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Una pequeña historia

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25-01-2025

POR CLAQUETA

Título “UNA PEQUEÑA HISTORIA”

Género: Espectáculo poético teatral 

Autor, dirección: Ángela Bacaicoa

Intérprete: HECTOR ALTERIO (Función sobre su vida, como apátrida)

Dirección musical: Juan Esteban  Cuacci

Sala Pereda

Crítica: Recuerdo, hace ya muchos años, estando en  una sala de espera del aeropuerto de Barajas (Madrid), se sentó  a mi lado, una persona, tirando a alta, delgada, manos largas y expresivas, con media calva de la que caía una espesa melena, en un rostro enjuto; así como declarado acento argentino. Lo reconocí, era Héctor Alterio. La ayuda de  cineastas e intérpretes españoles, le habían llevado al triunfo reciente en alguna de las mejores de nuestras películas. Educadamente saludo, iniciando, en principio, una conversación muy común, supongo, la habitual sobre el tiempo. En su transcurso, me impresionó su tristeza en la mirada, moviéndose mecánicamente, como si tuviera miedo de algo acercándose.

Esta sensación que yo tuve de su personalidad, ahora que roza los noventa años, la ha querido convertir en materia teatral interpretándose a sí mismo.

Viaje, analizando una vida propia, cuajada de momentos; unos artísticos, otros de supervivencia. Tenemos que recordar, que tuvo que salir precipitadamente de Buenos Aires, destino España, para salvar su vida de la “Triple A” .

Una escena en negro a modo de cueva simbólica, donde defenderse, es rota por la presencia, principalísima de la música, protagonizada por un piano, estando al frente todo un creador de contenidos rítmicos, que acompañan, me atrevería a decir con dulzura e incluso dialogo cariñoso y comprensivo, los alegatos de una historia, apodada sencilla, pero que habla de grandezas ocultas. A lo que hay que unir dos atriles,  con el texto escrito, sirviendo de apoyatura y defensa al intérprete, cuya intensidad de diálogo le hace desprenderse de la lectura.

Una historia, contada por Héctor Alterio; e imprimiendo momentos musicales, acercándonos de lleno al personaje, a cargo de Juan Esteban Cuacci, nos muestra una vida intensa, creativa, salpicada a veces de humor, cariño y miedo. Escuchar la palabra de este maravilloso actor de raíces argentinas, con dos grandes herederos, que mantendrán su prestigio, Malena y Ernesto, Alterio, nos resulta tan grato, como a los británicos, cuando escuchaban a Laurende Olivier.

Una confesión, a veces un alegato, siempre una fe de vida, envuelta en el halo del arte de la palabra, resuelto por un grande que sin ataduras se expresa. En la que dos ciudades; la de sus recuerdos, Buenos Aires, que le traicionó y Madrid la de su guarida, en un principio una cárcel, al sufrir solo al llegar, el síndrome del emigrante. Todo ello dicho sin rencor.