Diario Digital controlado por OJD

A una semana de pérdida del ferry, las Administraciones acuerdan "blindar"el recinto del puerto

En su primer encuentro institucional, Martín y Quiñones han tratado los temas que, en opinión del consejero, marcan en estos momentos la "agenda política" de la Comunidad Autónoma.

Enviar a un amigo
A una semana de pérdida del ferry, las Administraciones acuerdan "blindar"el recinto del puerto
22-02-2020

 A UNA SEMANA DE LA PÉRDIDA DEL FERRY desde Santander a Irlanda en beneficio de Bilbao, han mantenido una reuniòn el Consejero de Industria y la delegada del Gobierno para estudiar -y acordar según se desprende de la nota de prensa- "blindar" el recinto del Puerto de Santander con el fin de garantizar -se añade- la seguridad. Se recordará que la empresa del ferry apuntó a la excesiva presencia de polizones el final del servicio, que ahora se realizará desde el puerto bilbaino.

El consejero de Innovación, Industria, Transporte y Comercio, Francisco Martín, y la delegada del Gobierno en Cantabria, Ainoa Quiñones, han anunciado hoy que se "blindará" el recinto de Puerto de Santander para garantizar la seguridad y facilitar el control de acceso que realiza Guardia Civil.

En su primer encuentro institucional, Martín y Quiñones han tratado los temas que, en opinión del consejero, marcan en estos momentos la "agenda política" de la Comunidad Autónoma. En este sentido, Martín se ha mostrado convencido de que la Delegación del Gobierno va a ser parte activa de la solución tanto en el problema de la seguridad de Puerto de Santander, como en lo que respecta a los decretos de electrointensividad y de cogeneración.

El consejero ha querido poner en valor la "mayor agilidad" en la gestión que desde su llegada al cargo ha venido mostrando la delegada del Gobierno. Como ejemplo, Martín ha citado el refuerzo de efectivos de Guardia Civil y Policía Nacional en el recinto portuario, además de la materialización de otras medidas que se van a ir adoptando.

Sobre esto, ha anunciado una próxima visita, el 9 de marzo, en la que, junto con el presidente de la Autoridad Portuaria, Jaime González, visitarán la zona cuya seguridad se va a reforzar.

Ainoa Quiñones ha destacado el papel que tiene del Puerto de Santander en la economía de Cantabria y ha comprometido "máxima colaboración" de la Delegación del Gobierno para que la actividad de la instalación portuaria "no se vea dañada".

Actualmente, tal y como ha explicado la delegada, están trabajando 30 guardias civiles más 24 horas al día, y, en ese encuentro del 9 de marzo "vamos a ver la evolución de las cifras durante este tiempo en el que ha estado trabajando la guardia civil de forma más intensiva, y después valoraremos qué hacer".

Además, el otro ámbito en el que se han producido "decisiones positivas" por parte de la representante del Gobierno de España en Cantabria han sido la regulación de las electrointensivas. Martín ha apuntado a que la Delegación va a ser la "vía de transmisión" necesaria para lograr mayores avances con los ministerios de Industria y de Transición Ecológica, una vez se ha alcanzado una postura técnica consensuada con Asturias y Galicia.

este respecto, tanto Martín como Quiñones han expresado la necesidad de que las instituciones sean "parte de la solución" a la situación de Sniace. "No tenemos que buscar culpables, sino soluciones, y en ello estamos todas las administraciones", ha asegurado la delegada del Gobierno.

En el mismo sentido, Francisco Martín ha explicado que es necesario aprovechar la capacidad que tiene el Gobierno de España para "localizar y movilizar inversión y vías de financiación" y trabajar conjuntamente con las organizaciones sociales y empresariales para buscar "esa nueva oportunidad económica y empresarial para Sniace".

"Sin la mochila de la deuda concursal, con el mantenimiento de la unidad productiva y un nuevo inversor que tire para delante de la actividad, Sniace tiene futuro", ha asegurado el consejero. En este sentido, ha insistido en la importancia de que se mantenga la unidad productiva.

ANÁLISIS DEL PROBLEMA

El diario El País publica hoy este reportaje sobre el problema de los polizones en el puerto de Santander, tema éste de candente actualidad. Este es su contenido.

