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LOS GANADEROS ESTÁN QUE BRAMAN
LA DECISIÓN DEL TRIBUNAL SUPERIOR DE JUSTICIA DE CANTABRIA de prohibir la caza y muerte de un número, en principio, de no más de diez ejemplares de lobos, puede provocar el aplauso general de los ecologistas y de quienes ven con simpatía esta raza animal; sin embargo, los ganaderos que son los que sufren los ataques del lobo en las comarcas del interior de Cantabria -especialmente las comarcas de Liébana y de Nansa- están a estas horas que braman, porque realmente no se lo creen.
De todos es sabido que vienen sufriendo muertes de animales de los que viven -principalmente terneros y ovejas- que la Administración finalmente después de interminables procedimientos burocráticos califica positivamente a efectos de que los ganaderos afectados reciban una compensación económica, qud habitualmente se retrasa en los laberintos oficiales y, por lo general, cobran un año e incluso dos después del ataque mortal del lobo a su ganadería.
Señalan algunos con razón algunos protagonistas del mundo ganadero que el conflicto entre los ganaderos y lobos refleja la creciente división entre el mundo rural y el urbano. Resultado: los lobos no corren peligro; quien está condenado a la extinción es el ganadero de alta montaña.
La decisión judicial de ayer de impedir la "extracción" de lobos en siete municipios de Cantabria deja al ganadero en una situación de indefensión muy grave. Ya la medida del Gobierno cántabro carecía de supuestos que nos parecen exigibles como el de la igualdad y la equidad: por qué en esos municipios y no en otros -como algunos de Liébana- que sufren los ataques feroces no solo de los lobos, sino también de los buitres.
Que los ganaderos bramen no debe sorprendernos ya que todas las asociaciones de ganaderos reclamaban medidas contra el lobo. El equilibrio que se pide -la protección del lobo y las exigencias del ganadero- nos parece imposible en el caso que nos ocupa.
El lobo es un animal que tiene, al parecer, derechos pero no el deber de respetar a los ganados. La tendencia es proteger y "blanquear" al lobo, lo que hace hasta el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: En 2001 era un “mamífero carnicero (...) Animal salvaje, frecuente en España y dañino para el ganado”. Ahora en la edición actualizada estamos simplemente ante un “mamífero carnívoro (...) “que vive salvaje, es gregario y puede atacar al ganado”. Sí, señores, "puede atacar al ganado". Ahí lo dejamos.
Por su parte, el ganadero tiene derechos pero también es consciente de sus deberes.
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