El PSOE: la intolerancia y la censura bajo el pretexto del progreso
El portavoz en Santander, Daniel Fernández, sin tener idea de qué trata el evento quiere ponerse una medalla
A.E.M
La reciente posición del PSOE en Santander, a través de su portavoz Daniel Fernández, es un preocupante ejemplo de cómo el partido ha adoptado un enfoque cada vez más autoritario en nombre de un supuesto "progreso". Al exigir la prohibición del Galerna Fest, acusando al evento de ser "fascista" y de promover "canciones que incitan al odio", el PSOE muestra su escasa tolerancia hacia la libertad de expresión y su creciente inclinación por imponer su visión a toda costa.
En lugar de defender el derecho a la libre expresión, pilar fundamental de una democracia, el PSOE parece estar decidido a actuar como juez y verdugo de lo que se puede o no escuchar en Santander. Fernández no solo condena el festival sin pruebas tangibles, sino que además pretende criminalizar un evento cultural que simplemente no se ajusta a su narrativa política. Este tipo de comportamientos no solo son antidemocráticos, sino profundamente peligrosos para la pluralidad de ideas que debería existir en cualquier sociedad libre.
El PSOE ha pasado de ser un defensor de las libertades a convertirse en un partido que aboga por la censura cuando algo no le agrada. En lugar de propiciar un debate abierto y maduro sobre las diferencias ideológicas, prefieren prohibir, silenciar y amenazar con "acciones legales". Esta actitud revela una preocupante falta de respeto por el derecho de los ciudadanos a elegir qué eventos quieren disfrutar y qué música quieren escuchar.
Lo que resulta más preocupante es el uso desmedido de términos como "fascista" para deslegitimar cualquier expresión cultural que no encaje en los moldes del PSOE. Esta banalización del término no solo desvirtúa su verdadero significado, sino que también muestra la estrategia del partido: etiquetar y prohibir en lugar de dialogar. Resulta irónico que quienes se presentan como defensores de la libertad y la igualdad recurran a tácticas tan autoritarias para suprimir eventos culturales.
Intentar prohibir un evento bajo la acusación de ser "fascista" no solo es una clara violación del derecho a la libre expresión, sino que sienta un precedente peligroso. El camino hacia la censura totalitaria comienza con pequeñas acciones como esta.