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EL DEBATE SOBRE CATALUÑA TENSIONA EL FINAL DE LA CAMPAÑA

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LEEMOS EN LA VANGUARDIA

“Le puedo garantizar que todo lo que se está viviendo estaba previsto”. La contundencia con la que se manifestaba ayer el candidato del PSOE y presidente en funciones sobre la crisis catalana en una entrevista en El País chocaba con los errores reconocidos en su campaña electoral a cuenta de la pugna con el independentismo. No ha sido el único candidato que ha visto su estrategia de campaña sucumbir ante este conflicto, pero los nervios en el cuartel general socialista son mayores porque se juegan la Moncloa en lo que pensaron sería un plebiscito que encumbrara a Sánchez frente a la derecha y enterrara a Podemos.

 

 

La crisis catalana es de largo recorrido. Comenzó siendo la clave de la campaña y, por tanto, la campaña acaba en Catalunya. Por primera vez el PSOE bajó el telón electoral en Barcelona, al igual que Albert Rivera, que no había pasado por la capital catalana en esta campaña exprés. Pablo Casado fichó el miércoles, como Pablo Iglesias. Pero Santiago Abascal ya había fijado el rumbo. El líder de Vox arrancó en l’Hospitalet y ha impuesto su retórica ultra antiindependentista en los partidos de la derecha. Hasta que saltaron las alarmas. Tarde y mal. Es la ultraderecha quien ha sacado rendimiento de la crisis catalana durante toda la semana.

El calendario

Sánchez quiere gobierno en diciembre y Rivera ofrece sus escaños para desbloquear

Sánchez llegó anoche al pabellón textil de la Fira de Barcelona cuando el mitin del PSC llevaba una hora y media en marcha, pero su presencia tenía el valor de ser la primera vez que un presidente del Gobierno cerraba la campaña en Barcelona. Sánchez presentó a los socialistas como los únicos capaces de vencer a la ultraderecha y al independentismo, de “frenar a los franquistas y garantizar un gobierno progresista” y, de paso, contribuir a la concordia entre catalanes”.

La oferta electoral es “convivencia”, “orden democrático” y “soluciones”, mientras el Gobierno en funciones sigue en su particular laberinto. En el último mes, el Consejo de Ministros ha presentado una decena de incidentes de ejecución de sentencia ante el Tribunal Constitucional contra el Parlament. Ayer dos más por la tramitación de una moción de la CUP que propone desplegar el ejercicio del derecho de autodeterminación y que ni siquiera se ha votado. Por el contrario, el Ejecutivo se limita por ahora a “estudiar” qué hacer con la iniciativa aprobada en la Asamblea de Madrid con los votos de PP, Cs y Vox que insta al Gobierno a ilegalizar a los partidos independentistas. Las suspensiones de iniciativas parlamentarias se acumulan en Catalunya, como los requerimientos del TC a la Mesa del Parlament y el Govern, pero no dejan de ser un automatismo y el tribunal sigue sin pronunciarse sobre el fondo.

 

Tampoco los procedimientos de extradición de Carles Puigdemont y los exconsellers son tan plácidos como desearía el magistrado Pablo Llarena en el Tribunal Supremo, que espera una decisión de Bruselas y ayer volvió a enviar información al Reino Unido. Y las intervenciones de Sánchez, la vicepresidenta Calvo y Grande-Marlaska garantizando el retorno de Puigdemont “más pronto que tarde” buscan un aplauso que no se corresponde con el procedimiento internacional. Además de socavar el trabajo de la Fiscalía.

La reacción contra Vox

Casado defiende las autonomías y Rivera no ve delito en ser independentista

En las filas de Podemos y los comunes se habla de la “subcontratación” de la política a los tribunales, y Pablo Iglesias defiende una mesa de diálogo para Catalunya para alcanzar una propuesta que sea sometida a votación. Son los únicos que no han sucumbido a la estrategia de Vox sobre Catalunya en la batalla estatal. Pablo Casado arrancó octubre moderando su discurso hacia Catalunya, pero en la recta final de campaña se ha visto obligado a reajustar su discurso al comprobar que era Vox quien capitalizaba en la derecha la reacción a la sentencia del 1-O. La votación del jueves junto a la ultraderecha en la Asamblea de Madrid acabó ayer con Casado cargando contra el partido de Abascal y defendiendo el Estado autonómico que la ultraderecha quiere finiquitar. Casado pidió aglutinar en el PP el voto “patriótico y responsable” de la derecha frente a Ciudadanos y Vox. De hecho, pidió el voto vía SMS a dos millones de electores “para sumar una nueva mayoría de cambio en España, frente a la crisis económica y el desafío separatista”.

 

El mismo giro hizo ayer Rivera, que acabó desautorizando a los suyos en la Asamblea de Madrid por instar la ilegalización de los independentistas junto a Vox. El líder de Ciudadanos defendió que “en España no se juzgan ideas” y que “se puede ser independentista”, siempre que no se cometan “delitos” como “sedición y malversación” que resumen las condenas del 1-O.

Rivera ha hecho del tema catalán el eje de sus campañas al Congreso. pero hasta ayer no pasó por Barcelona. Las encuestas no le acompañan pero se aferra a la carta de ser decisivo para una alianza insólita en cualquier caso. “A partir del 11 de noviembre me voy a dedicar, con los escaños que me den los españoles, sean los que sean, mas o menos, a desbloquear el país y calmar un poco las aguas”. El objetivo de Sánchez es ahora tener gobierno en diciembre y presupuestos en el primer trimestre del año.

Las tensiones en PSOE, PP y Ciudadanos contrastan con el aire que el propio Sánchez ha concedido a la campaña de JxCat prometiendo la extradición de Carles Puigdemont y la posterior polémica con los fiscales. Quim Torra ha dejado de llamar a Sánchez por teléfono, pero Puigdemont ha reactivado en dos días al electorado posconvergente que tenía problemas de conexión con Laura Borràs. También lo hacen decisiones como la de la Junta Electoral Central, que reclama a Torra que no emplee los términos “presos políticos” y “exiliados” en su perfil oficial de Twitter.

 

El repunte de JxCat vuelve a afectar a ERC en sus expectativas de voto. La victoria del 28-A no está asegurada, y los republicanos han optado por exhibir la figura de Oriol Junqueras en las últimas horas de la campaña. Primero con una maniobra judicial y después a través de un vídeo en las redes sociales en el que se muestra orgulloso de estar en prisión por “poner las urnas”. La campaña se le ha hecho larga una vez más a ERC, mientras la CUP, el tercero en discordia en el independentismo, pesca en río revuelto también en el día de reflexión.

La campaña acaba, el conflicto catalán sigue.

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