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JAIME BLANCO Y JUSTO DE LAS CUEVAS: UN PROTAGONISMO ESPECIAL EN EL SURGIMIENTO DE CANTABRIA Y SU ESTATUTO

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JAIME BLANCO GARCÍA, fallecido anoche a los 76 años, y JUSTO DE LAS CUEVAS GONZÁLEZ (1931) que los próximos serán ya 90 años, fueron dos polìticos claves en el logro de la autonomìa de Cantabria ya que en la legislatura constituyente (1977-79) los partidos políticos que lideraron sumaban cuatro de los cinco diputados nacionales y en la del 79-82 los cinco escaños "provinciales" se distribuyeron entre UCD y PSOE. Debemos señalar, antes de todo, que a pesar de sus diferencias personales e ideológicas, trabajaron en sus respectivos partidos para institucionalizar Cantabria como Comunidad Autónoma, una alternativa para nuestra tierra surgida de la Constitución de 1978.

Tanto UCD como el PSOE se definieron como defensores de una autonomía uniprovincial para la entonces provincia de Santander, excluyendo las opciones, principalmente de Castilla, pero también de Asturias y el País Vasco. Eran tiempos en los que se estaba definiendo el mapa autonómico español y existían varias provincias -Murcia y La Rioja, hay que recordar- que también planteaban estatutos uniprovinciales. Al final, este fue el camino seguido para la autonomía cántabra, después de que UCD clarificara su postura y apartara de sus listas electorales para la I Legislatura de 1979-82, a sus diputados más proclives a un acuerdo diferente al que se tomó.

Desde que se clarificó esta vía y los dos grandes partidos UCD y PSOE a nivel nacional ratificaron esta propuesta autonómica, los pactos a pesar de las fuertes diferencias entre centristas y socialistas, se llevaron adelante, aprobando con gran mayoría de votos en el Congreso y Senado la Ley Orgánica del Estatuto de Autonomia, en diciembre de 1981 y publicada en el Boletín Oficial del Estado el 11 de enero de 1982. 

Con la muerte de Jaime Blanco desaparece uno de los "padres" del Estatuto en la vía institucional. Aunque por un periodo de ocho meses, Jaime Blanco fue presidente de Cantabria entre diciembre de 1990 y julio de 1991, que por los resultados y la distribución de escaños en las elecciones de junio de 1991, se vio obligado a devolver la presidencia de Cantabria a Juan Hormaechea. 

Es preciso, por tanto, reconocer este papel y protagonismo en el logro de la autonomía para Cantabria, que nadie puede discutir porque las hemerotecas y los diarios de sesiones del Congreso de los Diputados apuntan claramente a ese trabajo de construir la autonomìa uniprovincial para la que fuera provincia de Santander. 

Ocurrió hace algo más de cuarenta años, pero la historia real debe redactarse con rigor y honestidad. Y este legado debe recordarse y reconocerse.

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