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EL EMÉRITO Y ADOLFO SUÁREZ

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En la prensa nacional y autonómica se puede leer esta referencia del general Manglano que recoge en un libro de su autoría sobre comentarios del entonces Rey, Juan Carlos I, en relación a cuatro jefes de gobierno: Suárez, Calvo Sotelo, Felipe y Aznar. 

"En La Zarzuela preocupaba la posición de Adolfo Suárez, el presidente del Gobierno que el Rey eligió para pilotar el proceso de la Transición, que después ganó las elecciones de 1977 y 1979 y que acabó dimitiendo a finales de enero de 1981. A comienzos de ese año algo se rompió en la relación de confianza entre el Monarca y el ya expresidente del Gobierno. «A medida que ganaba elecciones me hacía menos caso. Hacía de jefe de Estado», llegó a afirmar el Monarca.

Hasta aquí el comentario que pasamos a analizar brevemente y sobre el que ofrecemos nuestra opinión. Entre un personaje como Adolfo Suárez siempre recto en toda su ejecutoria política y el Borbón emérito que se encuentra fuera de España bajo sospecha real sobre negocios sucios relacionados con dineros,tenemos que poner muy en duda esta afirmación del Borbón que, reiteramos, lleva un año fuera de España y no precisamente por servicios relevantes a la ciudadanía.

Creemos, por tanto, que se deben desvelar hechos que desde nuestra perspectiva representan todo lo contrario. Juan Carlos como heredero de Franco ejerció el poder absoluto en España entre el 22 de noviembre de 1975 y el 6 de diciembre de 1978, jornada en la que los españoles aprobamos por amplia mayoría la nueva Constitución. Entre una y otra fecha se pasaba de un Rey con los poderes de Franco a un Rey con poderes muy mermamos, prácticamente protocolarios. La soberanìa del pueblo pasó a ser representada por el Congreso y el Senado en sus funciones constitucionales. 

Desde que se aprobó la Constitución el distanciamiento del Rey y Suárez fue evidente. Desde nuesro punto de vista, desde luego que no fue porque Suarez quería ejercer de Jefe de Estado; al fin y al cabo el Presidente del Gobierno tenía todas las competencias ejecutivas que corresponden a un Consejo de Ministros.

Lo que realmente pudo pasar -y basta citar el 23F y el papel que jugó Juan Carlos -con un intervencionismo no constitucional precisamente- en el traslado a Madrid de Armada-  es que el emérito podía (pudo) extralimitarse y ordenar decisiones que no encajaban en la Constitución. Y esta es la tesis por la que , echando por tierra la afirmación que Manglano adjudica al entonces Juan Carlos I sobre Adolfo Suárez que, en efecto, si pudo pronunciarla el emérito pero por este motivo: que él veía como Jefe del Estado a Suárez precisamente porque ejercía sus competencias de presidente ejecutivo y constitucional y las de él habían quedado muy recortadas por la Constitución.

Concluyendo, Adolfo Suárez fue un servidor público que siempre manifestó en el ejercicio del cargo una ejemplaridad moral digna de ejemplo (retomemos la imagen del 23F en el Congreso), mientras el Borbón, actual emérito, ha demostrado todo lo contrario. Es mejor dejarlo aquí para no profundizar en la presunta inmoralidad del personaje. 

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