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SOBRE LA PANDEMIA: TRANSPARENCIA Y COMUNICACIÓN

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Hace una semana planteábamos esta pregunta: ¿Se puede gobernar sin información?. En la sociedad moderna, desde luego que no. La pregunta estaba justificada, a nuestro juicio, por la ausencia de información oficial durante el fin de semana, que se hace muy largo cuando estamos ante una nueva ola de coronavirus y, además, la información no fluía como sería de desear. Sin embargo, este domingo, se ha corregido esa falta de información y se han ofrecido los datos de la pandemia correspondientes al sábado, día 19. Como el Ministerio de Sanidad no lo ha hecho -hace vacaciones- tenemos que pensar que Sanidad de Cantabria ha corregido lo que consideramos un error.

En Cantabria, con más de 1.800 contagiados, casi todo un barrio confinado de la segunda población de Cantabria, con casi setenta hospitalizados y en unos días superando, si no se doblega la pandemia, los dos mil activos, al Gobierno a través de su consejero de Sanidad  le demandábamos una nota oficial sobre los datos del sábado, ya que los de hoy se nos ofrecerán este lunes. Hacer una nota oficial de veinte líneas y colgarla en la web del Gobierno no era, creo, creemos, exigir mucho. . Una nota que terminara con una situación que no es de recibo en esta nueva emergencia sanitaria, aunque sea de escasa dimensión en Cantabria, al menos en cuanto a hospitalizados, de ofrecer  información solo de lunes a viernes.

La transparencia institucional es obligada y no podemos apuntar a que se haya actuado sin la transparencia exigible.  La proclamación del principio de publicidad, que es característica de los sistemas democráticos avanzados, busca abolir el secreto como regla general de la actuación de los poderes públicos, intentando que el ejercicio del poder sea transparente. Es evidente que hemos avanzado en esta exigencia ya que en democracia la legitimidad del poder descansa en última instancia en los propios ciudadanos, como corresponde a la soberanía popular que nuestra Constitución consagra.

Aceptando la transparencia, se puede reiterar que no se ha actuado correctamente en cuanto a comunicación se refiere. Comunicar no es más que  “hacer a otro partícipe de lo que uno tiene”. En otras palabras, dar, ofrecernos datos que en este caso concreto el Gobierno regional o la Consejería de Sanidad tenía. Y ésto, a nuestro juicio, es lo que venía fallando: la comunicación que se debe ofrecer siempre a la ciudadanía, más cuando las circunstancias son extremas. 



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