“Es como la valla de Melilla, pero en Santander”, cuenta un vecino del barrio pesquero santanderino. Más de 1.000 kilómetros separan a ambas ciudades, pero las une la intención constante de superar una frontera y recalar en una vida que se espera mejor. En el puerto de Santander, grupos de migrantes, mayoritariamente albaneses, se cuelan cada día para intentar acceder a un buque rumbo al Reino Unido. Anhelan el trabajo que ni España ni Albania pueden ofrecerles, y para ello se adentran en terreno portuario para después intentar subir a un barco, algo extremadamente difícil. Hasta entonces, sobreviven sin apenas recursos en la ciudad.

El primer paso parece asequible. Un pescador que baña lombrices señala una pared de chapa, abollada, de unos dos metros de altura en la calle de Sotileza. Se puede rodear el endeble muro, en su límite con el mar, con cuidado de no caerse. Una vez dentro, llega la odisea para migrantes como un chico albanés que se protege de las preguntas con un “No interviews, no interviews” [“nada de entrevistas”] en unas viviendas abandonadas a cinco kilómetros del muelle. Allí reside con 25 compatriotas. Al poco, el chico de ojos azules desconfiados admite que la semana pasada logró entrar en un camión. Lo interceptaron.

 
PUBLICIDAD
 

Su caso es uno más. La Autoridad Portuaria de Santander contabilizó 2.360 intervenciones de este tipo en 2019. El pasado enero sumaron 259. Jaime González, presidente de la entidad, considera “altamente vulnerable” el entorno, cuya seguridad contrasta con el puerto de Bilbao, que sufría este “problema de intrusión” hasta que reforzó la protección. González afirma que planean instalar un cerco de 4,5 metros de altura e incrementar los efectivos de la Guardia Civil.

 

El desmantelamiento de los campamentos en el puerto francés de Calais en 2016 atrajo al norte peninsular a más migrantes con el Reino Unido como destino. Tras cerrarse la vía vasca, pasaron a Cantabria. Ana Uría es una de las abogadas que los asiste en los calabozos “por si desean solicitar asilo”. Un traductor ayuda por teléfono. La letrada relata que sus defendidos acceden a territorio Schengen —de movimiento interno libre— por carretera desde Hungría y Eslovenia, y recalan en Santander. Los detenidos, añade, solo quieren volver a la calle: “No volvemos a verlos y no se comunican”. Seguirán intentando colarse en los navíos.

Los compañeros del joven albanés de ojos azules, que llaman hogar a ese bloque del barrio de Peña Castillo, también tienen 18 años. No dan nombres. Unos tablones completan muros sin ventanas para tener cuatro paredes; un hornillo y varias sartenes se acumulan y la suciedad impera. De fondo, música trap. Ese chico fornido que bebe una infusión, aquel con zapatillas grises y el más delgado, con una camiseta de la Juventus, abandonaron Albania en busca de oportunidades. Aún no llegaron. Los vecinos del barrio pesquero los acusan de robar ropa y abrigos en los tendederos. Uría explica que suelen portar algo de dinero y que dicen alojarse “en un hostal”, aunque jamás precisan dónde.


Los refuerzos acompañarán a guardias civiles como un agente que describe, resignado, las detenciones cotidianas. En cuanto puedan, los migrantes saltarán de nuevo, sobre todo de noche. Unos intentan colarse, otros deben impedirlo: “Nos conocemos. Por las mañanas corro por el puerto, me los encuentro, saludan y preguntan si hoy trabajo”. También usan escaleras “o forman castellets” para superar paredes elevadas.

Las vulneraciones han contribuido a que Brittany Ferries, cuyos barcos atracaban en Santander desde la irlandesa Cork, decida amarrar en Bilbao. Y el problema con los polizones salpica a todas las empresas del puerto. Fuentes del área de Industria del Gobierno cántabro apuntan que la presencia humana entre mercancías como alimentos o ropa provoca que se tiren o se devuelvan, con las consiguientes pérdidas.

Los grupos se han organizado por el puerto santanderino para conocer los tramos débiles. Se coordinan gracias al Wi-Fi y enchufes de los Jardines de Pereda, cercanos al muelle. Frecuentan los supermercados cercanos. Una de las tácticas más arriesgadas la explica un trabajador portuario: algunos migrantes aprovechan la bajamar para sortear las estructuras de madera bajo el muelle y subir a la superficie, forzar un camión y meterse. Un obrero sudamericano empatiza desde el andamio: “En esta vida lo intentas todo hasta que se puede”.