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GUERRA ABIERTA EN EL CONTROL DE LAS INSTITUCIONES DE LA UNIÓN EUROPEA

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LEEMOS EN EL PAÍS La disputa por la presidencia de la Comisión Europea ha marcado la primera reunión tripartita de populares, socialistas y liberales celebrada este viernes en Bruselas con vistas a elegir a los nuevos altos cargos de la Unión Europea. El choque frontal entre el bloque conservador y la alianza liderada por Pedro Sánchez y Emmanuel Macron amenaza con condenar a la UE a un bloqueo institucional sin precedentes, con más de media docena de nombramientos en peligro de quedar empantanados. La primera reunión, de tres horas y muy hermética, solo ha servido para constatar las diferencias. En una nota oficial distribuida tras el encuentro se ha comunicado que la reunión ha sido "constructiva" y que las conversaciones se retomarán en los próximos días. "No se espera una solución a corto plazo", reconocía ya una fuente comunitaria poco antes del encuentro. La misma fuente apunta, sin embargo, que la mayoría de los líderes europeos son conscientes del tremendo fiasco que supondría una Unión paralizada durante el resto de 2019 y parte de 2020, un período marcado por la consumación (o no) del Brexit, la creciente tensión comercial y diplomática con EE UU y la necesidad de pactar el nuevo marco presupuestario plurianual del club comunitario. "Hay que evitar a toda costa un verano de crisis institucional", concluye esa fuente. Las negociaciones para intentar evitar un verano negro han arrancado este viernes durante una cena organizada en el Palacio Egmont de Bruselas por el primer ministro belga, el liberal Charles Michel. Los socialistas han estado representados por Pedro Sánchez, presidente del Gobierno español en funciones, y António Costa, primer ministro de Portugal. Los populares por Andrej Plenkovic y Arturs Karins, primeros ministros de Croacia y Letonia. Y los liberales por Michel y el primer ministro holandés, Mark Rutte. Socialistas y liberales, que ya pergeñaron su alianza tras las elecciones al Parlamento Europeo del 26 de mayo, llegaron a la cena, según fuentes diplomáticas, con el objetivo de incorporar a los conservadores (PPE) a una hipercoalición europeísta que aísle a unas fuerzas euroescépticas y ultraderechistas que, unidas, podrían convertirse en el segundo grupo parlamentario de la cámara. Pero fuentes del PPE dejaron claro poco antes del comienzo de la reunión que exigían la presidencia de la Comisión Europea como condición para participar en una alianza a tres bandas o incluso cuatro, si se suman los Verdes. Los conservadores reivindican el cargo por haber sido el partido más votado en las elecciones europeas y contar con 179 escaños A cambio, fuentes populares se muestran dispuestas a negociar un mandato político para el futuro presidente en áreas como medioambiente, crisis climática, política económica y social, defensa o Estado de derecho. Las mismas fuentes señalan que el PPE cedería todos los demás cargos (una media docena) al resto de familias políticas. En juego están desde la presidencia del Consejo Europeo y del Parlamento a la presidencia del Banco Central Europeo, la jefatura de la política exterior o las influyentes secretarías generales de cada institución. Pero socialistas y liberales, que suman 259 escaños, no se conforman con esa valiosísima pedrea y desean un relevo en la cúpula de la Comisión que visualice el cambio de color político después de 15 años con presidencia del PPE (de José Manuel Barroso, primero, y ahora de Jean-Claude Juncker). La meta es consensuar los nombramientos en la cumbre europea del 20 y 21 de junio. Pero la reunión de este viernes, la primera a nivel de primeros ministros, ha mostrado que el acuerdo para la gobernabilidad de la UE queda todavía lejos y que, aparte del color político del futuro presidente de la Comisión, deberán cuadrarse otras variables como el equilibrio geográfico y el de género. El candidato oficial del PPE, el alemán Manfred Weber, reivindica además la legitimidad democrática de los aspirantes que manifestaron su deseo de presidir la Comisión Europea antes de las elecciones y se sometieron al veredicto de las urnas. Solo él y el candidato socialista, Frans Timmermans, cumplen esa condición. Los liberales no participaron en esa competición (conocida por el término alemán spitzenkandidat) por considerarla “una ficción” sin ningún valor añadido democrático, en palabras de su aspirante al cargo, la danesa Margrethe Vestager. “Todo está todavía muy abierto”, reconocían fuentes diplomáticas antes de la cena del viernes. Fuentes comunitarias advertían que el empeño por hacerse con la presidencia de la Comisión por parte de populares, de un lado, y de socialistas y liberales, por otro, podría frustrar la cumbre del 20 y 21 de junio. Esa cumbre podría convertirse en el primer paso de una criba que descartará los primeros aspirantes e intentará reducir el número de opciones para facilitar el acuerdo. El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ya contempla la posibilidad de convocar una segunda cumbre, en torno al 30 de junio, en la que se podrían producir los nombramientos. El calendario aprieta porque el nuevo Parlamento se reúne el 2 de julio y ese mismo día tiene previsto elegir a su nuevo presidente. Una primera pieza del rompecabezas que obligaría a los jefes de gobierno a adaptar el resto de cargos en función del color político, origen y género de quien suceda a Antonio Tajani al frente del Parlamento. Un condicionante que los Gobiernos quieren evitar para disponer de más margen en los nombramientos al frente de la Comisión, del Consejo y de la Política exterior, para que sea el Parlamento el que deba completar los equilibrios. Fuentes del grupo Popular se muestran confiadas en la candidatura de Weber y destacan el enorme respaldo que ha obtenido esta semana al ser reelegido como presidente del grupo Popular en el Parlamento Europeo. El gobierno alemán de Angela Merkel también ha empezado a emitir señales de que no se rendirá fácilmente ante la ofensiva contra Weber liderada por Pedro Sánchez, entre los socialistas, y por el presidente francés, Emmanuel Macron, en nombre de los liberales. Sánchez mantiene su apoyo a Timmermans, definido por fuentes españolas como “un candidato magnífico” El previsible choque de Weber y Timmermans podría acabar abriendo el camino a un tercer candidato. Vestager entra en esa quiniela, aunque su rechazo del sistema de los spitzenkandidat podría costarle muchos votos en el Parlamento. El cargo también podría ir a parar al francés Michel Barnier, conservador pero probablemente aceptable para Macron, o a alguno de los primeros ministros presentes en la cena del viernes, como el croata Plenkovic, que parece haber tejido una excelente relación con Merkel, o Michel o Rutte, por parte liberal. Y no se descarta la opción de un tapado tecnócrata que pueda lograr la doble mayoría necesaria, absoluta en el Parlamento (al menos 376 votos) y cualificada en el Consejo (16 de los 28 socios a favor, que representen al menos el 65% de la población de la UE).

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