Mont-Blanc, en las afueras de Sallanches. No las tenían todas consigo, pero desde primera hora de la madrugada, con la noche cerrada todavía, la Guardia Civil y sus colegas franceses montaron un imponente, a la vez que discreto, dispositivo de seguridad en las afueras del centro médico. Consensuaron que si la operación policial tenía éxito llevaría el nombre de Infancia Robada, en recuerdo de los seis menores asesinados en el atentado contra la casa cuartel de Zaragoza, en el que murieron 11 personas y que en su día ordenó Ternera. La policía francesa traslada a Josu Ternera tras su detención La policía francesa traslada a Josu Ternera tras su detención (Romain Lafabregue / AFP) Ayer, minutos antes de las 7 h de la mañana, los policías vieron aparecer en el aparcamiento del hospital a dos hombres. Uno especialmente tapado y caminando encogido, seguramente por el frío. Pese a que el principal sospechoso tenía un aspecto demacrado y era complicado confirmar que se trataba del hombre al que buscaban desde el 2002, tres miembros de la DGSI francesa se les acercaron con tranquilidad. Dos se colocaron a un lado y a otro, ligeramente avanzados y cortaron el paso. Uno preguntó “¿José Antonio Urrutikoetxea Bengoetxea?”. Sorprendido, Ternera preguntó en francés: “¿Qué pasa?”. Y entonces se percató de los brazaletes naranja con el nombre Police que llevaban aquellos tres hombres. El etarra cerró los ojos y bajó el rostro, mientras respondía en francés: “Sí, soy yo”, al tiempo que movía sus brazos para que el tercer policía pudiera esposarle. La detención fue rápida, no duró ni tres minutos, y no se percató ninguna de las personas que transitaban en ese momento por los alrededores del centro médico. El acompañante de Ternera fue puesto en libertad tras ser interrogado. El detenido solicitó ser atendido en el hospital para su tratamiento contra el cáncer. Tras la visita, fue puesto a disposición del juez de Bonneville, que lo envió a la prisión del municipio. “En la Guardia Civil somos muy previsibles, y sabíamos que lo íbamos a detener”, dijo Aprogc, una de las asociaciones de guardias civiles, que, como el resto, se felicitó por un arresto. El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, apuntó a una posible entrega temporal de Ternera para que sea juzgado en la Audiencia Nacional por las cuatro causas pendientes en España, pese a que tiene una condena en Francia.
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