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LA BRONCA ENTRE VOX Y CIUDADANOS ANTICIPA CONFLICTOS PERMANENTES EN EL CENTRO-DERECHA

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A la primera oportunidad, bronca. Y recelos, y culpas cruzadas, y zancadillas más o menos veladas. La desconfianza mutua entre Vox y el PP -cuya relación no pasa precisamente por su mejor momento- se evidenció ayer en la sesión constitutiva de la XIV legislatura de una manera tan clara como negativa para los intereses de su bloque electoral.

La derecha se esforzó en bifurcarse en la rentrée parlamentaria: por un lado, los populares y Ciudadanos, los dos partidos que más se ajustan al ideal de España Suma, y que ya comparten gobiernos autonómicos y locales. Por el otro, Vox, que ya no se fía del PP y prefiere hacer la guerra por su cuenta en las Cortes.

 

La votación de la Mesa del Congreso ejemplificó a la perfección la rivalidad entre PP y Vox. Si hubieran unido fuerzas, la derecha habría mejorado su representación en el órgano de control. Pero no sólo no ocurrió eso, sino que ambos se culparon entre sí. Mientras que Pablo Casado acusó a Santiago Abascal de "entregar un puesto de la Mesa a Unidas Podemos", el líder de Vox acusó a los populares de ser "el único responsable de que el comunismo y el separatismo tengan un sitio más en la Mesa".

El enfado de los dirigentes de Vox con el PP al salir del Congreso era ayer tremendo por sentir que habían perdido un puesto en la Mesa por su culpa, una vez que los populares se empeñaron en entregar 18 de sus votos a Ciudadanos a pesar -dicen en Vox- de que eran conscientes de que iba a ser un "voto inútil". Por eso, tanto en público como en privado descargaron sus andanadas y su lenguaje más beligerante contra el PP, al que se acusó de haber cometido una "traición" por "preferir" dar un sitio extra a "los comunistas" de Podemos que a ellos.

Los diputados del PP, por el contrario, culparon a Vox de haberse "equivocado" de rival y recalcaron que su presidente, Pablo Casado, había demostrado "altura de Estado" frente a las formas tabernarias "y nerviosas" de Abascal. En rueda de prensa, el líder de la oposición culpó a Vox de "impedir que entre Cs" en la Mesa y de romper la "unidad de criterio" que les permitiría combatir al PSOE y a los independentistas. "Pero a Vox le interesa seguir abanderando el victimismo de un presunto cordón sanitario, mientras ellos han tejido otro cordón a Cs", lamentó.

Vox entra en la Mesa del Congreso tras renunciar el PSOE al "cordón sanitario"

Este ambiente envenenado en el Congreso tensa también la cuerda fuera de él, en el complicado equilibrio que mantienen los dos partidos en favor de la gobernabilidad de los Ejecutivos de PP-Cs en la Comunidad de MadridAndalucía o la Región de Murcia, así como en el Ayuntamiento de Madrid. Gobiernos apoyados externamente por Vox, cuyo voto es imprescindible, y que se ven sacudidos por continuos vaivenes.

Santiago Abascal dejó al PP una advertencia tras lo sucedido: "Tomamos nota". Y el aviso lo remató después Iván Espinosa de los Monteros, anunciando que Vox será "aún más exigente" y "vigilante" con esos Ejecutivos de coalición porque el PP "no es un partido de fiar". "Han perdido el norte por un capricho infantil", dijo.

Pero en Génova aceptan el órdago. No sólo no ven problema en que Vox amenace con hacer tambalear los gobiernos autonómicos, sino que le retan a ello, irónicamente. "Si Vox quiere pactar con Unidas Podemos y el PSOE en Madrid, Murcia y Andalucía, es algo que les interesará saber a sus votantes", aseguran las fuentes consultadas.

PP y Cs tienen que negociar todas sus medidas regionales con Vox, entre ellas los Presupuestos, y los de Abascal, dolidos por el episodio de ayer y crecidos por el resultado de las elecciones precisamente en esas autonomías, van dejando pistas de que subirán del precio de su apoyo. Al menos, si no rebajan la tensión permanente a la que parece abocar esta legislatura, donde los dos se miden día a día por liderar la oposición al tándem Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.

En la dirección nacional del PP quieren seguir abogando por la unión de los tres partidos de la derecha, para sacudirse en parte la presión de Vox, tras su buen resultado del 10-N, y para visibilizar a Casado como única "alternativa" a Pedro Sánchez. Al tiempo, los de Abascal quieren apretar al PP para consolidar y ensanchar su espacio.

En todo caso, en Génova quieren enfriar el debate a largo plazo, así que aseguran que no están "molestos con Vox". Simplemente, añaden, Casado priorizó a los naranjas por tres razones. La primera, ya citada: "Es nuestro socio en autonomías y ayuntamientos". Y la segunda, más prosaica, es que si el PP prestó ayer sus votos a los naranjas y no a Vox fue porque Ciudadanos le apoyó a su vez en el Senado, Cámara en la que Vox tiene sólo tres representantes.

La tercera es que Casado prefiere aparecer retratado como líder de un bloque de derechas que huela a coalición que como pareja de baile de Santiago Abascal, con el que compartirá ahora casi todas las decisiones divididas de la Mesa del Congreso. De esta manera, hay diputados del PP que temen que los partidos que querían hacerle un "cordón sanitario" a Vox acusen ahora a Casado de ser su sostén, o incluso homologable en algunos aspectos.

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